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Problemas medioambientales en mairena del aljarafe La vida junto a una fábrica de aceitunas

Los vecinos del alpechín

  • Medio centenar de vecinos del residencial Buenavista denuncian la contaminación atmosférica y el ruido procedentes de una fábrica de aceite lindante con sus casas

El dormitorio del pequeño Fernando es como el de todos los demás niños de su edad: predominan los colores vivos, lo adornan peluches y juguetes y cuelga de la pared la bufanda de su equipo favorito. Pero la perspectiva desde la ventana del cuarto es extraordinaria. Una gran piscina recoge un caño permanente de alpechín en la fábrica de aceite que linda con este adosado del residencial Buenavista de Mairena del Aljarafe. Paradojas nominales. "No podemos abrir la ventana. El niño apenas puede dormir, porque el ruido de los motores de la fábrica lo tenemos las 24 horas del día", asegura el padre del pequeño, Fernando Miguel Montes.

No es sólo una cuestión de vistas. "El alcalde nos dijo un día que esto era como estar expuestos a la primera línea de playa, por aquello de la oxidación. Pero igualito, ¿verdad?", dice Ana Cai mientras muestra la herrumbre del marco de las ventanas de su dormitorio. Se trata de la calidad de vida de unos 40 vecinos. La mayoría son matrimonios jóvenes, que llegaron atraídos por el reclamo de la calidad de vida del Aljarafe hace 12 años. El crecimiento del municipio ha dejado a un paso del casco antiguo la gran parcela de la fábrica aceitera. "Cuando compramos las casas, en 1994, desconocíamos que nuestras paredes lindaban con una fábrica de aceites. El origen del problema está en el que concedió la licencia urbanística", explica Juan Alberto Fajardo.

Como en la playa, pero con sosa caústica en vez de brisa marinera. "La sosa queda en el ambiente una vez que se evapora de la piscina", matiza Paqui. La carrocería de los coches aparcados sufre las consecuencias en forma de óxido. Pero los vecinos insisten en que no quieren la salida de la fábrica de Euroliva. "Sabemos que es fundamental para la vida del pueblo y aquí no se cuestiona la calidad del producto; sólo pedimos respeto y que no contaminen", advierte con ahínco Fajardo.

El hedor a alpechín es perceptible al cabo de unos minutos en las casas. "En verano el olor es ya insoportable. Aquí tengo fotos de la piscina de la fábrica rebosando de espuma blanca. Con la evaporación la sustancia se esparció por todas partes", comenta Paqui.

De las fachadas de las casas de la calle Ignacio Zuloaga cuelgan pancartas reivindicativas. Por nuestra salud, queremos respirar, basta de humo y olores son algunos de los lemas. Paqui Díaz, que se ha erigido en portavoz de los afectados, acaba de llegar de la delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. La calle es lugar de encuentro y el resto de vecinos aguarda ávido de noticias. "¡Sólo queremos que nos dejen vivir como personas!".

El Ayuntamiento de Mairena, aseguran los vecinos, no les ofrece una respuesta satisfactoria al calvario de los vecinos y condiciona su intervención a que informes medioambientales aseveren aquello que los vecinos tienen claro. Paqui Díaz porta una carpeta con el dossier de documentos almacenados desde el inicio de los problemas, en 1998. Denuncias, informes internos elaborados por técnicos del Consistorio advierten incluso de los malos olores y el óxido de los coches. También abundan los diagnósticos médicos recabados por vecinos que sufren enfermedades respiratorias.

A Consuelo del Valle y Francisco Travé lo que más les preocupa son sus hijos. "Tenemos niños, de 3 y 7 años, y padecen asma. Ya hemos presentado al Defensor del Pueblo un escrito para pedirle ayuda". Los niños juguetean ajenos al problema ambiental por el suelo del salón de casa, pero su madre no abre siquiera las ventanas. En el patio trasero del adosado, que linda con los motores de las instalaciones, el olor es especialmente intenso. "¡Qué lástima tener este patio y no poder ni disfrutarlo!".

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