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Los Palacios y Villafranca

Ingenio local y algo más para salvar el archivo

  • Un tendedero y estructuras con cajones de fruta permiten recuperar documentos con garantías.

Archiveros y voluntarios continúan trabajando a contrarreloj en la recuperación del archivo municipal arrasado por el incendio originado el pasado 5 de septiembre en el Ayuntamiento de Los Palacios. Turnos de dos técnicos de la Diputación de Sevilla se incorporan cada día a las tareas para colaborar en la identificación de las piezas carbonizadas. Por un lado se está dando prioridad al rescate del archivo administrativo y, por otro, se sigue con las labores de recuperación de los documentos más antiguos, cometido para el que se cuenta con la ayuda de tres restauradoras profesionales voluntarias que, bisturí de madera en mano, despegan una a una las hojas de los libros y los preparan para su posterior restauración.

Lo más urgente es secar cuanto antes la documentación para, luego, ir identificándola y clasificándola para así conocer con exactitud qué es lo que se ha perdido en el fuego y preparar lo que se ha salvado para una futura rehabilitación. Especialistas han corroborado que el proceso desarrollado desde el primer día es el correcto, así como las últimas novedades introducidas en el procedimiento, ideas ingeniosas que están permitiendo avanzar en la recuperación documental.

Una herramienta casera es la utilización de cajas de fruta que, apiladas en las paredes de la nave donde se trabaja, hacen las funciones de estanterías. Los orificios de ventilación que tienen estos envases permiten custodiar los documentos ya intervenidos y preservarlos aireándolos y evitando, además, mantenerlos en el suelo, siguiendo el consejo de los técnicos. El Ayuntamiento ha establecido ya una cadena para recuperar el archivo administrativo, cuyas fases de intervención están delimitadas e indicadas con señalización específica en la nave industrial.

Otra de las ideas recurrentes consiste en la construcción de un tendedero artesanal que se ha revelado como muy eficaz para ventilar los papeles y las pastas duras de los libros antiguos. El artilugio está construido con vallas y cordeles, permite que los libros cuelguen sin temor a su despiece y evita que sufran o se desintegren. Este particular tendedero de libros se utiliza en la fase final de secado de los legajos, pues en un primer lugar se va colocando papel secante entre las hojas, una a una, para retirar la humedad, una tarea que se repite en la mayoría de los casos hasta dos veces y en la que participa también casi una treintena de voluntarios. Muchas manos anónimas entre las que destacan, entre otras, las del juez de paz Antonio Amigo, que se encargó la logística y la custodia del traslado del archivo, o la primera voluntaria, María del Carmen Maestre.

Las tareas de recuperación documental también han permitido rescatar gran parte de la fototeca municipal. Se están retirando los álbumes calcinados y se están guardando en sobres las piezas, instantáneas y material gráfico de actos protocolarios.

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