Provincia

Tres menores, implicados en una brutal agresión a una marroquí

  • Un chico de 14 años confiesa que la golpeó con una gavilla en la cabeza, dejándola inconsciente · La víctima se recupera en el Virgen del Rocío tras sufrir un coágulo

Lo que empezó como una gamberrada subida de tono pudo terminar en una tragedia de terribles consecuencias. Un chico de sólo catorce años, vecino de la localidad de Arahal, ha confesado que golpeó en la cabeza con una gavilla de metal a una mujer marroquí a la que dejó inconsciente y que conserva la vida gracias a que fue atendida con cierta rapidez. La víctima se recupera ingresada en planta en el Hospital Virgen del Rocío tras pasar varios días en la UVI, donde según fuentes municipales fue tratada de un coágulo cerebral. Aunque la investigación sigue abierta, se sabe que en los hechos participaron otros dos menores de edad que aún no han sido localizados.

Los hechos, según la versión del jefe de la unidad de Servicios Especiales de la Policía Local arahalense, Antonio Brenes, sucedieron la noche del pasado día 13, cuando una patrulla acudió al Centro Cívico de la localidad, situado a cierta distancia del núcleo urbano, tras recibir el aviso de que varios jóvenes estaban tirando piedras al tejado de este edificio. Cuando llegaron los agentes se toparon en el suelo con el cuerpo inerme de la mujer, D. B. B., en medio de un charco de sangre. De inmediato, llamaron al servicio de Urgencias 061, que trasladó a la herida al centro hospitalario.

Las pesquisas de la Policía Local y la Guardia Civil permitieron identificar al autor del golpe el pasado jueves, que se personó en el acuertalamiento de la Benemérita acompañado de su padre. Tras prestar declaración, será ahora la Fiscalía de Menores la que decida si formaliza una acusación contra él y qué medidas adopta.

La víctima reside en la localidad desde hace años y padece algunos problemas mentales, según dijo ayer el alcalde, Miguel Ángel Márquez. Procedente de Marruecos, fue la pareja sentimental de un vecino del pueblo del que posteriormente se separó. Su falta de recursos económicos llevó al Consistorio a cederle la que en su día fue la casa del portero del antiguo instituto de la localidad, convertido hoy en Centro Cívico.

El alcalde afirma que no era la primera vez que D. B. B. era víctima de burlas y actos vandálicos por parte de algunos jóvenes, si bien nunca se había llegado a los extremos descritos. Hace tres semanas, según Márquez, alguien intentó sin éxito echar abajo la puerta de la casa de la víctima, aunque sin éxito.

D. B. B. apenas si habla español y es una persona huidiza y bastante desconfiada de los extraños. La vida la ha castigado, no le ha dado tregua. Pasa los días sentada en el banco de una plaza y subsiste gracias a una pequeña paga de carácter asistencial. Aquella noche, según el relato del joven a la Guardia Civil, la mujer respondió a las chanzas con lo que parecía el palo de una escoba.

Alicia Guisado, concejal de Servicios Sociales, la conoce bien y es una de las personas que la ha visitado estos días en el hospital. "El último TAC que le han hecho indica que, afortunamente, el coágulo se ha reducido", afirmó ayer con alivio. Incluso se ha animado a dar pequeños paseos por los pasillos. El párroco y otros vecinos del pueblo también han pasado por el Virgen del Rocío para darle ánimos.

La descripción del agresor confeso es bien distinto, según las fuentes consultadas. Forma parte de una familia estructurada y conocida en este pueblo que frisa los 19.000 habitantes. No se le conocen problemas por vandalismo o consumo de drogas. "Un chico aparentemente normal", en palabras del jefe policial, si bien sus acompañantes aquella noche pudieran tener un perfil algo más conflictivo como consecuencia de un entorno familiar complejo. El alcalde desliga lo ocurrido de un acto xenófobo. Fue el lamentable epílogo a varios episodios de ensañamiento con alguien sin defensa.

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