José ignacio García. Director de la cátedra BBVA de análisis económico de la upo

"El caso de las preferentes demuestra que somos una sociedad muy hipócrita"

  • Experto en mercado de trabajo y en economía en su versión más 'micro', ha participado recientemente en el informe de la OCDE sobre la reforma laboral impulsada por Rajoy.

-Mejoran el paro, las exportaciones, la prima de riesgo... ¿Ahora sí han llegado los brotes verdes?

-Por centrarme en lo que mejor conozco, que es el mercado de trabajo, las señales esperanzadoras comenzaron en el mes de octubre. El próximo 20 de enero saldrá una nueva Encuesta de Población Activa (EPA), que es la que de verdad nos indicará si existe esa recuperación a la que apuntan los datos del paro registrado de la Seguridad Social y el INEM. Hay que tener en cuenta que la bajada del desempleo no debe considerarse una buena noticia si no va acompañada de un aumento en la afiliación a la Seguridad Social. En el pasado mes de diciembre bajó el paro y subió la afiliación... Si esta subida se ha debido a meros contratos temporales de 20 días propiciados por las Navidades nos vamos a enterar en breve. Lo que hace falta para la verdadera recuperación es que aumenten los contratos indefinidos.

-Usted ha participado recientemente en un informe encargado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre la última reforma laboral de 2012, uno de los huesos más duros de roer de la actual crisis. ¿Cree que está ayudando a la recuperación de la economía española?

-Los informes del Gobierno aseguran que gracias a la reforma se han salvado ya unos 100.000 puestos de trabajo... Es lógico, se han podido bajar los salarios, en algunos casos de forma bestial, y eso ha permitido que no se despida a mucha gente. La reforma de 2012 es en muchos aspectos una continuación de la realizada por Zapatero en 2010, aunque se profundiza de forma decidida en temas como la negociación colectiva o la reducción de los costes de despido.

-Ha comentado que gracias a la reforma se despide a menos gente, pero ¿está ayudando al aumento de la contratación?

-En términos de contratación la reforma de Rajoy se ha quedado de nuevo a las puertas. El contrato indefinido no se ha abaratado y, por lo tanto, las empresas están tirando, sobre todo, de los contratos temporales basura. Es verdad que se ha introducido el llamado contrato de emprendedores, pero a la vista está que no está funcionando. Cada mes se firman un millón de contratos, de los cuales sólo ochenta mil son indefinidos y, de éstos, ocho o diez mil son de emprendedores.

-¿Podemos hablar de la muerte del contrato indefinido?

-Ahora mismo no, porque, aunque retocado, sigue vigente el contrato indefinido que se creó en los años 50. Es verdad que en la actualidad el coste por despido improcedente es un poco más bajo, pero se sigue obligando al empresario a ir a juicio... En sus aspectos formales el contrato indefinido sigue siendo el mismo y ese es un tema en el que nosotros incidimos mucho. El problema en la actualidad no es tanto el que el contrato indefinido sea más barato o más caro, sino que el empresario tiene siempre la posibilidad de optar por un tipo de contrato temporal que es mucho más barato y flexible... ¿Por cuál optará a la hora de contratar?

-Está claro que por el temporal, pero imagino que éste tendrá sus problemas, ¿no?

-Bueno, tiene un serio problema de productividad, porque si usted tiene un contrato totalmente inestable su vinculación con la empresa será mucho menor... Esto también se puede dar en el indefinido, porque no liga el puesto de trabajo a la productividad...

-¿Estamos en un callejón sin salida?

-Los dos tipos de contratos tienen problemas... Por eso hemos propuesto en distintos trabajos un único tipo de contrato que no sea tan rígido como el indefinido ni tan basura como el temporal; un contrato que tenga una indemnización por despido que crezca de manera suave en el tiempo, no como pasa en el contrato de emprendedores, que pasa bruscamente del coste cero el primer año al coste de 30 días por año trabajado una vez superado ese periodo. ¿Qué están haciendo las empresas? Pues despedir antes de entrar en el segundo año. Tenemos estudios publicados que demuestran que hay personas que empezaron con un contrato temporal con veinte años y, con cuarenta y cinco, siguen igual.

-Desde Bruselas y Berlín hay ciertas voces que animan a España a seguir profundizando en la reforma. ¿Cree usted que es posible una nueva vuelta de tuerca?

-No sólo creo que es posible, sino que es muy necesario y de justicia social con los seis millones de personas que ahora mismo no tienen trabajo y que están abocadas a la nada o al contrato basura durante, al menos, los próximos cuatro o cinco años, y eso si encontramos algo que nos haga volver a crecer al 3%. Ahora mismo no hay perspectivas de que vayamos a crecer a más del 1% salvo que descubramos petróleo en el Aljarafe. Necesitamos que las empresas vuelvan a creer en la fuerza de trabajo española. Tenemos seis millones de parados, de los cuales más de la mitad no tienen ni la ESO, que solamente saben poner ladrillos, algo que no va a hacer falta hasta 2030. Necesitamos que esa gente empiece a trabajar cuanto antes en algo de lo que no sabe nada, con lo cual hay que buscar empresas que sean capaces de invertir en trabajadores que saben que no les van a ser rentables en dos o tres años. Por tanto, necesitamos reglas muy claras y sencillas, todo lo contrario que tenemos en España.

-¿Y sobre qué sector podemos apoyarnos para tomar la senda de la recuperación?

-Vamos hacia una economía en la que sólo le va a ir bien al 30% -espero que al 40%-, mientras que al 70% o al 60% le va a ir regular tirando para mal durante mucho tiempo. Más que de sectores, hay que hablar de empresas de la economía andaluza y española que van a crecer bastante de aquí a 2020 gracias a su apertura al exterior y a su tasa de innovación; empresas vinculadas a sectores como el aerospacial, el agroalimentario, el de servicios a empresas, la ingeniería civil... Va a haber mucha heterogeneidad dentro de cada sector.

-Cada vez son más los teóricos que insisten en la necesidad de unas instituciones limpias y fiables para que la economía funcione bien.

-Como bien ha estudiado Daron Acemoglu en su libro ¿Por qué fracasan los países?, las naciones que han crecido económicamente en la historia son aquellas que han tenido normas e instituciones que nadie ha podido saltarse, ni siquiera las personas más poderosas. Las reglas claras y la seguridad son fundamentales. Las decisiones institucionales son muy importantes en economía. Lo último que se puede hacer para garantizar la seguridad jurídica es lo que ha hecho el Gobierno con respecto a la subida de la luz: como le parecía muy alta y no le gustaba ha cogido a una institución en principio independiente como es la Comisión Nacional de Mercados y la Competencia (CNMC) y le ha dicho a las dos de la mañana que le haga un informe para anular dicha subida. Esto no puede ser así.

-¿Podemos decir que a nuestras instituciones les queda aún mucho camino por recorrer en este sentido?

-Podemos decirlo sin lugar a dudas. Nuestras instituciones tienen que mejorar mucho, pero es algo que no se toman en serio ninguno de los dos grandes partidos políticos. En EEUU se acaba de elegir a la nueva presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen. La han tenido que votar dos tercios de los senadores y someterse a un examen intensísimo. Aquí, los últimos gobernadores del Banco Central se han elegido por afinidad política o amistad. Las instituciones españolas son poco creíbles en términos de independencia y profesionalidad.

-Usted es director de la Cátedra BBVA de Análisis Económico de Andalucía. Le voy a hacer la pregunta eterna: ¿Por qué nuestra comunidad sigue estando a la cola del desarrollo en España?

-Hay varias razones, pero si tuviera que destacar una sería que el nivel educativo medio de la población es muy bajo. Tenemos muy claro que queremos tener títulos académicos, cuantos más mejor, pero no se pretende estar entre el 10% de los mejores. Incluso cuando hemos invertido muchos millones de euros lo que nos ha importado es la cantidad pero no la calidad. Según los últimos datos del informe PISA, en el que he estado trabajando, Andalucía ha mejorado un poquito pero seguimos estando a la cola y Navarra nos saca cuarenta puntos. El porcentaje de alumnos excelentes en Andalucía es de miseria, de país del tercer mundo. La nota media en mis clases es de 5,5 y apenas hay 8, 9 ó 10, que son las notas de las personas que, dentro de veinte años, van a tirar del país.

-¿Alguna razón más que quiera destacar?

-La falta de espíritu empresarial. En California, los niños de la universidad fuman porros pero, al mismo tiempo, piensan en crear cosas como Facebook. Aquí se fuma porros, pero nadie piensa cómo montar en el garaje de su padre una empresa para vender aceite de oliva en Rusia. Siempre pensamos en trabajar para otros y las posibilidades de crecimiento están muy vinculadas al emprendimiento.

-¿Qué le ha enseñado la crisis como economista?

-Sobre todo me ha reafirmado en la creencia de que hay que tener una visión de largo plazo en muchas de las decisiones que tomamos en la vida. El boom del 97 al 2007 ha sido lo peor que nos podía haber pasado psicológicamente, porque nos acostumbró a que cada año todo era un poco mejor. Como decía Schumpeter, el padre de la teoría de la destrucción creativa, las crisis son buenas porque nos ayudan a cimentar mejor los modelos.

-Uno de los debates de fondo de la actualidad es si podremos mantener en un futuro el sistema actual de pensiones. ¿Qué opina usted de esta cuestión?

-Es un asunto que me preocupa muchísimo. En términos contables el sistema de pensiones está quebrado... Y más que lo va a estar de aquí a 2030, año en el que ya se jubilarán el doble de personas de las que empiecen a trabajar y cotizar. El sistema, tal como lo conocemos, no se sostiene y necesitamos que trabaje mucha más gente. Volvemos a lo mismo, tenemos que reformar aún más el mercado de trabajo para que los seis millones de parados comiencen a cotizar cuanto antes. Muchos desempleados deben darse cuenta de que, después de llevar dos o tres años en paro, ya no van a cobrar los más de 2.000 euros que percibían antes de la crisis y que deben admitir salarios menores. Debemos tener también claro que vamos a cobrar una pensión que, en relación con nuestro salario, va a ser más pequeña que ahora. Por lo tanto hay que tomar decisiones de ahorro que vayan más allá de la inversión inmobiliaria, acumular fondos que sirvan para completar nuestras pensiones el día de mañana, bien en renta fija, si eres poco arriesgado, bien en bolsa, si eres más arriesgado...

-Pero siempre puede venir un desalmado que nos venda una preferente...

-El caso de las preferentes demuestra que somos una sociedad bastante hipócrita. Es verdad que ha habido mucho engaño, pero también que algunos optaron por esta modalidad porque les daba una mayor rentabilidad que el plazo fijo.

Un despacho con un sillón rojo. Lo primero que llama la atención del despacho de José Ignacio García es que está decorado con cierto sentido del confort, un estilo totalmente opuesto a esos habitáculos despersonalizados, fríos y funcionariales en el que reciben gran parte de los profesores. Además de la mesa y la silla de trabajo, llama la atención la existencia de un cómodo sillón rojo para la lectura y la reflexión, de los mapas históricos y de las fotos de su mujer y sus hijos; también alguna reproducción artística... No hay duda de que allí pasa muchas horas. Nacido en el pueblo granadino de Illora, que alberga uno de los castillos que fueron fundamentales en la defensa del reino Nazarí (tal como presume el entrevistado), se marchó con 18 años a Málaga para estudiar Economía, su vocación temprana. Posteriormente cursó el prestigioso máster del Centro de Estudios Monetarios y Financieros (creado por el Banco de España) institución en la que realizó su tesis doctoral. Después de una época como docente en la Pompeu Fabra regresó a Andalucía y actualmente es director de la Cátedra BBVA de Análisis Económico de la Pablo de Olavide. Su campo de trabajo se centra en los aspectos más micro de la Economía, quizás por eso cuando habla lo hace con cercanía e, incluso, pasión y no con la fría y abstracta distancia de otros colegas de disciplina.

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