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La memoria hiriente de la pólvora

  • Benacazón vive su primera jornada de luto envuelta en la tristeza y sin conocer aún los familiares de las víctimas cuándo podrán dar sepultura a los fallecidos

Tardará mucho Benacazón en escuchar un cohete sin recordar los nombres de los cinco fallecidos en la explosión de la pirotecnia Nuestra Señora de las Nieves. Pasará bastante tiempo sin que el recuerdo de este trágico suceso siga envolviendo de tristeza este municipio que ayer vivía su primera jornada de luto sumido en el dolor y en la incertidumbre por no saber cuándo se podrá dar sepultura a los fallecidos y cuáles han sido las causas de la catástrofe. Dolor y dudas de un pueblo entero.

La sacristía de la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves hacía las veces de consultorio de las vecinas que se acercaban hasta el templo para preguntar al párroco si sabía cuándo serían enterradas las víctimas. "Por ahora sólo conocemos que el funeral que estaba previsto para mañana [por hoy] ha sido aplazado. El arzobispo lo oficiará, pero no sabemos cuándo", respondía uno de los feligreses. Más tarde, cuando se supo que había muerto Alejandro del Valle, siguieron las preguntas sobre la posibilidad de que el entierro se celebre hoy. Hasta esta mañana no habrá confirmación oficial. "Si al quinto fallecido se le diera hoy sepultura sería por la tarde", señalaban desde el Ayuntamiento.

Alejandro del Valle, conocido en el pueblo como El Castilleja, era padre de seis hijos. Su muerte es, quizá, la más trágica para los vecinos de Benacazón. El final de su vida está marcado por la fatídica coincidencia. "Su mujer le pidió que se dirigiera a otro sitio antes que a la pirotecnia, pero fue primero a la fábrica. Llegó para ayudar y se encontró con la muerte", aseguraba una de las vecinas que se congregaron ayer por tarde ante la puerta del Ayuntamiento para guardar un minuto de silencio por las víctimas del suceso.

El acto fue convocado por la Corporación municipal. Minutos antes estuvo presente el suegro de Antonio Garrido Pérez, uno de los fallecidos. "Me voy para mi casa. Hoy no ha dejado de entrar y salir gente preguntando por mi hija. Quieren saber si han identificado ya el cuerpo de mi yerno. Tengo dos nietos que vieron por útima vez a su padre el miércoles por la noche. La tragedia se ha adueñado del hogar y no sabemos cuándo se irá. Tal vez nunca".

A las nueve de la noche se hizo el silencio en la Plaza del Ayuntamiento. Los niños que antes jugaban con la pelota permanecían quietos junto al pedestal de una farola. No hablar fue difícil asignatura para ellos. Pasado el minuto, la alcaldesa de la localidad, la socialista Juana María Carmona, leyó un manifiesto de pésame a las familias de los fallecidos. Habló de historias rotas de esposas e hijos, de la tragedia más grande que ha vivido el pueblo y de la memoria que seguirá hiriendo a Benacazón: "Pasará mucho tiempo hasta que podamos oír un cohete sin acordarnos de sus nombres".

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