DIRECTO Jueves Santo en Sevilla, en directo | Semana Santa 2024

El tiempo El tiempo en Sevilla para el Jueves Santo y la Madrugada

Jesús Cantero. Gestor cultural

"Cultura y economía son dos términos que históricamente han ido unidos"

  • Pertenece a una generación pionera en la gestión de las artes escénicas de Sevilla y ahora dedica gran parte de su tiempo a la investigación de la historia de la difusión cultural.

El vasco que pasea la Alfalfa. Jesús Cantero (vulgo Chus Cantero) es un personaje que no pasa desapercibido. Cuando el plumilla lo conoció en una noche tibia y verbenera del estío sevillano ya estaba acostumbrado a ver su inconfundible estampa de socialista decimonónico deambular por las calles de la zona de la Alfalfa. Oriundo del mismo Bilbao, llegó a Sevilla con "ocho o nueve años" para quedarse, aunque con regresos esporádicos a la capital vasca que le han permitido contemplar su evolución: de la ciudad dickensiana de los años del plomo a la actual urbe con un tranvía que viaja sobre caminos de hierba. Chus Cantero pertenece a una generación pionera que reinventó la gestión cultural en una España que entraba poco a poco en la Democracia durante aquellos años violentos y efervescentes del tardofranquismo y la Transición. La entrevista se realiza en su domicilio, que fue probablemente la antigua casa del administrador de los corrales Vírgenes-Trompero. Es un espacio que resume toda una vida de amor y dedicación a la cultura: centenares de libros apretados, cuadros de los mejores pintores contemporáneos de la ciudad, bocetos arquitectónicos, carteles de teatro y exposiciones, objetos caprichosos de chamarilero... Un lugar que invita a la conversación tranquila y amistosa, al igual que la voz profunda y la presencia rotunda de este vasco que decidió habitar el sur.

-Usted ha investigado y enseñado sobre la economía de la cultura, dos términos que, quizás debido a esa tradición romántica que sigue impregnando el sector, pueden parecer contradictorios.

-La cultura siempre ha movido y necesitado dinero. Son dos términos que históricamente han ido unidos, aunque no se deben confundir... Siempre hay que tener en cuenta que los más importantes en la cultura son los creativos, todos los demás miembros de las industrias culturales existimos gracias a ellos.

-Ahora está de moda recortar en los presupuestos de cultura.

-Si usted va a Berlín verá que a la señora Merkel, que todo lo recorta y todo lo elimina, no se le ha ocurrido meter la tijera en cultura. La capital alemana, si no recuerdo mal, tiene tres óperas espectaculares, unas seis orquestas con sus auditorios, tres grandes teatros y muchas pequeñas salas… Todo eso mueve mucho dinero y también necesita para su mantenimiento inversión pública. A cambio también es un atractivo muy importante para los turistas que visitan Berlín… En definitiva, genera potencial económico y empleo de todo tipo: creativos, conserjes, restauradores, etc.

-Una vinculación, pues, muy estrecha.

-Sí y también histórica. Ahí están los análisis que siempre se citan de Baumol y Bowen, los economistas que, en 1966, hicieron un primer estudio sobre la economía de la cultura. Ellos analizaron, fundamentalmente, la rentabilidad de las artes escénicas y llegaron a la conclusión de que, al no ser unas artes industriales con posibilidad de reproducción masiva, es muy difícil cubrir los costos y dar beneficios. Eso pasa en cualquier parte del mundo, excepto en los grandes musicales de EEUU donde el precio de la butaca es libre y se retiran inmediatamente las obras que no funcionan.

-¿La cultura siempre requerirá de la inversión pública?

-Sí, siempre ha sido así. Músicos como Bach fueron posibles gracias al dinero de los príncipes alemanes o de la Iglesia. Siempre ha habido una aportación de fondos públicos… Recuerde los anfiteatros romanos, que eran sufragados por el Estado. No conocemos un cierto desarrollo cultural sin que haya una aportación pública. Curiosamente los países más desarrollados son los que aportan más al sector cultural.

-Pues hay personas, normalmente de la facción liberal, que ven en esto algo escandaloso.

-Bueno, hay que tener en cuenta que las subvenciones públicas no lo cubren todo, sino que son aportaciones que sirven, por decirlo de alguna manera, de cabeza tractora de un tráiler que es mucho más amplio. Después están las taquillas y otras aportaciones.

-Ahora, en Sevilla y en otros muchos lugares, están surgiendo muchas pequeñas empresas culturales impulsadas por gente muy joven.

-Sí, están dentro de eso que se llama economía creativa. El problema es que muchos de estos jóvenes, por ejemplo los diseñadores de videojuegos o los guías de rutas culturales, se autoexplotan con sueldos muy bajos de 600 o 700 euros, por lo que hay una tasa de abandono muy alta cuando llegan a los 30 años. Estas pequeñas empresas hacen que Sevilla, en la actualidad, esté muy viva. Ahí está todo ese resurgir de las librerías pequeñas, de las tiendas de la calle Regina, de compañías de teatro, de productoras de artes escénicas… Hay una auténtica reconversión, una nueva trama que se superpone a los grandes espacios como el Maestranza, el Central o el Lope de Vega.

-Es inevitable hablar de la subida del IVA cultural impulsada por el actual Gobierno de España.

-Es un auténtico disparate y ya se está demostrando que, pese a la subida, Hacienda está recaudando menos dinero y, encima, está machacando el sector. En nuestro entorno el IVA cultural está entre el 7% y el 10%, ¿qué sentido tiene que España tenga el 21%? Hace poco vi en televisión una compañía de teatro de Madrid que regalaba las entradas con la compra de una revista porno, que sólo tenía el 4,5% de IVA…

-Usted pertenece a una generación que, junto a personas como Manolo Grosso o Alberto Marina, fue pionera en la gestión cultural en Sevilla.

-Empezamos a trabajar en el tardofranquismo, a principios de los años 70, y fuimos pioneros de un nuevo oficio. Eso sí, crecimos sobre el sustrato previo: la universidad y los restos del naufragio del SEU (aulas de cultura, el TEU, etcétera), el movimiento vecinal, las asociaciones culturales, el teatro independiente, las obras culturales de las cajas de ahorros… Yo mantengo la teoría de que el oficio de gestor cultural tiene raíces. Pongo como ejemplo la República, con La Barraca, las Misiones Pedagógicas, las bibliotecas de barrio… Todo eso necesitaba estructuras y organización, no solo artistas y escritores. El propio Cernuda, en un momento que estaba mal de trabajo, participó no sólo dando conferencias, sino también seleccionando lotes de libros para las bibliotecas populares.

-Y cuando vuelve la vista atrás y compara el panorama de la Sevilla de los 70 y la actual, ¿qué piensa?

-No suelo volver la vista atrás con nostalgia, pero sí reconozco que la Sevilla de los 70, como expresé en un artículo que titulé La creación nunca duerme, tenía muchísima vida.

-¿Más que ahora?

-Era distinta… Piense en la revista Separata, con Jacobo Cortines y Gerardo Delgado, a la que hace poco le hizo una exposición el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Piense también en La Cuadra, en el rock andaluz, en el flamenco iniciando un nuevo modelo, en la Sevilla underground, en Nazario… Era una ciudad con bares, con cineclubes…

-Un momento importante para el crecimiento de las infraestructuras culturales en la ciudad fue la Expo 92, a la que le debemos el Teatro de la Maestranza, el Central, etc. Como en tantas cosas hay un antes y un después del 92.

-El Maestranza no fue una idea de la Exposición Universal. Este espacio ya estaba contemplado para ser el Palacio de la Cultura de Sevilla, pero el proyecto se reformuló tras renunciar la Expo a construir el Teatro de la Ópera que tenía previsto en La Cartuja. Está claro que hubo una importante renovación en los equipamientos escénicos, pero de aquella época apenas quedan el Maestranza y el Central. Por ejemplo, con el llamado Auditorio Rocío Jurado nunca se ha sabido muy bien qué hacer, quizá porque estaba mal dimensionado, con un escenario enorme y un aforo pequeño... El Palenque se derribó... Además, en La Cartuja sigue habiendo teatros y salones de actos sin uso en algunos pabellones, aparte, claro, del Teatro de la SGAE, cuyo futuro no sabemos muy bien cuál va a ser.

-Ahora se ha conocido la intención de construir en el Puerto un gran auditorio para conciertos internacionales, el llamado Sevilla Park.

-Yo de eso no sé absolutamente nada... En Sevilla está costando hacer dos o tres conciertos de 20.000 personas al año en el Estadio Olímpico, así que pensar que vamos a tener un ciclo de quince o veinte conciertos masivos... Tengo mis interrogantes.

-¿La desaparición de las cajas de ahorros ha supuesto un importante varapalo para el mecenazgo cultural?

-Absolutamente. Hablemos, por ejemplo, de la pintura sevillana. En los años ochenta el Ayuntamiento comenzó a comprar de forma tímida obra de autores contemporáneos de la ciudad, pero terminó abandonando. Esta labor la continuaron la Diputación y, sobre todo, la Caja San Fernando y El Monte... Es decir, la gran colección pictórica contemporánea se encuentra actualmente, además de en el CAAC y en la Diputación, en la Fundación Cajasol, pero ya hace tiempo que no compra.

-El Caixafórum que se va a construir en la Torre Pelli puede ser una esperanza...

-Dependerá de si una parte de las exposiciones que se programen son diseñadas o no en Andalucía. Si somos un simple contenedor de las cosas que se piensan y hacen en Madrid o Barcelona no valdrá mucho la pena más allá de que los sevillanos tendremos una mayor oferta cultural.

-Una de sus facetas es la de investigador de la historia de la cultura, con estudios como el que dedicó a los teleclubes, una institución difícilmente imaginable para las generaciones que se han criado en la era internet. En España los fundó Fraga, ¿no?

-Efectivamente, los copió tal cual de Francia. Era un modelo recomendado por la Unesco que había funcionado bien en India y Japón. Normalmente se ubicaban en los salones parroquiales de las zonas rurales. Las autoridades locales lo constituían formalmente y el Ministerio de Información y Turismo les mandaba un televisor, revistas y libros. Poco a poco fueron avanzando y se llegaron a construir pequeños edificios en pueblos para acogerlos y en ellos también se daban clases a adultos o de apoyo para sacarse el carné de conducir. La famosa colección de clásicos de la literatura de RTVE nació dentro del marco de los teleclubes. Una curiosidad, cuando RNE introdujo la tecnología del disco de microsurco se deshizo de sus fondos de discos de pizarra, los cuales se mandaron a los teleclubes... que no tenían lectores de pizarra.

-Algunos le critican que era un instrumento de dominación ideológica del franquismo.

-Entonces muchas cosas eran un instrumento de transmisión ideológica, pero lo cierto es que poco a poco los teleclubes se convirtieron en focos de contestación al régimen en los pueblos, porque eran los únicos sitios en los que la gente con inquietudes se podía reunir con cierta libertad.

-También ha investigado la historia de las casas de la cultura.

-Pese a que todo el mundo cree que fueron un invento de Malraux cuando fue ministro de De Gaulle lo cierto es que nacieron en España, ligadas a la caja de pensiones de Cataluña, que las usaba para conseguir impositores. La República montó la gran casa de la cultura de Valencia, que estaba presidida por Machado y que fue la que conoció Malraux. Asimismo, el franquismo montó una red de casas que fue puesta como ejemplo en Bruselas.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios