FERIA Toros en Sevilla hoy en directo | Morante, Castella y Rufo en la Maestranza

consuelo varela. americanista

"La leyenda de que Colón murió pobre es completamente falsa; falleció rico"

  • Especialista en la figura de Colón y otros temas relacionados con el descubrimiento, ha sido directora de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos y del Real Alcázar de Sevilla

Consuelo Varela, en el Centro de Estudios Hispano-Americanos, durante la entrevista.

Consuelo Varela, en el Centro de Estudios Hispano-Americanos, durante la entrevista. / fotos: belén vargas

Consuelo Varela (Granada, 1945) llegó algo tarde al americanismo, la disciplina en la que luego se convertiría en una referencia. Antes, había realizado estudios de Económicas en Madrid y había tenido un hijo, pero en 1970 se trasladó a Sevilla, en cuya Universidad, su marido, el académico don Juan Gil, había obtenido una cátedra. Ahí cambió todo: empezó a estudiar Letras en la Hispalense y se doctoró en 1986. Especialista en la figura de Colón -aunque ha trabajado en otros temas como las navegaciones por el Pacífico, Américo Vespucio o los libertadores americanos-, ha desarrollado su carrera como investigadora del CSIC, institución para la que dirigió el Centro de Estudios Hispano-Americanos, sito en Sevilla, entre 1993 y 1998. Con anterioridad, el entonces alcalde Manuel del Valle la hizo directora del Real Alcázar entre 1988 y 1991, uno de los cargos culturales de la ciudad por el que suspiran todos los aprendices de prebostes. Comisaria de las exposiciones Génova y Sevilla, la aventura de Occidente (1988) y Cristóbal Colón en Andalucía. 1492-1505 (2006-2007), es autora de los libros La vida cotidiana de los Descubrimientos (París, 1991) o Cristóbal Colón. 1505-2006. Historia y Leyenda (Huelva, 2006), entre muchos otros. Fue distinguida con la Medalla de Oro de Sevilla.

-No quisiera parecer maleducado, pero ¿me puede decir su año de nacimiento? Es para cuando escriba su perfil.

-Nací en Granada en diciembre de 1945. No me molesta decir mi edad, porque creo que he perdido pocos días. He aprovechado el tiempo

-Envidiable, ¿cuál es el secreto?

-Pensar que en la vida estamos de interinos, que las cosas hay que hacerlas bien y disfrutándolas. A todo el mundo le extrañó que no tuviese mono cuando dejé la dirección del Alcázar, pero siempre tuve muy claro que allí estaba de paso. Hay que ser conscientes de que todo se acaba. Por ejemplo, ahora estoy de emérita en el Centro de Estudios Hispano-Americanos, pero ya sólo me queda hasta fin de año. Es, simplemente, una etapa que se acaba.

"En la calle Alfonso XII tenemos una de las mejores bibliotecas del mundo sobre americanismo"

-Ha sido una etapa larga.

-Treinta años. Empecé como becaria y fui subiendo en el escalafón hasta llegar a ser profesora de investigación, que es más o menos como un catedrático de universidad, lo máximo que se puede llegar aquí.

-Ahora es Investigadora Ad honorem.

-No me pagan nada, pero puedo seguir disfrutando del privilegio de trabajar aquí.

-Actualmente, pese a su solera, el Centro de Estudios Hispano-Americanos es muy desconocido en la ciudad. Sin embargo, durante el tardofranquismo fue un lugar especialmente activo.

-Es cierto. Aquí estuvo el club La Rábida, que fue muy activo en aquellos años. Cuando llegué a Sevilla, en 1970, Alfonso Guerra organizaba en el Centro cinefórums... Esta institución ha tenido una serie de momentos estelares. Aunque en la actualidad sea poco conocido, sigue siendo un lugar importante. Entre otras cosas, tenemos, aquí en la calle Alfonso XII, una de las mejores bibliotecas del mundo sobre Historia de América.

-Recientemente, corrió el rumor de que el centro estaba en peligro.

-Esas cosas siempre se dicen. Ahora estamos en vías de hacer un centro mixto entre el CSIC y las dos universidades públicas de Sevilla. Algo así como el Instituto de Biomedicina de Sevilla, pero en americanismo.

-El centro también funciona como residencia para investigadores.

-Tiene 19 habitaciones. Por ejemplo, el actual director del Archivo de Indias, Manuel Ravina, vive aquí. También lo hicieron muchos sabios, como el peruano Lohman Villena, que salía en Semana Santa en la Amargura y había que tenerle preparada la túnica; o Muro Orejón, que, pese a que era gaditano afincado en Sevilla, decidió residir en el Centro durante los últimos años de su vida.

-La gran familia del americanismo.

-Para los que trabajábamos en esta casa era una suerte encontrarte con personajes como éstos por los pasillos. Era una oportunidad de tener un trato más íntimo con ellos.

-¿Y está bien tratado presupuestariamente?

-No, tenemos poco dinero. Aunque es verdad que los de letras no necesitamos mucho, esto es un caserón antiguo que tiene muchos problemas que hay que arreglar... Los vamos solventando. Somos gente modesta a la que nos enseñaron que no íbamos a ser ricos y que teníamos que apañarnos con lo que teníamos. En general, somos austeros... la gente nueva que entra ya pide más.

-Centrémonos en su carrera. Usted es especialista en la figura de Colón. ¿Por qué la figura del almirante está siempre envuelta por una bruma de misterio?

-El mismo Colón y sus hijos montaron ese misterio en torno a su figura. Creo que eso es muy propio de un inmigrante. Colón era un italiano de familia modesta que quiere trepar y prefiere callar sus orígenes. Se ha fantaseado mucho sobre la figura del almirante y aunque desmontemos muchos mitos con nuestras investigaciones éstos siguen funcionando.

-¿Por ejemplo?

-La leyenda de que murió pobre. Es completamente falsa.

-¿No fue así?

-No, murió rico. Pero da igual que lo digamos veinte estudiosos o que se publiquen las cuentas. Es más fácil seguir el tópico romántico.

-¿Quién era Colón? ¿Era judío?

-Quizás. Desde luego es muy posible que se educase en un ambiente de cristianos nuevos o judaizante. Era un excelente padre, un magnífico mercader, el mejor vendedor de sí mismo (la carta que escribió anunciando el descubrimiento a los Reyes se publicó doce veces entre 1493 y 1500 en diversos idiomas), sabe aprovechar los media. Por ejemplo, cuando vuelve encadenado a Granada, después del juicio terrible de Bobadilla, consigue que Pedro Mártir de Anglería publique su versión en Italia. Es decir, que distribuye las noticias como quiere.

-¿Fue corsario?

-Sí, eso era algo muy habitual. En la Liguria, el mar era la salida lógica para un chico con ambiciones. Colón se enrola en lo que hay: en un barco de mercaderes va a la isla de Quíos, de corsario con Renato de Anjou... Es un buscavidas.

-Pero también tenía una formación intelectual, ¿no?

-Más bien parece que era un hombre muy listo. Por ejemplo, sabemos que no lee a Marco Polo hasta 1498, después del descubrimiento. Era un hombre que tenía interés. Aunque no fue universitario, sí supo dónde estaban los sitios para ir a aprender. Tiene una letra de un hombre que ha escrito mucho; debía tener un libro, un centón, en el que iba copiando las cosas que le interesaban. Es un autodidacta.

Consuelo Varela, durante ka entrevista Consuelo Varela, durante ka entrevista

Consuelo Varela, durante ka entrevista / Belén Vargas

-¿Y esa historia de un navegante que pudo estar antes que él en América y que le indicó la ruta a seguir?

-Se refiere usted a Alonso Sánchez de Huelva. Es una historia probable. La ida desde las Canarias a América es razonablemente fácil, ya que los vientos alisios te empujan. Lo difícil es la vuelta, porque hay que saber hacerlo por la Corriente del Golfo. Las Casas, que era un admirador de Colón, ya cuenta que éste había conocido a un marinero que había podido volver y que se estaba muriendo. Don Juan Manzano, que era el gran colombinista que hemos tenido en España, lo cree muy posible, y yo me fío de él cien por ciento.

-Fue un gran navegante y un pésimo gobernante.

-De eso no cabe duda. Fue un hombre déspota, muy pagado de sí mismo. Era muy seductor, pero también muy irascible. Cuando se enfadaba hacía cosas repentinas, como matar a su cuñado -el que había cuidado a su hijo- en La Española... Si no le traían la comida que quería mandaba a dar latigazos a los responsables...

-Sobre este aspecto, usted descubrió en Simancas unos documentos muy importantes sobre el proceso de Bobadilla.

-Los descubrió Isabel Aguirre, que en esos tiempos era jefa de sala en Simancas. Me propuso que trabajáramos juntas: ella haría la transcripción y yo el estudio histórico.

-¿En qué consisten esos documentos?

- Son el testimonio de dieciocho testigos a los que se les va preguntando diversas cuestiones sobre la gobernación de Colón: cómo trataba a los indios, temas de religión... Son importantísimos.

-¿Y la polémica de los restos, podemos decir que están en Sevilla?

-Es muy complicado, porque esos restos han viajado mucho y sufrido muchos avatares: terremotos, guerras, engaños... Don Manuel Giménez Fernández decían que los restos de Colón están en las vajillas en las que comemos los sevillanos, porque siguen en la Cartuja... Sabe Dios. Es un tema que nunca me ha interesado. Ahora está lo de los análisis de ADN...

"Colón era un excelente padre y un magnífico mercader, el mejor vendedor de sí mismo"

-Decía antes que Colón fue un buen padre de sus hijos. Diego, el vástago legítimo en la terminología de la época, fue un auténtico desastre.

-Era poca cosa. Un hombre gordo al que sólo le preocupaba comer y tener amantes. Además, no debía ser muy listo.

-Sin embargo, Hernando era todo lo contrario. Es el más sevillano, el que nos legó una de nuestras mejores bibliotecas, la Colombina.

-Sí. Era un hombre raro. Fue con la corte de Carlos V cuando lo coronaron emperador en Bolonia y en lugar de quedarse a la fiesta se fue a comprar libros. O está en Alemania cuando Lutero presenta sus proposiciones y él prefiere irse a ver a Erasmo. Tenía muchísimos intereses, una gran visión de todas las materias. Cuando mandaba libros a Sevilla lo hacía con seguro, algo muy moderno.

-También ha estudiado la figura de Américo Vespucio.

-Porque tuve la suerte de encontrar su testamento.

-Le acusan de que fue el que le robó a Colón el honor de dar nombre al continente.

-Él no tuvo la culpa de eso. Vespucio era un florentino que vino a Sevilla a trabajar con uno de los banqueros de Colón, al que conoció en 1992, en Granada. Siempre tuvo una relación muy grata con él. Nunca quiso quitarle el puesto.

-¿Qué pasó entonces?

-En el Mapa de Waldseemüller, en el norte de lo que ahora es América del Sur, pone "esta es la tierra que descubrió Américo". Es un añadido, una glosa, pero de ahí viene la equivocación.

-Como dijo al principio, usted fue la primera mujer directora del Alcázar, a finales de los 80 y principios de los 90. ¿Cómo llegó?

-Por una casualidad. Fui comisaria de una exposición en Italia que se llamaba Sevilla y Génova, la aventura de Occidente. En la inauguración conocí al alcalde, Manuel del Valle. Al poco tiempo me llamó y me ofreció el cargo. Le dije que estaba loco, porque yo ni era sevillana ni era del PSOE. "Precisamente por eso", me dijo. Es el puesto más bonito que se puede tener en esta ciudad. Le enseñé el Alcázar a gente muy importante.

-Diga nombres. Alguien que le llamase la atención.

-La reina de Inglaterra me resultó una mujer impactante. No trasmitía esa lejanía que uno ve en los telediarios. Preguntaba cosas que tenían mucho sentido. El marido, sin embargo, no era tan interesante.

-¿Y alguien insoportable?

-Giscard d'Estaing me fue francamente antipático.

-Creo que ése es un sentimiento muy generalizado. Normalmente, cuando hablamos del Alcázar no pensamos en América. Sin embargo, tenían una estrecha relación.

-Estrechísima. No sólo lo que es ahora el Alcázar, sino donde estaba la Casa de la Contratación, donde se ubican hoy unas dependencias de la Junta. Allí están los cimientos del descubrimiento... En el Alcázar se almacenaban los primeros productos que venían de América. Llegó a albergar una escuela de naútica.

-Ha hablado antes de Génova. Es curioso, pese a la importancia que tuvieron los genoveses en la ciudad, que apenas guardamos memoria de ellos. Alguien ha defendido que el seseo de los sevillanos es herencia genovesa. Debe de haber huellas importantes de las que no somos conscientes.

-He trabajado y montado muchas cosas sobre Génova y Sevilla con dos amigos: el senador italiano Paolo Emilio Taviani, que se dedicó toda la vida a estudiar la figura de Colón; y la catedrático Gabriela Airaldi, que ha estudiado mucho la expansión de los genoveses. Sin embargo, aquí no le dieron ninguna importancia, aunque sí en Génova. En Sevilla queda la casa de los Pinelos o su capilla en la catedral. También hay algunas huellas de los florentinos, que eran amigos de Colón. En San Sebastián, la iglesia del Porvenir, tenían una capilla. En esta zona fabricaban sus tintes.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios