Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Hibernación forzosa

Todo se deja para el 2023 convencidos de que no habrá nadie que recuerde las promesas que hicieron hoy

Hemos nacido antes de tiempo. Lo digo por si no se habían dado cuenta. Uno siempre había pensado lo mismo, pero cada vez tengo más certezas. Los de mi generación, mayoritaria por aquello que suena tan viejuno como el baby boom, nos tragamos sin pestañear aquello que nuestros ancestros nos dejaron en herencia y asistimos a unos cambios para los que nadie nos preparó. Es para estar orgullosos; lo hicimos muy bien. Pasamos de la Olivetti al ordenador sin pestañear, de las cabinas al móvil, del carrete a las tarjetas de memoria, de la barra de los bares a las redes sociales y, en definitiva, de la calma serena a la prisa desmedida.

Ahora nos enfrentamos al síndrome del 2023. No sé si se han percatado, pero no hay comparecencia pública de carguillo afecto que no haga referencia a lo que vaya a pasar dentro de cinco años y, la verdad, ni me imagino cómo estaré entonces. Dicen que será la fecha en la que llegará la Alta Velocidad a Huelva, aunque no hay quien se lo trague; cuando disfrutaremos de una N-435 que nos conecte con Extremadura sin pasar el actual quinario viario; cuando los agricultores dispondrán de la suficiente cantidad de agua y de las infraestructuras correspondientes para regar los cultivos de los que comemos una buena parte de los onubenses; cuando tendremos un aeropuerto del que no sabemos la razón de su parálisis ya que no cuesta nada al erario público; será entonces cuando el Gobierno se dé cuenta que estamos en una esquina y que el complejo que nos atenaza no puede ser suplido si no es con unas inversiones que cinco años antes de esa maldita fecha, ni soñamos.

Dentro de cinco años, Cifuentes todavía no habrá encontrado su Trabajo de Fin de Máster; Rajoy será el recuerdo de su inoperancia y será galardonado con el Marca de Oro en su no menos dorado retiro; se habrán celebrado 153 manifestaciones para reclamar una sanidad tan digna como que el acudir al hospital no sea considerado como un deporte de riesgo; el Puerto continuará explicando a escépticos adalides de la catástrofe que cualquier inversión que se haga, es buena para todos; la industria levantará críticas entre quienes no quieren verlas y, sin embargo, disfrutar de su coche, su móvil, su aire acondicionado y sus comodidades; Podemos seguirá buscando su sitio y la Princesa de Asturias será mayor de edad como para equivocarse ella misma sin que nadie le diga la manera correcta de hacerlo. Lo veremos.

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