Una ley sobre la que se levantó la reconciliación

La Ley de Amnistía de 1977 es una de las expresiones jurídicas del abrazo colectivo que decidieron darse los españoles tras la Guerra

Una de las muchas falsedades que plantea el revisionismo histórico de corte populista es que la Ley de Amnistía de 1977 es producto de una situación de miedo generalizado en el que la izquierda y las formaciones nacionalistas optaron por un mal menor para avanzar hacia la democracia. Por lo tanto, según esta manipulación elaborada fundamentalmente en los laboratorios ideológicos de IU-Podemos, ahora que ya no hay ninguna amenaza que temer, ha llegado el momento de reformar o derogar esta ley para que se puedan llevar ante los tribunales los crímenes cometidos por funcionarios públicos durante la Dictadura. Esto es, precisamente, lo que intentó ayer en el Parlamento la alianza coyuntural formada por IU-Podemos, ERC, PNV, PDeCAT, Compromís, Bildu y Nueva Canarias.

Lejos de ser una artimaña del ya agonizante régimen franquista para garantizar la impunidad de sus cuadros, la Ley de Amnistía de 1977 (de la que se beneficiaron principalmente los presos políticos e, incluso, los terroristas vascos y de extrema izquierda), fue uno de los pilares fundamentales de la reconciliación nacional, tal como han resaltado historiadores nada sospechosos de franquistas como Santos Juliá o intelectuales como Javier Pradera. Una simple visita a las hemerotecas demuestra que partidos como el PNV, que hoy claman contra dicha ley, fueron en su día fervorosos defensores de su promulgación. La Transición nunca hubiese sido posible sin la Ley de Amnistía de 1977, que no es más que una de las expresiones jurídicas del abrazo colectivo que decidieron darse los españoles tras la Guerra Civil y la Dictadura. Por eso, con buen criterio, PP, PSOE y Ciudadanos decidieron ayer echar para atrás en el Parlamento una reforma que intenta reabrir las viejas heridas de los españoles para conseguir réditos políticos. Nadie tiene derecho a enmendar la plana al Parlamento plenamente democrático que aprobó con solemnidad y apabullante mayoría dicho texto; un Parlamento en el que, no se olvide, había muchas víctimas del franquismo que no tenían miedo, sino esperanza en una España libre y reconciliada, algo que probablemente no podrán comprender los aprendices de brujo del nuevo populismo.

Las responsabilidades de los crímenes cometidos durante la Guerra Civil y la represión es materia que ya atañe a los historiadores. Los políticos deberían evitar el uso de los viejos conflictos como arma política y centrarse en solucionar los graves problemas de la actualidad.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios