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La niña-madre llegó a España desde Rumanía hace sólo tres semanas

  • La familia, que reside en Lebrija, confirma que el padre es un niño de trece años con el que la pequeña "ha roto relaciones"

La calle Tejar, de la vecina localidad de Lebrija, fue ayer un hervidero de medios de comunicación nacionales que realizaban el seguimiento de la increíble pero no menos cierta noticia que Diario de Jerez adelantó en su edición de ayer: una niña de diez años había dado a luz a una niña en el hospital general del SAS. La calle Tejar es una céntrica vía lebrijana en la que se prodigan las viviendas autoconstruidas de dos plantas. La excepción es el número 8, un viejo edificio de color gris donde viven decenas de súbditos rumanos y peruanos. Según los vecinos que moran en las inmediaciones "ya no queda ni un solo español ahí, todos se han marchado".

El estado en que se encuentra el inmueble deja mucho que desear. No en vano, la empinada escalera que da acceso al primer piso no tiene luz, lo que unido al hecho de que no haya ni una sola ventana provoca que la escalera sea una boca de lobo. La bombilla, simplemente, ha desaparecido, junto con el casquillo. Pero la razón de que no haya luz, al menos así lo parece, no es es que se hayan llevado la bombilla sino que no hay corriente eléctrica. Los timbres tampoco funcionan en ninguna de las tres puertas que se ubican en el estrechísimo descansillo. El único detalle que se vislumbra en la oscuridad, gracias a la luz que entra por la minúscula casapuerta, es un macetón con flores de plástico que nadie se ha llevado. Un contraste curioso.

Entre los miembros de la comunidad rumana de este bloque se encuentra la niña Elena, la jovencísima madre que el pasado fin de semana recibió el alta hospitalaria en el centro sanitario jerezano. Con ella se llevó a Nicoletta, nombre con el que llamarán a la recién nacida. El incesante flujo de periodistas se topó, en primera instancia, con el rechazo de la comunidad rumana del bloque que, poco a poco, se fue abriendo con los visitantes.

Olimpia, la abuela del bebé, atendía a los medios de comunicación después de que su esposo se lo permitiera. La mujer, que parece no superar la treintena, bajó las escaleras sonriente, para responder con una tranquilidad pasmosa a todas y cada una de las preguntas que unos no menos sorprendidos periodistas le realizaban en la calle. Según manifestó, la niña llegó a España hace tres semanas procedente de Rumanía con un doble objetivo: uno de ellos era asistir a la boda de un familiar, la cual se celebró el pasado sábado en la azotea del edificio. La segunda razón fue objetivo directo de las preguntas de los periodistas. "¿Lo hizo para que el bebé naciera en España?", se le preguntó mientras los micrófonos la rodeaban. La respuesta fue concluyente: "Sí". Algunas personas quieren ver en este viaje en avanzadísimo estado de gestación por media Europa un interés económico tal y como sería cobrar los 2.500 euros de la ayuda a la natalidad conocida popularmente conocida como cheque-bebé. Pero no es así, ya que para recibir la ayuda es obligatorio llevar al menos dos años residiendo en España.

Elena dejó en Rumanía al padre de su hija, del que tan sólo se sabe que tiene 13 años y que ya no pinta nada en la vida de la niña-madre y su bebé. Según apuntó la abuela, Elena y su hija se quedarán en España "ya que la relación se ha roto, pues ambos se han separado". Sobre el estado de la menor dijo que "se encuentra muy bien, muy bien, como la niña, que también está muy bien y es muy bonita. Elena está muy feliz con su hija. Esto es una gran alegría. Esto no es un drama". La abuela aseguró no entender el revuelo que se ha organizado en torno a esta insólita maternidad y señaló que  no debe sorprender la edad a la que la niña ha sido madre "porque es a esa edad cuando nosotros nos casamos en Rumanía", manifestó la mujer, que es de etnia gitana, raza que suele celebrar enlaces a tempranas edades, aunque no tanto como el caso que nos ocupa. Tanto el embarazo como el parto fueron absolutamente "normales", dijo la no menos joven abuela.

Casi todas las personas que viven en el bloque de tres plantas mantienen lazos familiares entre sí y todos ellos se muestran asombrados por la repercusión que a su juicio ha tenido el parto de la niña-madre. Uno de ellos es un joven rumano que no aporta su nombre pero sí dice que a él en España le llaman "Gonzalo". Según manifiesta, "mi mujer dio a luz a nuestra niña con sólo doce años. No pasa nada. Esto es normal".

Los vecinos españoles de la calle no salen de su asombro por la edad de la madre. Todos ellos confirman que "la abuela lleva aquí mucho tiempo, pero la niña es una recién llegada". Según apuntaron los vecinos, Elena no era la única embarazada del bloque ya que pudieron ver a otra chica en estado el pasado sábado en el transcurso de la boda que se celebró hasta altas horas en la azotea del inmueble. Sobre la dedicación de la familia, unos vecinos aseguran que una parte de ellos se dedica a la mendicidad y otra parte a la recogida de chatarra.

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