Tribuna

Antonio Montero Alcaide

Inspector de Educación

Sistema educativo de buen desempeño

Pueden considerarse objetivos fundamentales que contribuyen, de manera general, a la mejora de los sistemas educativos en plazos cortos de tiempo

Sistema educativo de buen desempeño Sistema educativo de buen desempeño

Sistema educativo de buen desempeño

A mediados del pasado mes de septiembre, el pleno del Congreso estimó una solicitud, hecha por la Comisión de Educación, a fin de que la Subcomisión encargada de elaborar un documento de referencia para el Pacto de Estado Social y Político por la Educación dispusiera de seis meses más para ello, hasta enero de 2018, tras iniciar tan ardua y compleja tarea el pasado mes de febrero. El propósito, entonces, es que en los primeros días del próximo año se disponga de un texto consensuado que establezca la ordenación básica del sistema educativo español. Si bien, no parecen todavía decididas las líneas de trabajo con esa intención y, además, a la vez que se desarrolla el trabajo de la Subcomisión, animado en principio por el consenso, se presentan en el registro del Congreso proposiciones de ley de reforma de la Ley Orgánica para la Mejora de la Educación (Lomce). Con el argumento, en este caso, de que no puede mantenerse una parálisis mientras se alcanza el pacto, además de anunciarse un otoño educativo calentito no sólo, como parece, en lo meteorológico. De todas formas, largo se fía hasta enero tal como salen al paso las encrucijadas políticas.

Un pesimista es sólo un optimista bien informado -escribió Mario Benedetti-, pero a falta de razones, y sin dar ocasión para que el optimismo se asocie o confunda con la inocencia o la ingenuidad, más conveniente puede resultar el escepticismo ante las dudas -no se llegue todavía a la desconfianza- sobre la eficacia del empeño. Numerosas y diversas han sido las comparecencias ante la Subcomisión y seguro que abundantes son también los informes que ilustran y orientan el trabajo. Pero no sobrará recordar algunas conclusiones que hace ahora una década la consultora McKinsey & Company presentó en un informe cuyo título parece bien a propósito: Cómo hicieron los sistemas educativos con mejor desempeño del mundo para alcanzar sus objetivos.

Tres son, a tal efecto, los elementos fundamentales que ayudan a la mejora de los resultados educativos. Conseguir a las personas más aptas para la enseñanza, en primer término; capacitarlas hasta convertirlas en docentes eficientes, mediante procesos formativos ajustados y pertinentes para el desempeño, y garantizar que el sistema sea capaz de ofrecer la mejor educación posible a todo el alumnado, de modo que se pretenda la calidad ofrecida en condiciones de equidad. Objetivos, estos, que tienen un constatado carácter universal, ya que las prácticas o las medidas para alcanzarlos no guardan relación o están determinadas o condicionadas por el lugar en que se aplican. Por otra parte, además de resultar universales, los aspectos anteriores también propician mejoras significativas a corto plazo. Luego no deben faltar en tareas o propósitos como los que ocupan a la Subcomisión pactista.

La relevancia de la calidad docente despunta, entonces, como factor principal que ha de ser tenido en cuenta desde el inicio de la escolaridad: "La evidencia sugiere que, aun en un buen sistema, los alumnos que no avanzan con rapidez durante sus primeros años de escolaridad por no estar expuestos a docentes de suficiente calidad tienen escasas posibilidades de recuperar los años perdidos". No debe entenderse esta conclusión, aunque algunas reacciones se precipiten, con la atribución o delegación de responsabilidades, por parte de distintas instancias -familias, administración, sociedad-, a la docencia, ya que se trata de considerar que las prácticas docentes son una variable decisiva por lo que aportan con carácter propio y singular a los procesos formales de enseñanza y de aprendizaje en las instituciones educativas. Esto es, su contribución específica, sin que con ello se obvie la que corresponde a esos otros distintos ámbitos.

Refiere el informe que los sistemas con más alto desempeño seleccionan a sus docentes en el primer tercio de cada promoción de graduados y cuidan el estatus de la profesión. Asegurada esta selección, es necesario, asimismo, prestar atención a lo que sucede en las aulas, sobre todo a partir de tres aspectos: la toma de conciencia, por parte de los docentes, de sus propias limitaciones ante lo que hacen y por qué lo hacen; la necesidad de conocer mejores prácticas específicas, principalmente observándolas en situaciones reales, y la motivación de los docentes para adoptar las mejoras necesarias, a partir de altas expectativas y de su confianza en lograr un cambio en la educación de su alumnado, no sólo con incentivos materiales. Finalmente, "los sistemas de excelencia intervienen considerando cada alumno, y desarrollan dentro de la escuela procesos y estructuras capaces de identificar cuando un estudiante está comenzando a retrasarse, interviniendo para mejorar el desempeño del niño".

¿Serán estas las preocupaciones mayores que orientan el Pacto?

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