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Manuel González Jiménez. Medievalista y profesor emérito de la Universidad de Sevilla

"Alfonso X dudó mucho, como Rajoy, y en política no se puede dudar"

  • Biógrafo de Alfonso X y Fernando III, los estudios de este académico de Buenas Letras son fundamentales para conocer la historia de la Baja Andalucía durante los siglos XIII y XIV

-¿Qué representa esa insignia que lleva en el ojal de la chaqueta?

-Mi título de Hijo Predilecto de Carmona.

-Carmona aparece constantemente en su obra como historiador. ¿Amor a la tierra?

-El haber nacido en Carmona me ha condicionado muchísimo... De niño jugué en el Alcázar al que después hicieron parador y me peleaba con los niños del barrio de Santiago -el mío era el de San Blas-, zonas populares y sencillas de la ciudad. A Carmona dediqué mi tesis doctoral, que versó sobre la ciudad a finales de la Edad Media, entre 1460 y 1520. Fue uno de los primeros libros de historia local que se hicieron en unos momentos en los que apenas existía esta modalidad o que se despreciaba por considerarla como algo de eruditos de pueblo. Intenté realizar aquella investigación con la ingenuidad de la época de hacer una historia total en la que estuviese reflejada la economía, la población, la religiosidad...

-¿Unos orígenes personales humildes?

-Sí, mi padre era albañil y mis abuelos campesinos. En mi familia no había ninguna tradición ni de dinero ni de estudios... Bueno, mi abuelo paterno era muy lector, tenía una enciclopedia muy gorda y me hablaba del "Poloponeso", una palabra que se me ha quedado grabada en la cabeza.

-Carmona es una de las ciudades con más patrimonio histórico de la provincia de Sevilla. Imagino que eso influye a la hora de ir fraguando una vocación de historiador.

-Sí. Yo estudié primero en un colegio que estaba en el antiguo palacio del Marqués de Saltillo y en el que enseñaban maestros nacionales que apenas sabían leer y escribir, de una ignorancia absoluta. Después me fui al colegio de los salesianos, en el palacio de los Quintanilla -uno de los linajes más viejos de la ciudad-, que tenía como capilla la iglesia de Santiago, probablemente la más antigua de Carmona. Todo esto se te mete en el cuerpo y te va forjando una sensibilidad.

-¿Se siente profeta en su tierra?

-Me siento muy obligado a mi tierra. El origen de las personas es fundamental.

-¿Y por qué escogió la Historia como carrera profesional?

-Siempre me gustó y mi condición de memorión me permitía lucirme en esta disciplina. También me gustaban las lenguas clásicas, pero en mi casa no había dinero para mandarme a las universidades donde entonces se cursaba esta especialidad. Fue una mezcla de vocación y necesidad.

-Su maestro fue Juan de Mata Carriazo y Arroquia, uno de los grandes profesores de su generación.

-Era un hombre muy serio y formal, el único que he visto en mi vida que conseguía dar la lección en exactamente una hora. Era muy educado, pero muy distante y solemne, al estilo de los catedráticos de la época. Obligaba a los estudiantes a examinarse con chaqueta y corbata... Cuando yo era su ayudante de cátedra algunos alumnos venían a pedirme por favor una corbata porque Carriazo no le dejaba entrar en el aula. Mi último día de carrera me propuso que si era capaz de hacer la tesina durante el verano me haría ayudante de clases prácticas. Trabajé como un loco haciendo mi tesina sobre Carmona en la Guerra de Granada y, como don Juan tenía una finquita en Mairena del Alcor , yo me desplazaba hasta allí en moto para ir enseñándole las páginas que iba redactando. Aquello cambió todo mi horizonte.

-¿Algún profesor más?

-Otro de mis maestros fue don Octavio Gil Munilla, que enseñaba Historia Antigua y Media Universal debido a que le interesaba estar en Sevilla y esa era la cátedra que estaba disponible entonces. Sin embargo, su verdadera especialidad era Fernando VII y las Malvinas... Las cosas que pasaban entonces. Como profesores ayudantes tuve a Alfonso Lazo y a Carlos Álvarez Santaló.

-El Gobierno de España le acaba de conceder la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, curiosamente un monarca al que usted ha dedicado cientos de horas y de páginas de investigación.

-Por cierto, que me enteré de la condecoración por la prensa. Todavía no me ha llamado nadie para notificármelo oficialmente.... De estudiante me había impresionado el libro El repartimiento de Sevilla, de don Julio González y González, y, cuando acabé mi tesis, decidí estudiar la repoblación durante el siglo XIV, que todavía era muy desconocida pese a algunos apuntes de González y Ramón Carande. Ese libro ya me situó en Alfonso X, porque todo el proceso es una consecuencia de las decisiones tomadas por él en el XIII. Mi libro fundamental es la biografía de Alfonso X.

-En Sevilla se conoce más a Fernando III, por su condición de santo patrón, pero quizás su hijo Alfonso X fue más importante para la ciudad...

-Los dos fueron muy importantes. Fernando III conquistó la ciudad y le dio unos fueros, pero ni la repobló ni la organizó. Quien realmente organizó Sevilla fue Alfonso X. Lo hizo desde todos los puntos de vista: económico, social, político, religioso... Él fue el repoblador de Sevilla y de toda la Baja Andalucía, y lo hizo con una gran intensidad desde su primer año como monarca en 1252.

-¿Qué sabemos de Alfonso X?

-Sabemos bastante. Fue un monarca contradictorio, hijo de un santo guerrero con un gran prestigio internacional al que adoraba. Aunque no fue un santo, sí fue piadoso, muy devoto de la Virgen María, como demuestran sus Cantigas, las cuales, entre otras cosas, son un monumento de devoción sincera. Él es un trovador y la Virgen es su dama. Sin embargo, es falsa esa idea que se tiene de él como mal político y militar.... Conquistó toda la Baja Andalucía: Jerez, Medina Sidonia, Arcos de la Frontera, Alcalá de los Gazules; fundó El Puerto de Santa María sobre una alquería mora; también conquistó todo el reino de Niebla y se hizo con el control del Algarve... No hay que olvidar que es el impulsor de una obra jurídica impresionante como son Las Partidas. Alfonso X organizó a Sevilla de tal manera que, por vez primera, todos los que gobernaban la ciudad debían ser nombrados por el rey y vasallos suyos y de su infante heredero, modelo que Alfonso XI extendería posteriormente a todas las ciudades de realengo. Esto significa controlar el dinero, el poder y la sociedad de la ciudad, un gesto verdaderamente moderno.

-¿Y por qué esa falsa imagen de rey poco hábil políticamente?

-Quizás porque fue un hombre que dudó mucho, como Rajoy, y en política no se puede dudar. El monarca dudó muchas veces y le fue mal: se le sublevaron sus hermanos, los nobles... pero siempre se manejó con debilidad. Ya muy viejo, con sesenta años, sí actuó con contundencia cuando mandó a ejecutar a su hermano don Fadrique, el de la torre, que había conspirado contra él para derrocarlo.

-¿Y su padre Fernando III , sobre el que ha escrito una biografía que fue premiada por la Fundación Lara, fue un auténtico santo?

-Sí lo fue. En una época en la que lo normal era que los reyes tuviesen muchas amantes y bastardos, él sólo tuvo dos esposas. Esto se debe en gran parte a su madre, doña Berenguela, la vieja reina. Era una mujer impresionante, con un gran ingenio político que educó al hijo en todos los sentidos y le enseñó lo malo que era tener bastardos tanto en el sentido político como en el religioso. En cuanto falleció la primera mujer de Fernando III, Beatriz de Suabia, le buscó una francesa, Juana de Dammartín.

-Como ha señalado, Alfonso X es el verdadero organizador de los repartimientos en la zona de Sevilla. Se suele repetir que el llamado problema del latifundio tiene su origen en esos repartimientos. ¿Cuál es su opinión?

-No estoy en absoluto de acuerdo con esa idea, que fue difundida en su día por Vicens Vives y su discípulo y amigo Santiago Sobrequés, padre del político nacionalista Jaume Sobrequés. Por ejemplo, cojamos un caso sencillo, el de Carmona, que realiza su repartimiento en el año 1253. Éste se realiza entre las tres típicas categorías militares: los hidalgos, los llamados caballeros-villanos y los peones. Bueno, los que menos reciben, que son los peones, obtienen 60 hectáreas de tierra de cereal de la Vega de Carmona... ¡Ojo! Que no es ninguna tontería. Este mismo modelo es el que se da en todas partes. Lo que sucedió es que la evolución posterior, con la crisis económica de finales del XIII o las pestes del siglo XIV y las guerras civiles, propició un proceso de concentración y creación de grandes propiedades, porque los pobres son los primeros en vender.

-¿Y a los grandes títulos andaluces cuánta tierra le correspondió?

-En la Baja Andalucía no hubo nobleza propia hasta finales del siglo XIII . Los primeros linajes fueron los Fernández de Córdoba, los Ponce de León y los Guzmanes. Se fue creando una nobleza muy vinculada a la promoción social que permitía la frontera y a la guerra con los moros. Los primeros nobles arrancaron de abajo. El primero de los Fernández de Córdoba era un asalariado y los Ponce de León y los Guzmanes provenían de ramas secundarias castellanas. Ninguno de los grandes linajes del siglo XIII se estableció en Andalucía.

-No deja de ser chocante que una de las grandes obras que hizo Alfonso X en la ciudad, las Atarazanas, sigan a la espera de una debida restauración y de un proyecto de uso.

-La desidia que hay en torno a las Atarazanas es una vergüenza. Todos los astilleros medievales de Europa, incluidos los de Barcelona, están cuidadísimos. Las Atarazanas de Sevilla fueron, probablemente, las más grandes del continente y ocupaban antiguamente toda la manzana, incluido lo que hoy es la Caridad y Hacienda.

-En general, actualmente existe toda una reivindicación del mudéjar como arte sevillano. El actual Ayuntamiento está haciendo muchos esfuerzos por incluir a este estilo en las rutas turísticas.

-Como indicaba recientemente en un artículo Rafael Cómez, el mudéjar de las iglesias sevillanas se inicia después del terremoto del 24 de agosto de 1356, que hundió la mayor parte de las vienticuatro parroquias de la ciudad, las cuales no eran más que mezquitas reutilizadas, empezando por la catedral. Fue el famoso terremoto en el que las santas Justa y Rufina aguantaron la Giralda. Nuestro gótico-mudéjar -nunca olvidemos que hablamos a un gótico adaptado a la escasez de piedra de la zona- se inventó en Toledo, donde se encuentran más y mejores ejemplos que en Sevilla.

-Uno de los personajes más populares de la Sevilla medieval es Pedro I, una figura que siempre observamos difuminada por la bruma de la leyenda: el cruel, el justiciero, el depredador sexual, el hombre sanguinario... ¿Cuál es la realidad histórica?

-Pedro I fue hijo de María de Portugal, a la que su marido Alfonso XI abandonó por una sevillana, una Guzmán, que le dio bastardos a punta pala. Su madre le inculcó el odio a los bastardos en su señorío de Talavera de la Reina, lugar al que se había retirado con su primogénito. El odio condicionó mucho su vida política. Es posible que tuviera algún tipo de enfermedad mental... Esa propensión a la ira, a las reacciones violentas.

-Además de Carmona y Sevilla, hay otra localidad andaluza sobre la que ha investigado intensamente: El Puerto de Santa María. ¿Por qué su interés por este lugar?

-Por su vinculación a Alfonso X. El Puerto era una aldehuela mora, una alquería, que por su posición en la Bahía de Cádiz recibía a comerciantes castellanos, gallegos, santanderinos y asturianos que crearon, antes de la conquista, una colonia de cristianos en la que había una pequeña iglesia con una imagen de la Virgen, por lo que llamaron al núcleo Santa María del Puerto. Cuando Alfonso X conquistó la población y le dio un fuero la llamó El Gran Puerto de Santa María. No es una casualidad que el monarca dedicase veinticuatro de sus cantigas a aquella imagen, un ciclo completo. Alfonso X también creó un templo para la estatua utilizando la antigua mezquita de Alcanatir -nombre moro del Puerto- y que hoy en día envuelve el Castillo de San Marcos, en la misma orilla del Guadalete. El Puerto de Santa María es mucho más consciente de su vinculación con Alfonso X que Sevilla, y allí dirijo la Cátedra Alfonso X el sabio que fue impulsada por Luis Caballero.

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