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El bipartidismo sigue cavando su tumba en España

Tanto el PP como el PSOE, por motivos muy diferentes, parecen dispuestos a despilfarrar el caudal que aún conservan

Resulta sorprendente que tanto las pasadas Elecciones Generales como las últimas encuestas de intención de voto sigan dibujando un paisaje bipartidista en España, aunque ya muy tocado por la irrupción de Ciudadanos y Podemos. Pese a los muchos toques de atención, tanto PP como PSOE parecen dispuestos a cavar su propia tumba, aunque por razones muy diferentes. Por una parte tenemos a un PP bajo una permanente sospecha de corrupción, copando día tras día los titulares de los periódicos con las detención, imputación o declaración de muchos de sus altos o ex altos cargos, trasmitiendo la sensación de que es un partido completamente devorado por la metástasis del enriquecimiento ilegal (otra cosa, claro está, es lo que decida finalmente la Justicia). Por la otra tenemos a un PSOE que se acerca cada vez más a la fractura interna, dispuesto a dilapidar su larga historia de partido hegemónico de la izquierda por la incapacidad de sus actuales líderes de llegar a puntos en común. El acto en homenaje a Carmen Chacón del pasado miércoles, en el que los tres aspirantes a dirigir el partido -Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López- no fueron capaces ni de llegar a un acuerdo para hacerse una foto protocolaria, demuestra hasta qué punto están rotos los puentes entre las diferentes facciones del socialismo español.

Tanto el PP como el PSOE están actuando con una clara irresponsabilidad que puede tener graves consecuencias en un futuro. Se equivocan si creen que el amplio crédito que aún le sigue dando la sociedad española es ilimitado. El PP perdió su oportunidad de hacer una gran catarsis en su último Congreso Nacional y optó por la autocomplacencia cuando todo indica que, pese a seguir ganando las elecciones, tiene graves problemas y está infiltrado por personas que conciben la política como un instrumento de enriquecimiento personal. El PSOE, por su parte, aún tiene la oportunidad de convertir las próximas primarias en un proceso constructivo y no en una batalla campal con vencedores y vencidos. Pero todo indica que no será así.

La España constitucional necesita del buen hacer de los dos partidos para funcionar correctamente. Si ambos colapsan por sus propios errores, el sistema se verá en un grave aprieto y asistiremos a un proceso de gran inestabilidad política, aún mucho mayor al vivido el pasado año. Es el momento de actuar con responsabilidad y de evitar que esto ocurra. Es demasiado lo que nos jugamos.

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