El corazón de Doñana, el espacio protegido más importante de Europa, sirve como ubicación para una empresa de magnitudes considerables. Dicho así, corremos el riesgo de relacionarla con prácticas incompatibles con el medio ambiente. Sin embargo, la existencia de Pesquerías Isla Mayor ha servido como acicate para la puesta en valor de realidades ecológicas en el humedal más importante del continente.

Veinte kilómetros de caminos polvorientos separan la piscifactoría del municipio de Isla Mayor. En plena marisma sevillana, flanqueada por los cursos del Guadalquivir y el Guadiamar, se encuentra la finca Veta la Palma, 11.000 hectáreas pertenecientes al grupo Hisparroz, que a su vez, es el dueño de la explotación acuícola de PIMSA (Pesquerías Isla Mayor).

El estuario del Guadalquivir representa el lugar idóneo para el cultivo de peces con un tratamiento natural en cielo abierto, donde las doradas, lubinas o corvinas "se alimentan de los nutrientes del continuo flujo de agua", según explica Miguel Medialdea, director de calidad y medioambiente de PIMSA. Tan endémico, que las múltiples aves que visitan el lugar, se alimentan de gran parte de la producción acuícola.

El proyecto de PIMSA se inició en 1990 con claras diferencias respecto a las tradicionales piscifactorías. Su ubicación en un lugar tan privilegiado desembocó en una apuesta por lo natural. Y el cultivo desarrollado, no tan intensivo como el que suelen emplear estas empresas. No obstante, sus 3.200 hectáreas de superficie inundada la convierten en la más amplia de Europa. "Buscamos la calidad por encima de la cantidad, el pescado tiene un espacio grande para desarrollarse, lo más parecido a la cría salvaje", argumenta Luis Contreras, director de la explotación.

El periodo de crecimiento del pescado no se acelera y se alarga durante tres años. La alimentación natural se complementa con un aporte alimenticio mínimo, compuesto por piensos. Esto hace que el pez se críe en claras similitudes con el salvaje. Un modus operandi que ha otorgado frutos a la empresa, como el reconocimiento de afamados cocineros como Martín Berasategui o Daniel García.

Pescado natural

El principal elemento diferenciador respecto a las tradicionales piscifactorías viene dado por la crianza a cielo abierto y la producción natural del pescado. 45 balsas de 70 hectáreas de media aprovechan el suelo y las características de la marisma para albergar, según especie y tamaño, a los peces. Modernas estaciones de bombeo reciclan de forma continua el agua, moviendo al día más de un millón de metros cúbicos. "Esto provoca la entrada de placton y camarón, el principal alimento de los peces".

Además, gracias a la entrada de agua, se incorporan a las balsas otras especies que naturalmente habitan en el río y que también son criadas para su posterior pesca. Es el caso del albur, la anguila o el camarón. La completa red hidráulica distribuye el agua, benefiando al cultivo pesquero. Dada la cercanía de la desembocadura, la composición hídrica de las balsas es salobre, una mezcla de aguas dulces y saladas que aproximadamente integra la mitad de sal del agua marina.

La pesca también se realiza mediante usos tradicionales. "Las balsas tienen una profundidad de 70 centímetros, se les baja el nivel de agua y el pescado se refugia unos en canales perimetrales, que son más profundos. Allí, mediante el arrastre se pesca la totalidad del pescado", explica Luis Contreras. Las faenas se inician a primera hora de la mañana y siempre por encargo. "Se pesca de lunes a viernes, con faeneros del municipio", prosigue Luis. Pueden servir lo que les pidan en cualquier momento del año, ya que tienen balsas de "múltiples tamaños y generaciones", de cada especie. La producción se vende como pescado fresco, y en cuestión de horas puede estar en el mercado de cualquier ciudad de España, "o de Europa central y mediterránea". La producción anual supera las 1.200 toneladas. Para Luis Contreras, el crecimiento experimentado "ha sido muy positivo, superior al 15% en los dos últimos años". Sin embargo, reitera la apuesta "por la calidad, basándonos en un crecimiento paulatino, y siendo conscientes de nuestro techo productivo".

innovación

La diversificación establece un objetivo innovador para Pesquerías Isla Mayor. El departamento de Investigación y Desarrollo trabaja por el progreso de la empresa a corto y medio plazo, con soluciones sostenibles y aplicables a sus labores actuales. Dicho departamento cuenta con la aprobación de la Consejería de Agricultura, que a través del Fondo Europeo de Pesca ha subvencionado el ambicioso proyecto de generación de alevines y la introducción del lenguado como cultivo acuícola.

Actualmente, los alevines de dorada, lubina y corvina se compran en productoras especializadas. Con la construcción de la nueva infraestructura, podrán inducir la puesta de manera natural, cerrando un círculo de autosufiencia que se alza como alhelo prioritario. "Producir crías, alimento y corrientes de agua hará que nuestro fruto sea aún más natural", comenta Miguel. Las puestas se provocarían mediante la temperatura del agua y en peceras especializadas bajo techo.

La producción de lenguado ha estado tradicionalmente vetado por las dificultades que acarrea. La investigación en esta materia alcanza sus últimas fases, con resultados halagüeños que posibilitarán la crianza de estas especies a finales de este año, coincidiendo con el fin de las obras de la nueva nave productora de alevines. La sección de I+D también lleva a cabo la gestión de otro proyecto de envergadura, el estudio de las microalgas originadas en las balsas, con vistas a un posible aprovechamiento.

PIMSA ha sido un importante motor económico para la comarca. Da trabajo de forma directa a más de 70 personas, aunando las tradicionales artes pesqueras en los canales de Isla Mayor. "Aquí pescamos albures, camarones o angulas, lo que tradicionalmente se ha capturado en el municipio", cuenta Miguel. Sin embargo, también destaca como generador de valores ecológicos en una zona que no puede prescindir de ellos. "Estar dentro del parque de Doñana conlleva una responsabilidad que muy orgullosamente cumplimos", relata Miguel.

Valor ecológico

La transformación de la finca ha sido orígen de un ecosistema con alto valor ecológico. "El movimiento del agua origina vida y nutrientes al que acuden multitud de aves". Muchas de las balsas están repletas de flamencos, garcillas o espátulas. Veta la Palma se ha convertido en un destino muy apreciado por estas aves migratorias, hasta el punto de que 50 de las 250 especies que la habitan poseen una importante relevancia medioambiental, como la malvasía o el águila pescadora. "La mitad de la población española de avoceta se concentra aquí", según señala Medialdea.

Sin embargo, estos visitantes de excepción tienen impacto en la producción de PIMSA. "Se comen el 20% de los peces, además del 40% de la población de camarones". No mitigan el inconveniente que generan, porque eso podría afectar al equilibrio ecológico. Si bien, sí establecen medidas disuasorias destinadas a disminuir este impacto, como el cubrimiento de las balsas de alevines con finas redes.

La presencia de estas aves ha hecho que la estación biológica de Doñana establezca en la zona áreas de estudio de nueve proyectos de investigación. La convivencia con Doñana goza de una sintonía basada en el beneficio mutuo. "Generamos servicio al ecosistema, mejoramos la calidad del agua y las aves y conseguimos un producto natural y de calidad", presume Miguel.

Un modelo que sirve de ejemplo en toda Europa. Del que han ofrecido ponencias y métodos de trabajo a los nuevos países miembros. Arquetipo de sostenibilidad en un marco natural incomparable. Definida como la producción acuícola del futuro, heredera del estuario del Guadalquivir, y del progreso y desarrollo que puede ofrecer la diversidad de Doñana. Fusión de economía y ecología como síntoma de innovación en la provincia de Sevilla.