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Juan Rodríguez Uranga. Director del centro de neurología avanzada.

"Andalucía va a la cola de España en el tratamiento del ictus"

  • Este médico 'criado' en el Virgen del Rocío, especializado en epilepsia y medalla de oro del Foro Europa es uno de los neurólogos más prestigiosos de Andalucía.

El despacho de Juan Rodríguez Uranga (San Bartolomé de la Torre, Huelva, 1975) es amplio, sobrio y de una limpieza puntillosa. La única concesión a la decoración es una gran hornacina donde guarda los "ex votos" que distintos pacientes le han regalado en agradecimiento: la medalla de un corredor, una reproducción en plata del Gran Poder... Rodríguez Uranga, actual director médico del Centro de Neurología Avanzada, es uno de los neurólogos más reputados de Andalucía. Licenciado en Medicina por la Universidad de Sevilla, cursó la especialidad de neurología en el Hospital Universitario Virgen del Rocío, llegando a formar parte del staff de su Servicio de Neurología, después de ser becario de la Fundación Reina Mercedes. Tras trabajar durante 11 años en el Instituto de Especialidades Neurológicas, actualmente es el director del Centro de Neurología Avanzada. Aunque toca todos los palos de la neurología, está especializado en epilepsia y neurología funcional. Es medalla de oro del prestigioso espacio de debate europeísta Foro Europa.

-Las ilustraciones de muchas publicaciones populares suelen representar al hombre del futuro con un gran cerebro, casi monstruoso… ¿Será así o el crecimiento de nuestro cerebro se ha parado gracias a esas prótesis del cerebro que son los ordenadores?

-Biológicamente sabemos que el cerebro ha crecido desde nuestros ancestros. Las nuevas tecnologías no tienen por qué inhibir este proceso, ya que hacen que se desarrollen muchas funciones cognitivas, lo que probablemente lleve consigo el aumento del volumen cerebral. Esto es muy difícil de medir, pero sí es cierto que ya hemos observado cambios metabólicos en el cerebro paralelos a la evolución del conocimiento.

-¿Cómo se hace eso?

-Gracias a la tecnología ya podemos medir la glucosa que capta el cerebro, que es su alimento. De esta forma se observa que determinadas zonas del cerebro se pueden hacer más hipermetabólicas, más funcionantes, desarrollando una habilidad determinada.

-Interesante. ¿Y qué consencuencias prácticas tiene esto?

-Con algunas terapias conseguimos hacer que funcionen bien determinadas zonas del cerebro que no lo estaban haciendo, lo que sirve, por poner un ejemplo, para combatir la hiperactividad en algunos niños, la cual se produce porque sus cerebros tienen zonas poco funcionantes, como la frontal profunda.

-El cerebro es como un músculo, ¿no?

-A menor uso, el cerebro tiende a atrofiarse. De ahí que hablemos de lo importante que es ejercitarlo y tener reserva cognitiva. ¿Por qué las personas que tienen un mayor nivel cultural tardan más en sufrir una demencia que los que tienen un nivel cultural más bajo? Pues porque tienen una reserva de memoria y cognitiva. Lo que trabajemos hoy la memoria y las funciones cognitivas nos servirá mañana para enfrentarnos con más seguridad a las enfermedades neurodegenerativas. Sabemos que, con 85 años, alrededor del 50% de las personas sufren un proceso neurodegenerativo, por lo que es importante que nos tomemos en serio esto que estamos diciendo.

-¿Sacamos todo el provecho a nuestro cerebro?

-En el cerebro hay zonas elocuentes y no elocuentes. Las elocuentes son las muy importantes desde el punto de vista de las funciones, aquellas que no se pueden quitar con una cirugía porque dejaríamos al paciente con un déficit neurológico importante. Es decir, que si seccionamos la zona motora, el paciente tendrá un déficit motor, o si lo hacemos con la corteza sensitiva primaria no podrá controlar la mano. Asimismo, si resecamos la zona del lenguaje de Wernicke no podrá entender lo que oye y si seccionamos Broca no podrá expresarse… Pero hay otras zonas que no son tan importantes, las no elocuentes, aunque las podemos complementar con otras zonas del cerebro. Por ejemplo, el lóbulo temporal derecho lo podemos seccionar sin generar un menoscabo importante al paciente… No es que estas zonas no sirvan para nada, es que son menos importantes.

-¿El uso de las nuevas tecnologías cambiará nuestro cerebro?

-Eso es muy pronto todavía para afirmarlo, pero yo pienso que sí lo hará. El desarrollo de lo visoperceptivo, de la imagen, va a producir, sobre todo, que determinadas zonas del cerebro funcionen de una forma diferente. Además, los pocos estudios que hay indican que podemos desarrollar el cerebro y cambiarlo con las nuevas tecnologías.

-¿Y podremos hacer prótesis para el cerebro?

-Ya se ha avanzado mucho en neuroprótesis y robótica, sobre todo para el sistema nervioso periférico. En lo que se refiere al cerebro implantamos mucho. El futuro de los tratamientos de muchos procesos neurológicos está en la estimulación del cerebro. Implantamos continuamente electrodos. Por ejemplo, a un enfermo de párkinson que tiene un fuerte temblor en una mano le implantamos un electrodo en el tálamo del otro lado y conseguimos parar ese movimiento. A los epilépticos les implantamos un estimulador en el nervio vago o electrodos en la zona central del cerebro y conseguimos reducir considerablemente sus crisis. Actualmente se están haciendo estudios con enfermos de alzhéimer a los que, implantando electrodos en la zona de la memoria, podemos mejorar sus funciones cognitivas.

-En La naranja mecánica, la legendaria película de Kubrick, se critica el intento de reinsertar a un delincuente a base de electroshocks…

-Antes, en casos muy graves, se hacían intervenciones como las lobotomías. Al paciente se le quitaba el lóbulo frontal, que es el que controla la conducta, y quedaba ahuevado, frontalizado, apático, indiferente, mutista, sin control de impulsos. Eran técnicas irreversibles. Lo que hacemos ahora no tiene nada que ver con eso, se trata de estimular o inhibir con electrodos para controlar, por ejemplo, un trastorno obsesivo compulsivo rumiante o una depresión. Son técnicas reversibles. Ahora, además, estamos desarrollando la estimulación magnética transcraneal, con la que sin meter ningún tipo de censores en el cerebro logramos estimular una determinada zona con una pala de ondas magnéticas. Activando determinadas áreas cerebrales que ya están establecidas en los protocolos, y sin invasión, vamos a poder luchar contra las adicciones, la obesidad, la hemiplejia...

-En toda esta conversación apenas estamos hablando de fármacos…

-Estamos desesperados con el desarrollo de la química ¿Cuántos años llevamos estudiando fármacos para el párkinson, el alzhéimer, los procesos neurodegenerativos, la epilepsia? Hemos conseguido fármacos más seguros y con menos efectos adversos, pero no obtenemos mejores resultados. Sin embargo, en otras patologías como la esclerosis múltiple o los procesos infecciosos del sistema nervioso, sí estamos consiguiendo fármacos efectivos. Éstos también van a poder actuar en la migraña y el alzhéimer, pero todavía estamos en fase de desarrollo.

-El alzhéimer sigue sin tener curación…

-Y sin prevención, salvo que desarrollemos mucho nuestras habilidades para acumular esa reserva cognitiva de la que hablábamos antes.

-Es una enfermedad muy vinculada al envejecimiento. Quizás hemos exigido vivir mucho tiempo y nos hemos olvidado de la calidad de esa vida.

-Sí, antes se veían menos casos porque, sencillamente, la gente moría más joven. Las personas vivimos cada vez más y hay un momento en que el cerebro involuciona. Si viviéramos indefinidamente acabaríamos prácticamente todos con alzhéimer.

-Vivimos en lo que se ha calificado como una "sociedad insomne". Uno de los grandes problemas contemporáneos es la falta de sueño.

-El sueño es fundamental, porque es lo que va a estabilizar el funcionamiento de neurotransmisores muy importantes para el funcionamiento del cerebro. Hoy en día hay un síndrome que afecta a mucha gente: la apnea obstructiva del sueño, la cual está provocada por el ritmo de vida, la obesidad, las dietas hipercalóricas … Todos estos factores contribuyen a crear los problemas respiratorios en el sueño que hacen que se acumule anhídrido carbónico y se produzcan ictus, problemas cardiacos… Otros problemas del sueño son las parasomnias, las piernas inquietas… El sueño es fundamental no sólo para la salud cognitiva, sino también para la física.

-¿Y qué hay que hacer para dormir bien?

-Cuidarse. Hacer ejercicio, tener una dieta sana, evitar el estrés… Todavía queda mucho por saber, pero hoy estamos desarrollando unas unidades de sueño con las que estamos aprendiendo bastante. Muchos de los problemas del sueño son el inicio de enfermedades neurológicas años después. Estudiando se ven muchas cosas y se anticipan muchas patologías…

-Es decir, que son premonitorios, como creían los antiguos…

-Ahí está, las enfermedades neurodegenerativas empiezan mucho antes con problemas del sueño.

-Vinculado a los problemas del sueño está el abuso de los fármacos. Muchas personas toman pastillas para dormir.

-Es algo muy habitual en nuestra sociedad. El consumo de ansiolíticos produce adicción y el consumidor habitual necesitará cada vez más cantidad de estos medicamentos para dormir.

-¿Se puede morir una persona de sueño?

-Hay personas que se mueren de no dormir, porque como ya hemos visto el no dormir profundamente produce infartos, ictus… Dormir es fundamental.

-¿Podremos trasplantar alguna vez un cerebro?

-El problema es que no somos capaces de conectar la médula, de ahí que cuando se secciona en un accidente el paciente está condenado a la paraplejia o la tetraplejia. Estamos hablando de conexiones microscópicas que no se pueden pegar así como así. A día de hoy es imposible trasplantar un cerebro y no creo que se logre en muchísimo tiempo.

-Su gran especialidad es la epilepsia.

-Sí, es una enfermedad que siempre me llamó la atención porque es de las pocas que podemos conseguir controlar completamente. Concretamente, mi especialidad es la epilepsia refractaria, de difícil control, donde podemos usar la tecnología para localizar donde está el foco y curar a un paciente que tiene diez o veinte crisis al día. Hace veinticinco años, esto era una odisea.

-Una enfermedad que históricamente ha estado muy estigmatizada, se veía como cosa del diablo.

-Lo sigue estando. Hoy en día es muy raro que un paciente diga abiertamente que es epiléptico, porque a la gente le da miedo cuando ve a alguien convulsionar. Lo positivo es que estamos curando a muchos pacientes.

-Otro problema neurológico en la actualidad es el ictus.

-Cierto, durante años se ha trabajado mucho sobre el infarto de corazón y todos los centros de salud y las ambulancias están muy preparados para combatirlos. El ictus no deja de ser un infarto donde el trombo se localiza en una arteria cerebral en lugar de en una coronaria, y cada vez estamos más preparados para curarlo, pero Andalucía va a la cola de España en el tratamiento contra el ictus. Somos una de las pocas comunidades que no tiene neurólogos en los hospitales comarcales. Al igual que en el infarto de miocardio, el tratamiento del ictus requiere una intervención rápida. Las primeras horas son fundamentales. Incluso en ciudades como Huelva no hay un neurólogo de guardia. Hay que hacer mucho más para desarrollar las unidades de ictus.

-Los medievales creían que el amor se producía en el corazón -algo que pervive en la creencia popular-. Sin embargo…

-El amor se produce en el cerebro. Sabemos que si tocamos determinadas zonas del cerebro de un paciente lo podemos dejar con indiferencia afectiva, o, por el contrario, generar una hipersexualidad.

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