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La salida descarta la meta

  • Los riesgos en el juego en corto desde atrás zanjan cualquier debate

Adán bajo palo en uno de los lanzamientos de Iago Aspas

Adán bajo palo en uno de los lanzamientos de Iago Aspas / efe

Los equipos que se enfrentan al Betis se anudan la servilleta al cuello, agarran con ansias el cuchillo y el tenedor y allá que van a darse el atracón arriba. Algunos han paladeado las mieles pero han acabado escaldados por la electricidad que los béticos esgrimen arriba, pero la mayoría de esos inquietos comensales acaban satisfechos tras la hora y media larga. El 3-2 fue engañoso. El Celta, que robó en torno a la decena de pelotas en zonas muy calientes, pudo hacer perfectamente cinco goles antes de ese fallo de Roncaglia que hizo pensar al Betis en un esperanzador punto final. El canto romántico de Setién huye de las letras y acaba en los números: a ritmo de 44 goles encajados en 21 partidos, volver a Europa es una utopía.

FUENTE: Elaboración propia. GRÁFICO: Dpto. de Infografía. FUENTE: Elaboración propia. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

FUENTE: Elaboración propia. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

Defensa

En la primera parte, dos veces estuvo el Betis a punto de perder la pelota en zona de riesgo extremo, ya que el céltico en cuestión se plantaba ante Adán si robaba la pelota: en el minuto 4 y en el 33. Entre ambas acciones, uno de celeste acabó recuperándola: en el 12 lo hizo Radoja para dejar solo a Iago Aspas ante el portero verdiblanco para el 1-0, y en el 19 fue Mandi quien la perdió y la acción, bastante menos clara que la del tanto inicial, acabó en un tiro de Maxi Gómez que desvió levemente Feddal.

Quique Setién ha repetido hasta la saciedad que si tiene que morir con sus ideas, morirá. Y si encima gana un derbi 3-5, a ver quién le rebate su ideario. Pero las numerosas goteras martillean la conciencia del bético. Antonio Adán es un chimpancé con dos pistolas cuando trata de sacarla en corto. En ese 1-0, Javi García baja a recibir de espaldas pero Radoja olfatea la sangre; lo normal es descartar ese pase casi suicida, pero el portero probó suerte y se volvió a quemar. Y así, hasta una decena de veces. Insostenible.

Ataque

La puesta en escena fue tan vistosa como acostumbra este colorista y alegre equipo de Setién. Guardado se descolgó con intuición hasta la corona del área y sorprendió. Joaquín y Tello arrastraban hacia dentro y Barragán y Durmisi se colaban hasta la línea de fondo. Fabián acudía a apoyar a Javi García cuando atacaba el Celta pero ganaba metros con su poderosa zancada en cuanto uno de verde bosque tocaba el cuero. Todo muy bien intencionado. Hasta que se sucedieron las dádivas atrás, el Celta marcó y se creció al tiempo que el Betis menguó.

En la segunda parte, todo fue a peor porque a la laguna que el Betis mantuvo en su zona más retrasada añadió la que se abrió en la zona ancha. El Betis perdió empuje y los balones divididos, las disputas, caían demasiado del lado celeste. Más con Rubén por un cansado Javi García y Boudebouz arriba por Tello.

Virtudes

La pólvora la tiene siempre.

Talón de aquiles

El manual de Setién. Nada menos.

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