Provincia

Culpan de una muerte por infarto a la demora de la ambulancia

  • Los familiares reclaman a la sanidad pública 250.000 euros de indemnización

La familia de un hombre que falleció el 10 de febrero de 2006 de un infarto en Écija ha solicitado a la sanidad pública una indemnización de 250.000 euros, al considerar que la muerte se debió a la "tardanza" en llegar de los servicios de ambulancia.

El suceso se produjo sobre las diez de la mañana de ese día, cuando la víctima se disponía a subir a su vehículo, acompañado de un hijo, y sufrió una crisis cardíaca, lo que le hizo caer al suelo y perder el conocimiento.

La reclamación presentada por el abogado Fernando Osuna señala que a pesar de la urgencia vital del caso "la ambulancia en ningún momento llegó al lugar en que se produjeron los hechos". Unos veinte minutos después de que se produjera la primera llamada al 061, el hijo subió al padre al vehículo y lo trasladó por sus propios medios al hospital San Sebastián de Écija. El hombre permaneció en coma durante seis hasta que falleció, el 16 de febrero en el hospital de la Merced de Osuna, "dejando una esposa y tres hijos, dos de ellos menores de edad", precisa el escrito presentado por el abogado en los juzgados de lo Contencioso-Administrativo de Sevilla.

Fernando Osuna sostiene que las llamadas telefónicas revelan "el caos y la descoordinación existente y que redundó en el perjuicio del enfermo", dado que en esas transcripciones se pone de manifiesto que una de las ambulancias estaba averiada, que el equipo de asistencia de Utrera estaba ocupado, que el médico del pueblo estaba avisado pero no se sabía cuanto tardaría y que el único equipo que se podía mandar es una ambulancia de la localidad de Fuentes de Andalucía.

La demanda asegura que la muerte "no se produjo por un hecho casual o fortuito, es decir, por un hecho que no se pudo evitar, sino que se debió a una inadecuada y deficiente praxis, a una infracción de la lex artis médica, que evidencian el funcionamiento anormal y deficitario de la Administración sanitaria".

El mal funcionamiento de la sanidad pública radica, añade el letrado, en el hecho de que ante una descripción de los síntomas del enfermo al servicio de emergencias "tan rotundos y que evidencian una extrema gravedad -ojos fuera de las órbitas, convulsiones, inconsciencia-", el enfermo pasó "demasiado tiempo en la calle, una vez infartado, sin atención médica alguna".

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