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La sombra del pasado sigue en Heliópolis

  • La afición mostró su descontento con el equipo y con Setién

  • Las carencias de la planificación, en la defensa, volvieron a ser evidentes

Jordi Amat, con las manos en la cabeza, lamenta el segundo gol del Girona, cuando parecía que no había tiempo para más.

Jordi Amat, con las manos en la cabeza, lamenta el segundo gol del Girona, cuando parecía que no había tiempo para más. / fotos: antonio pizarro

El empate del Betis ante el Girona, después de la resaca de la junta del pasado jueves -alguno celebró el quórum como si el cuadro verdiblanco hubiese ganado un título-, dejó un mal sabor de boca en buena parte de una afición que recibió a su equipo con pitos, lo despidió al descanso de la misma forma y cuando acabó el choque volvió a mostrarle su enfado con una nueva bronca tras haber dado una imagen nefasta viniendo de una goleada en Éibar. No obstante, todavía hay una cierta corriente que ve mal los pitos en señal de protesta, de hartura y que usa el triste argumento de "hazte del Madrid" para defender algo indefendible, como el Betis de anoche, el de Ipurua o incluso hasta el de temporadas anteriores.

Ayer no era día de hablar de acciones, aunque en los prolegómenos del partido, esos minutos antes de que empiece a rodar el balón, hubo béticos preguntándose cómo era posible pagar tal millonada a Lopera y Oliver o cómo se podía tachar de inmoral que los accionistas importantes decidan no renunciar a su derecho de suscripción preferente cuando se había ratificado la continuidad del hijo de Oliver en el consejo durante cinco años. Muchas dudas en torno al Betis de los béticos, que durante casi dos horas de fútbol pasó a un segundo plano.

El debate giró en torno a la figura de Quique Setién, en si el Betis reaccionaría tras la debacle en Ipurua, que de paso no fue un accidente, sino la continuidad de la caída libre en la que se encuentra el equipo que entrena el preparador cántabro desde hace varias jornadas. El técnico insistió en mantener su idea de fútbol y en dejar claro que en el club ya sabían qué entrenador habían firmado. Claridad máxima. La cuestión es que su discurso y la imagen que su equipo lleva dando ya varias jornadas empiezan a recordar a entrenadores de los últimos años, y ya se acabaron las excusas de la paciencia, el dejar trabajar o usar la inestabilidad accionarial como argumento para tapar una pésima gestión deportiva.

Así, entre las dudas que existen sobre el entrenador y las carencias en la defensa, la afición explotó. Lorenzo Serra Ferrer hizo una reestructuración necesaria, con más de 20 bajas y diez incorporaciones, digna de alabar, pero con algunas carencias de las que seguro habrá tomado nota. Sobre todo, en una zaga a la que le faltan mimbres -con Feddal sólo no era suficiente- con la aptitud necesaria que requiere un equipo que desea dar un salto de calidad. Una calidad (Tello y Guardado) que ayer rescató un punto para bien de los verdiblancos y de un entrenador cántabro cuya figura está muy tocada para una hinchada que ya duda sobre si este año será el bueno.

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