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El jurado halla culpable de asesinato y de profanación de cadáveres al hombre que descuartizó a su tío

  • La Fiscalía rebaja a 15 años y medio la petición de condena para el acusado y la defensa mantiene la libre absolución o la pena mínima

El jurado popular ha hallado culpable de un delito de asesinato y de otro de profanación de cadáveres a Francisco Javier Román de Dios, el hombre de 39 años que en febrero de 2016 mató y descuartizó a su tío, Diego de Dios Ruda, de 54 años, y que durante el juicio reconoció el crimen que cometió y se mostró arrepentido del crimen.

El jurado ha hallado culpable al acusado por unanimidad de sus nueve miembros del delito de asesinato, mientras que en el caso de la profanación de cadáveres se ha llegado a un veredicto de culpabilidad por una diferencia de siete votos a favor y dos en contra, según han explicado fuentes del caso.

Tras la lectura del veredicto, la Fiscalía de Sevilla, que inicialmente solicitaba una condena de 25 años y seis meses de prisión por ambos delitos, ha reducido su petición hasta los 15 años y seis meses, mientras que la defensa del acusado, que ejerce la letrada Eva Mohedas, ha mantenido su petición de libre absolución o en todo caso que se le imponga la pena mínima para ambos delitos.

Al inicio de la vista oral, la representante del Ministerio Público tan sólo le formuló una pregunta al procesado sobre si los hechos son ciertos, a lo que Francisco Javier Román respondió con un lacónico “sí”.

A preguntas de su defensa, el procesado sí que explicó que no había previsto los hechos cuando la tarde del crimen inició la discusión con su tío y añadió que “no quería matarlo”. También se mostró “arrepentido” y sobre la descuartización del cuerpo de su familiar indicó que “no sabía qué hacer”, pero su intención no era profanar el cadáver.

Su defensa pedía inicialmente la libre absolución o que se le aprecie como circunstancias atenuante o eximente la drogadicción, circunstancia sobre la que el acusado declaró que era consumidor de drogas desde los 16 o 17 años y tenía intención de someterse a desintoxicación.

En los alegatos previos, la abogada defensora afirmó que Francisco Javier ha llegado a este juicio “condenado porque la prensa ha sacado lo más escabroso” del caso y lo ha “estigmatizado”, y señaló que cuando cortó en pedazos y embaló en paquetes a su tío su “única intención era deshacerse” del mismo.

La fiscal del caso precisó, por su parte, que no fue un “simple homicidio”, sino que en la acción hubo un “plus”, porque mató a su tío “sorprendiéndolo”, empleando armas y cuando estaba inconsciente, le dio 12 golpes con una picola y un martillo-machota.

En todo momento “sabía lo que hacía y quería hacerlo”, aseveró la fiscal, que destacó que además hubo una acción superior, “no se contentó con matarlo”, sino que lo descuartizó, una acción que “no era necesaria”.

Los hechos ocurrieron entre las nueve de la noche del 26 de febrero de 2016 y las diez de la mañana del día siguiente, cuando el acusado y su tío, Diego de Dios Ruda, se enzarzaron en una discusión motiva por la venta de una consola Playstation 4 que había hecho Francisco Javier y que su tío había tenido que recuperar.

Dice el fiscal que el sobrino convivía con la víctima desde unos tres meses antes y que la convivencia "no era pacífica", existiendo "continuos enfrentamientos", algunos de ellos motivados porque el sobrino vendía objetos suyos sin su consentimiento.

Esa noche, la víctima quiso hablar con su sobrino para que regresara a Gerona pero éste lo agarró por los brazos y "con ánimo de acabar con su vida" le atacó con una picola y un martillo-machota que había en la mesa del salón, con las que golpeó a su tío en la cabeza, alcanzándole los dos primeros golpes en la región frontal craneal.

En total, el acusado le propinó hasta doce golpes con ambos objetos, lo que le provocaron diversas heridas contusas en la región craneal, con fractura de la base y bóveda craneales y hemorragias encefálicas.

Durante el "repentino ataque", la víctima "apenas pudo dar un paso en dirección a la puerta de entrada, cuando el acusado, eliminando cualquier posibilidad de defensa, le propinó nuevamente, esta vez por la espalda, varios golpes en la región occipital derecha e izquierda, por encima de la nuca", lo que hizo que cayera al suelo boca abajo y en esa posición continuó agrediéndole con la machota hasta provocarle el hundimiento craneal.

La Fiscalía insiste en que Diego de Dios no se esperaba una "reacción agresiva" de su atacante y la agresión fue "tan contundente y tan continuada que la mínima defensa que ejerció al cubrirse el rostro con las manos fue insuficiente para repeler eficazmente el ataque", al tiempo que al hallarse bajo los efectos del alcohol su capacidad defensiva era aún menor.

Tras dar muerte a su tío de esta forma tan violencia, el acusado, con objeto de deshacerse del cadáver y "en todo caso, manifestando un absoluto desprecio por la memoria de su tío" -sostiene la Fiscalía en su escrito de conclusiones provisionales-, trasladó el cuerpo al cuarto de baño de la vivienda donde procedió a descuartizarlo, utilizando para ello "un serrucho de grandes dimensiones, con el cual iba desmembrando el mismo y separando las distintas partes del cuerpo" que posteriormente fue embalando en bolsas de plástico de basura.

La Policía se presentó en el domicilio de la víctima el 29 de febrero, una vez que los empleados de una bodega que frecuentaba la víctima se extrañaran por la ausencia de Diego durante todo el fin de semana. El acusado, que inicialmente les negó la entrada a los agentes, los dejó pasar y les dijo: "Ahí está mi tío al que estáis buscando", mostrándoles los trozos que quedaban del cadáver de Diego de Dios Ruda. Habían pasado tres días desde que cometió el crimen.

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