Ceremonia. Acto de entrega de las medallas

Once nombres y un apellido: Sevilla

  • Rodríguez Villalobos defiende mayores ingresos para los ayuntamientos en el Día de la Provincia. La emoción se elevó con el homenaje a Puelles de los Santos, presidente de la Diputación fusilado en 1936

Once nombres y un apellido: Sevilla. La Diputación entregó ayer sus galardones con motivo del Día de la Provincia, una ceremonia marcada por tres discursos, uno reivindicativo y otros dos más distendidos, y donde hubo tiempo, casi dos horas, para todo: desde la emoción por el homenaje a José Manuel Puelles de los Santos, presidente de la Diputación fusilado en 1936, hasta el humor más espontáneo en la disertación del ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, un catalán de Hospitalet que hizo reír a muchos sevillanos. Sin duda, la sorpresa más grata.

En lugar de un teatro, como ocurre con las medallas que concede la Junta y el Ayuntamiento, esta ceremonia se desarrolló en el Salón de Plenos de la Diputación, un recinto con escasa visibilidad para los asistentes, poco espacioso y en el que, en vez de butacas, hay 20 hileras de sillas cuya comodidad cuestiona el público a los 30 minutos de haber tomado asiento.

Sobre una tabla donde se sientan con poca holgura los galardonados tomó la palabra Rodríguez Villalobos. Su discurso fue reivindicativo: más autonomía e ingresos para los pueblos. Las bases que, según el presidente, deben servir al desarrollo provincial son la expasión de las energías renovables, la agricultura ecológica y un turismo de tarifas baratas y excelente calidad. Objetivo complicado. Al menos requiere mucho talento. Mientras Villalobos hablaba, los asistentes –entre los que había más familiares y amigos de los premiados que alcaldes y concejales– miraban de reojo el reloj cuando la disertación excedía los 10 minutos. Al final no fue para tanto. El mensaje del presidente quedó claro y el público agradeció que no se prolongara demasiado.

Luego empezó lo bueno. Al menos lo que muchos querían ver: el desfile de rostros conocidos –y no tan conocidos– sobre los que han recaído las medallas, placas y títulos este año. El momento más emotivo llegó con el reconocimiento como Hijo Predilecto de la Provincia de Sevilla a José Manuel Puelles de los Santos, quien fuera médico y presidente de la Diputación en 1934 y 1936, año en el que fue fusilado por el bando nacional tras iniciarse la Guerra Civil. Recogió el premio su hija Esperanza, una octogenaria que recibió “el mayor golpe de su vida” a los 14 años, cuando un día, al llegar a su casa, en la calle Bailén, se dio cuenta de que había sido desvalijada y que a su padre lo habían arrestado. Quince días después fue asesinado. Esperanza ayer se quitó “una espina”. “Nunca ha tenido un reconocimiento, pero ya le llegó su hora”, dijo la hija del homenajeado, a quien todos los asistentes aplaudieron puestos en pie.

Nudo en la garganta de los presentes. A Isabel Fayos, que ejercía de presentadora, le costó seguir leyendo. Pero había que intentarlo. Le llegó el turno a la otra Hija Predilecta, a Gracia Montes, quien recogió la distinción con el mismo gesto con el que cerraba sus espectáculos: amplia sonrisa y besos dirigidos al público.

Y prosiguió la ceremonia. La presentación de cada premiado fue, quizás, demasiado larga y los detalles más sustanciosos de cada biografía pasaron desapercibidos. Tras el dilatado prólogo pasaron a recoger sus medallas la primera rectora de la Pablo de Olavide, Rosario Valpuesta; el encargado de los proyectos de cooperación internacional de la Diputación, José Luis Pelayo; el periodista José Antonio Sánchez Araujo; el pediatra Ignacio Gómez de Terreros; el antropólogo Isidoro Moreno; el sacerdote que mejor ha estudiado la figura de Blas Infante, Enrique Iniesta Collaut-Valera (el premio lo recogió su hermana Teresa); y los diseñadores Victorio y Lucchino. Las placas de homenaje recayeron en la Asociación de la Prensa –que celebra su 100 cumpleaños– y en la ONCE.

Al acto asistió un amplio elenco de socialistas, principalmente del denominado sector oficialista: José Antonio Viera, Susana Díaz y Jaime Mougan, entre otros. Por parte del Ayuntamiento se reunieron el delegado de Urbanismo, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, y al alcaide del Alcázar, Antonio Rodríguez Galindo. Al alcalde no se le vio, y eso que durante años ejerció de presidente de esta Administración. También estuvieron presentes el portavoz del PP en el Ayuntamiento, Juan Ignacio Zoido, y el secretario general de este partido en Sevilla, Juan Bueno.

Araujo agradeció la distinción en nombre de los premiados. Su veteranía en las ondas obligó a cambiar el discurso al ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, quien fue durante 14 años alcalde de Hospitalet, pueblo barcelonés colindante con el Camp Nou, al que Araujo acude por motivos de trabajo. Corbacho dejó sobre la silla su discurso oficial y optó por recordar aquellos años en los que como primer edil defendió la “autonomía” de su pueblo frente a la capitalidad de la ciudad condal. “Barcelona se quedó con el Camp Nou y Hospitalet con los coches que aparcan cuando van al fútbol –afirmó el ministro–, pero ahora somos el referente de la arquitectura vanguardista que la capital usa para promocionarse turísticamente”.

De Hospitalet a Alcalá. De las ondas al Ministerio. La misma gracia, igual ingenio. Con crisis y sin ella. Gente de pueblo.

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