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Tribuna

José Antonio lópez de la o

Experto en Mercados Energéticos

Esperando a Trump

Existe un movimiento, influyente y motivado, conocido como "fabricante de dudas", que cuestiona, a pesar de las evidencias, la existencia del cambio climático

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Esperando a Trump

En esta humanidad en constante cambio para que todo permanezca igual están pasando cosas que somos capaces de prever, incluso aquellos que no disponemos de herramientas para conocer la sociedad y no podemos anticipar su posible evolución. Entre las más evidentes: el cambio climático y la necesaria, inevitable y llena de obstáculos modificación del modelo energético.

Una de las consecuencias de esta previsibilidad es la invalidez de los presupuestos de las élites, políticas y económicas, que nos gobiernan. Invalidez desde un punto de vista meramente epistemológico: la información no se corresponde con la realidad. Antes de la crisis de 2007, estas mismas élites procuraban que la información, por lo menos, no contradijera escandalosamente la realidad.

En el ámbito del clima, esta dicotomía entre realidad e información se hace más flagrante. Parece incuestionable que el cambio climático, el calentamiento del planeta, aunque lo nieguen, se está produciendo y que ese cambio, producto de la acción humana, tiene consecuencias. El incremento del dióxido de carbono, que es un regulador de la temperatura de la superficie de la tierra, se ha producido en tal magnitud que se ha convertido en un serio riesgo para la vida tal y como la conocemos.

No obstante la fuerza de los acontecimientos que se están ocasionando -deshielo de los polos, incremento constante de la temperatura global, inundaciones cada vez más graves, aumento del nivel del mar, desaparición de especies- existe, además, un consenso científico inequívoco (97% de los científicos mundiales que se ocupan del clima) sobre la objetividad de ese cambio climático y de que es la actividad humana su primera y principal causante. Sin embargo, y he ahí otra nueva contradicción, la mayoría de la opinión pública mundial permanece casi completamente inconsciente.

Quizás el origen de esa inconsciencia provenga de que el cambio climático forma parte de lo que se denomina "la tragedia de los comunes", que parte de la premisa fundamental de que los individuos tendemos a buscar nuestra satisfacción personal usando los recursos naturales hasta que se agoten, ignorando el futuro y el bien común.

Coadyuvando con esa característica, existe un movimiento, influyente ideológicamente y motivado políticamente, conocido como "fabricante de dudas" que cuestiona, a pesar de las evidencias, la existencia de ese cambio climático y de su interrelación con la acción humana.

Se trata, como es obvio, de minar la certidumbre de la sociedad de que lo que se observa cada día en forma de calentamiento global se esté produciendo. Esta maniobra obstaculiza, con indudable éxito, la toma de decisiones en las políticas de mitigación y adaptación.

Además, los negacionistas del calentamiento global y de la influencia de la intervención humana en su desarrollo utilizan un argumento de enorme distorsión social. Negando la evidencia científica no sólo desfiguran cualquier dato que provenga de la ciencia, sino que, y he aquí el peligro, minan la confianza en como trabajan las distintas disciplinas científicas.

En esa misma línea, para Trump, ni el cambio climático existe, ni la intervención de los humanos tiene influencia en el calentamiento global. Esta opinión es compartida por la mayoría de los líderes del Partido Republicano estadounidense, que afirman que se trata de una maniobra de la izquierda que, mediante una teoría seudocientífica, pretende obtener más poder para imponer un cambio económico.

Estando así las cosas, una más que presumible falta de acción sobre el cambio climático conduciría a una mayor desestabilización política en las regiones más débiles del mundo. Según las estimaciones de la ONU, el clima y sus consecuencias han provocado la migración de más de 20 millones de personas desde 2008. En la medida que más y más inmigrantes continúen buscando refugio en las naciones más prósperas situadas en zonas más templadas, el aislacionismo se irá convirtiendo en más y más popular en esos países.

Esta espera de Trump va camino de tener el mismo resultado que Samuel Beckett planteaba en el dialogo final de Esperando a Godot: "¡Qué! ¿Nos vamos? Sí, vámonos. No se mueven".

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