Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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Aguirre y los sándwiches

Es una sandez relacionar unos sánwiches con que Aguirre aparque mal. También no relacionar a Aguirre con la Gürtel

Si Esperanza Aguirre viviera en Granada y quisiera llevar a una amiga enferma a las Urgencias del PTS o comprar en el Centro Nevada unas esterillas que se ponen en los senos del fregadero para que no salpique el agua, lo tendría mucho más difícil que aparcar en la Gran Vía madrileña. Parece que le gusta hacerlo en zona prohibida, en el carril bus, cerca de la Plaza del Callao. Salió por la tele confesándolo entre risas, el martes. Hasta ahora no tenía yo en contra de Esperanza Aguirre nada en especial. El espécimen "chulo", se da, por desgracia, tanto entre hombres como entre mujeres. Me he defendido siempre de ellos echando mano de cierto retorcimiento lingüístico. Aunque, de entrada, los chulos no se paran en palabritas y, si los molestas, suelen recurrir directamente a la artillería. Que yo recuerde, sólo me ha pegado un chulo de éstos una vez, debajo del puente del barranco del Arco, en Cenes, por donde pasaba la Carretera de la Sierra y la acequia del Cadí, que traía el agua transparente; cuando yo iba a las escuelas Dolores Romero Pozo de ese pueblo. En pleno invierno, en el recreo, nos dedicábamos los niños a chupar los carámbanos de hielo -"chupones", les llamábamos- que se formaban debajo su cauce. Le quité uno al capacobardes local y me llevé una bofetada. Esperanza Aguirre, hasta ahora, no me había producido un daño irreparable. Pero últimamente le da por aparcar en el carril bus de la Plaza del Callao y he notado que, desde que invade el carril del autobús, no saben igual los sándwiches de Rodilla, la famosa bocadillería madrileña que tiene tienda abierta en esa plaza desde el 39. Y lo insoportable es que el sabor de ahora, industrial y apelmazado, lo comparten los sándwiches que esa empresa vende por toda España. Acabo de arriesgar mi vida para llegar al Centro Nevada en bicicleta. No hay manera de encontrar un camino para viandantes o ciclistas. Al final, sorteando coches y motos, atravesando autovías y ramales, he conseguido llegar a este "emporio comercial". Absolutamente desproporcionado para las necesidades de Granada. Que obligará a cerrar a más comercios pequeños. Con avenidas tan amplias e inútiles como las del PTS, pero con unas vistas a la Sierra, prodigiosas. Pensaba desquitarme en el Rodilla del Centro de los peligros de la ruta, comiéndome uno de sus emblemáticos sándwiches de ensaladilla rusa pero comprobé que no saben como los que yo tomaba a finales de los sesenta en el establecimiento madre, en Madrid, en la Plaza del Callao. Seguramente es una sandez relacionar el sabor de unos emparedados con las infracciones de tráfico de Aguirre, tan estúpido como pretender, como ella hace, que no se la relacione con los tejemanejes de la trama Gürtel. Porque la política se ha convertido en el arte de emborronar la delicada, pero ineluctable, relación entre las causas y sus efectos. Y los demás copiamos.

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