Málaga-Betis | el otro partido

A falta del colchón, una estera de paja

  • El Betis sumó su primer triunfo a domicilio desde el 0-1 en el Santiago Bernabéu, la querida casa de Míchel, entrenador del Málaga

El presidente del  Betis, Ángel Haro, junto al consejero del  Málaga Nasser Al Thani, un  hijo del  presidente

El presidente del Betis, Ángel Haro, junto al consejero del Málaga Nasser Al Thani, un hijo del presidente / Javier Albiñana

Comparecía en Málaga el Betis de Quique Setién sin el colchón de puntos que acumuló en el comienzo del campeonato y, vistos los semblantes de los futbolistas en los primeros minutos del encuentro, parecía como si tampoco quedaran ya manta, sábana ni somier en el equipo. La indigencia comenzaba ya a inquietar. La cita en La Rosaleda era verdaderamente capital. Los próximos compromisos ante el Athletic y el Sevilla hacían necesario un triunfo y la recuperación se antojaba urgente. Pero los futbolistas daban muestras de algo más que tembleque en el inicio. Los nervios se sentían a manojitos.

Este particular match-ball, sin embargo, llegó en una fecha más que idónea. La capital malagueña había sido propicia para los intereses verdiblancos en las últimas dos temporadas. A la tercera, sí, fue la revencida. Las señales favorecedoras, además, no se limitaban a lo bonancible del aire mediterráneo para bogar sin mantas ni colchones. En el banquillo local sobrevive, nadie sabe muy bien cómo, un tal Miguel González Míchel, madridista merengue hasta el tuétano, en cuya querida casa de siempre,el Santiago Bernabéu, fue el recinto donde se produjo el único y último triunfo bético a domicilio. Fue en septiembre. El Betis comenzó a mullir en aquel momento, aún en verano, ese cómodo colchón en el que ha estado sesteando hasta justo ayer.

Desde entonces ha llovido algo, no mucho, pero algo. También desde que ganó su último duelo, ante el Alavés en Heliópolis. Fue el 21 de octubre, estación este año de pertinaces calorinas, que se ha convertido en una auténtica efeméride, teniendo en cuenta el estado del colectivo verdiblanco en lo precedente. La consecución de los tres puntos de una tacada necesitó un partido serio, sin demasiadas florituras, con un central de medio centro y ciertos voleones más tendentes al pragmatismo que al idealismo. Y lo hizo ya desde el 0-1, con un once bético que apenas sufría sobre el césped salvo en los balones a balón parado, ese constante agujero negro en el actual Betis.

De negro entraron al terreno de juego de La Rosaleda los jugadores verdiblancos, a quienes no les pesó la ausencia de color sino todo lo contrario. El triunfo fue de justicia ante el rival, esa banda en la que consiste eso que llaman equipo malaguista. La tarea que tocaba en la decimosexta jornada era pues congregar unas plumas o unas sencillas gramíneas para un próximo colchón que por ahora es apenas una estera. El Betis lo hizo modélicamente. El plan iba saliendo. El 0-2 provocó la relajación de los béticos, quienes dominaban cómodamente el choque como sobre una almohada. La cama, pese a todo, no da aún para soñar.

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