Jorge Molina. Periodista y escritor

"Cada especie que desaparece es una oportunidad que pierde el ser humano"

  • Periodista de larga trayectoria, fue pionero en la introducción de los temas ecológicos en la prensa diaria sevillana

  • Actualmente se dedica a la escritura de ficción y de guiones de documentales

Jorge Molina, durante la entrevista en El Gallo Rojo.

Jorge Molina, durante la entrevista en El Gallo Rojo. / fotoS: belén vargas

La cita es en El Gallo Rojo. Jorge Molina (Cumbres Mayores, 1964) aparece en escena con un ejemplar de su último libro de relatos cortos La muñeca con cola de pez (MacLein y Parker), de alto contenido erótico. Largo como un día sin pan e irónico con un toque chuleta, Jorge Molina fue un estudiante hippie de Biología que desertó a la Facultad de Periodismo "el día en que me di cuenta de que no era lo suficientemente brillante para trabajar en Doñana". Fue así como Sevilla ganó uno de los primeros plumillas que empezó a tratar con rigor y continuidad los temas medioambientales en aquel Correo de Andalucía de los ochenta y noventa, lo que le hizo merecedor de galardones concedidos por el Patronato del Parque Nacional de Doñana o la Fundación Doñana 21. En el gremio ha hecho de todo: indio, jefe... incluso llegó a ser el responsable de los gabinetes de comunicación de la Consejería de Medio Ambiente y del Parlamento de Andalucía. Pero un día dejó el resbaladizo mundo de la comunicación de la Junta para dedicarse a la escritura de libros y guiones. Hijos de tal decisión son los libros Doñana, todo era nuevo y salvaje (Fundación José Manuel Lara), 123 motivos para no Viajar a Sevilla (Jirones de Azul) o Una chaqueta tirada en el césped (Samarcanda), entre otros.

-Como periodista y guionista ha trabajado en variadas cuestiones, pero su principal interés ha sido la naturaleza.

-Debido a que mi padre era funcionario de Correos nací en Cumbres Mayores y luego me trasladé a Puebla del Río, donde me pasaron muchas cosas que luego serían muy importantes en mi vida: el descubrimiento de Doñana, de la marisma... A los 18 años me vine a Sevilla y empecé a estudiar Biología.

-Esa Sevilla a la que usted llegó era muy diferente a la actual.

-Sí, era 1982, un año de cambio electoral. Cuando veo las fotos de aquella ciudad pre-expo me quedo impresionado. El Arco del Postigo parecía Beirut. Era una ciudad envejecida durante siglos...

-Eso me recuerda al famoso libro de Manuel Ferrad con fotos de Alberto Viñals, Las calles de Sevilla. Produce una mezcla de nostalgia y alivio.

-De Ferrand me he leído dos o tres veces Con la noche a cuestas, la novela sobre la construcción de Los Remedios con la que ganó el Planeta en 1965. Los Remedios es un barrio curiosísimo que necesita que alguien lo cuente. Pese a su fama, vive gente muy diferente entre sí. Es un lugar que da muchas sorpresas.

-Usted es autor de 123 motivos para no viajar a Sevilla. No se extienda tanto, pero dígame, al menos, dos o tres.

-Por una especie de maldición, casi todos los periodistas sevillanos terminamos escribiendo un libro sobre la ciudad. Pensé que sería buena idea que la obra tuviese formato de guía de viaje. Por ejemplo, en el libro recomiendo que los lectores no se arreglen mucho cuando salgan de tapas, porque terminarán trabajando de camareros. Primero, porque llegarán a una mesa en la que tendrán que recoger las cosas del cliente anterior y, segundo, porque cuando pidan la cuenta el camarero les preguntará: "¿Qué ha sido?", por lo que tendrán que elaborar ellos mismos la nota.

"La Sevilla a la que llegué en 1982 era una ciudad muy diferente a la actual. El Arco del Postigo parecía Beirut"

-¿Hay muchas cosas raras en nuestros hábitos?

-Por ejemplo la bendita costumbre de no hacer cola de forma convencional, sino pidiendo la vez, de manera que ésta crece por delante y no por detrás. A nosotros nos parece normal, pero al que no conoce esta costumbre le mosquea un poco.

-Pues yo lo veo un sistema magnífico: se puede autogestionar y se optimiza el uso del espacio.

-Cierto. El libro pretende sencillamente reírse sin mala leche de una ciudad que tiene unas costumbres muy curiosas.

-Sin embargo, en el fondo, todos los sevillanos, incluso los que reniegan de forma más contundente de su condición, están un poco enamorados de la ciudad.

-Decía Carande que los sevillanos están muy orgullosos de su ciudad, pero no saben los motivos. Merece la pena venir, entre otras cosas por la rica vida cultural que tiene la ciudad, el gran sector por explotar.

-Muchos se quejan de lo contrario, un lugar común que se repite continuamente.

-El problema es que aquí no se estila pagar por la cultura. La gente que tiene 18 años, como mi hija, no ve claro tener que gastarse dinero en estas cosas, aunque el precio sea casi testimonial.

-¿Por qué los sevillanos modernos tienen esa relación de amor-odio con la ciudad?

-Porque el sector tradicional está muy vivo y potente. Hoy en día, hay muchos sevilllanos orgullosos de que los consideren rancios, algunos de ellos de mucha visibilidad. Esto me sorprende mucho, porque cuando yo era joven era un auténtico insulto. Para desmarcarse de ese mundo rancio hay que ser muy moderno.

-Antes de estudiar en la Facultad de Periodismo, cursó tres años de Biología en el que usted mismo ha calificado alguna vez como "el último campus hippie".

-Lo era junto a la Facultad de Bellas Artes. En Biología se registraba un cierto consumo de drogas blandas (como se decía entonces) y existía una actividad que desembocó en la creación del Día de la Primavera. Teníamos un dragón chino que era portado por treinta o cuarenta estudiantes y que recorría Reina Mercedes interrumpiendo las clases para anunciar que ese día, 21 de marzo, comenzaba la primavera y que en la Facultad de Biología había una barra con cerveza para celebrarlo. Hoy en día, se celebra una gran botellona en el Charco de la Pava... Es mucho menos divertido.

"Hoy hay muchos sevillanos que están orgullosos de que se les llame rancios. En mis tiempos era un insulto"

-Esos años fueron también los del nacimiento del ecologismo político, Los Verdes, un movimiento que tradicionalmente ha fracasado en España. ¿Por qué?

-En aquel tiempo ya existían problemas ambientales en España y recuerdo que la llegada a cualquier pueblo era anunciada por la humareda de un vertedero. Sin embargo, todavía no eran tan graves como en Alemania y casi todo el mundo vivía relativamente cerca de un espacio natural, lo cual le proporcionaba satisfacción, paisaje e, incluso, alguna pequeña renta por la recolección de caracoles, espárragos, etcétera.

-Pongámonos nostálgicos. El mito romántico del biólogo, del naturalista, del hombre que viaja con su cuaderno de campo dibujando y anotando, está desapareciendo.

-El otro día me comentaba Miguel Delibes de Castro que él y otros compañeros siguen usando el cuaderno de campo, el dibujito, la nota... Pero todo ha cambiado demasiado. La misma Doñana está monitorizada por sensores y cámaras en directo que ten cuentan todo: temperatura, pH del suelo, salinidad del agua... Como ha ocurrido con otras profesiones, como el periodismo, para ser biólogo hoy es necesario dominar las nuevas tecnologías.

-Me imagino que, como a todos los amantes de la naturaleza de nuestra generación, le influirían los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente.

-Recuerdo vivamente dos cosas: un documental de Informe Semanal donde se habló por primera vez de Greenpeace, con esas imágenes espectaculares de las zodiacs luchando contra los petroleros; y algunos reportajes de Félix que fueron, sencillamente, espectaculares. Después se dijeron muchas cosas malas de él sin mucho fundamento. Lo que tiene que entender la gente es que en los documentales de naturaleza hay que propiciar que sucedan las cosas: poner la perdiz para que llegue el zorro y se la coma. Hay puristas que no lo ven así.

Jorge Molina gesticula durante la entrevista Jorge Molina gesticula durante la entrevista

Jorge Molina gesticula durante la entrevista

-¿Usted es de los que creen que el hombres es una plaga que se está cargando el planeta?

-Sí, hay gente que piensa que estamos ante una sexta extinción masiva de consecuencias imprevisibles. No somos conscientes de lo que supone la extinción de una especie. La penicilina, con la que se han salvado millones de vidas humanas, salió de un insignificante hongo. Lo mismo en alguna de esas especies que ahora mismo están desapareciendo está la clave de la cura de graves enfermedades, como el cáncer. Cada especie que desaparece, es una oportunidad que pierde el ser humano. Una de las herencias negativas de la crisis económica es que se ha perdido parte de la conciencia ecológica que se había forjado durante muchos años. La gente ahora recicla mucho y se preocupa de la salud ambiental de su ciudad, pero lo económico ha pasado a tener absoluta prioridad. Si para generar puestos de trabajo hace falta una carretera que se carga un pequeño valle... pues nada, que se haga.

-En general hay un poco de hipocresía social. Todo el mundo está muy concienciado con el cambio climático y la degradación del planeta, pero nadie hace dos cosas fundamentales para frenar estos fenómenos: dejar de consumir masivamente y dejar de viajar por capricho.

-El otro día leía la entrevista a un chico de 22 años que había estado ya en 44 países... A veces se viaja de forma compulsiva y nos gastamos un dinero que nuestros padres ahorraban para mejorar su vida. La juventud actual, pese a las muchas dificultades que tiene, es muy hedonista.

"Con la crisis se ha perdido parte de la conciencia ecológica. Lo económico ha pasado a ser prioritario"

-¿Eso lo dice el hippie del campus de Biología?

-Estoy viejo.

-Se han hecho grandes esfuerzos para hacer accesibles los espacios y parajes naturales al gran público. Esto, quizás, ha sido un error porque ha banalizado estos lugares y ha transmitido el mensaje de que cualquiera tiene derecho a llegar a lo más íntimo de la naturaleza sin hacer ningún esfuerzo ni tener ninguna responsabilidad.

-Esto es en parte cierto, pero creo que el desarrollo turístico de los espacios naturales no está siendo agresivo y sí brinda una oportunidad para el desarrollo rural in situ. Además, mejora la educación ambiental y permite que la gente aprecie más a los espacios naturales y que velen por su conservación.

-¿Quién fue El hombre que salvó el paraíso, tal como se titula un documental del que fue guionista?

-El salvador fue el biólogo José Antonio Valverde y, el paraíso, Doñana, cuya antigua condición de coto de caza le ayudó a mantenerse, paradójicamente, como un espacio virginal. Como paraíso natural, Doñana fue descubierto por algunos naturalistas ingleses. A la par de Valverde, estaba Mauricio González-Gordon, el dueño de las bodegas González Byass y propietario también de la mayor parte de Doñana. Él estuvo a favor de la protección y enseñaba Doñana a caballo a todos los naturalistas que Valverde le llevaba. Valverde, que vivió en Sevilla, era natural de Valladolid, y no tiene el mismo reconocimiento en la ciudad que otras personas que han hecho mucho menos. Cuando empezó a trabajar, todavía estaba en vigor la Ley de Alimañas y todavía pagaban un dinero por cazar un lince o un águila real porque se comían a otras especies de consumo humano, como los conejos. Valverde es el primero en usar el concepto ecología y lo hizo antes que muchas universidades. Fueron años míticos. Gracias a la presión de algunos países europeos y a la ayuda de algunos propietarios concienciados se consiguió, en 1969, que Doñana se convirtiera en el primer espacio protegido andaluz.

-¿Es usted optimista con el futuro de Doñana?

-Doñana fue primero mar, después un estuario, más tarde un lago y, ahora mismo, es una marisma. De forma natural, terminará siendo un espacio aterrado, una planicie sin inundación. Muchas veces queremos que Doñana permanezca como está incluso en contra de su evolución natural. Esto no quita reconocer el que son los factores antrópicos, los provocados por el hombre, los que están causando el deterioro del parque. ¿Si soy optimista con Doñana? Bueno, más que con la protección del litoral, cuya degradación es brutal.

"Doñana terminará siendo una planicie sin inundación. A veces queremos evitar la evolución natural"

-Pese a su fama mundial, Doñana sigue estando amenazada por alcaldes, multinacionales, agricultores...

-En un principio, existía la pugna entre los forestales y los agrónomos. Grande Covián, el ingeniero agrónomo que también fue concejal de Sevilla, fue el capitán del avance agrícola en Doñana. Covián y Valverde tuvieron agarradas muy importantes. Miguel Delibes cuenta como, antes de un debate televisivo, Grande Covián le dijo: "Tú sabes perfectamente que, con esto de los pajaritos, no vais a conseguir tantos empleos como nosotros cultivando". A lo que el biólogo le contestó: "Y tú sabes perfectamente que vais a acabar con Doñana".

-Hay voces que no están de acuerdo con los esfuerzos por evitar la extinción del lince. Dicen que se gasta mucho dinero de los andaluces.

-Es al revés. El programa Life+Iberlince asciende a algo más de 34 millones de euros, siendo la contribución de la Unión Europea un 61,57% de esta cuantía, es decir, algo más de 20.9 millones de euros. Sin el lince este dinero no vendría a Andalucía.

-¿Por qué es importante proteger al lince?

-Porque es un bioindicador que nos indica que el monte mediterráneo está bien. Si hay linces, significa que las aguas son puras, que la calidad de los bosques es buena... También porque es una bandera que significa nuestro compromiso con el medio ambiente.

-Usted es autor de una guía de la Sierra Norte, un espacio que suele levantar menos el interés en los sevillanos que, por ejemplo, la Sierra de Huelva.

-Quizás porque es un paisaje más humanizado, le falta un poco el aspecto salvaje de algunas partes de la Sierra de Huelva. Sin embargo, tiene lugares espectaculares, como el Cerro del Hierro y el curso del Huéznar. También me atraen las zonas de melojares (bosques de un tipo de roble), entre Cazalla y Almadén, en la zona oeste. El nacimiento del Huéznar, que surge a borbotones desde el acuífero del monte contiguo, es un lugar idóneo para una aparición mariana. No sé cómo no ha ocurrido hasta ahora.

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