Si eres seguidor, lector o lectora, de esta Tierra de palabras, sabrás, y si no te lo digo ahora, que gran parte de mi ocupación es con las mujeres. La relación madre e hija es un tema recurrente y muchas veces difícil de abordar por doloroso. Si está muerta, por el peso que deja su ausencia; si está viva, por el peso que tiene su presencia. El caso es que en torno a la figura de una madre se condiciona todo un mundo emocional indestructible; nos llevaron en sus entrañas y el cordón que al nacer se corta, separa cuerpos pero no almas.

Hablar de las madres nos produce emociones diversas y a veces encontradas que nos marcan en muchas ocasiones; intentando que exista una desinteresada unión y un mayor acercamiento, la mayoría de las veces lo que se genera es distancia. No es fácil llegar a entender que lo que menos te puede gustar de ella es lo que no te gusta de ti. No es fácil verla como una mujer que comete errores, como todas; que lucha con sus deseos y miedos, como todas; que arrastra experiencias vividas que la marcaron, como todas; que necesitan entendimiento, cariño y atención, como todas… Nosotras solo vemos a la madre con mayúscula y nos cuesta aceptarla como lo que realmente es: una mujer. Ya siendo adultas y maduras, a veces exigimos demasiado. Las que somos madres empezamos a comprender que ellas intentan hacerlo lo mejor que saben… como todas.

Ha llegado hasta mis manos una reflexión de la que saco un extracto que hoy quiero dedicártelo a ti, mamá. Y supongo que todas las hijas que hayan hecho un trabajo sincero con sus madres, como el que nosotras hemos hecho, se lo dedicarán también a ellas. Aquí lo tienes:

"Te veo mamá y me veo en ti. Me veo en tus grandes virtudes y me veo también en todo aquello que me juré a mí misma que jamás repetiría. Huir de ser como tú me acercaba más a ser como tú. Te agradezco que hayas aceptado la ardua tarea de ser mi madre. Te libero de toda idealización que yo haya formado de la madre perfecta y de mi insatisfecha necesidad de que cubrieras todas mis expectativas. La ilusión me cegó y no pude ver que eres perfecta, eres tal cual te elegí y tal como necesitaba mi alma para aprender. Lo siento, dormía pero ya desperté. Desperté al profundo amor que siento por ti".

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