LaLiga Santander

Puntos son razones (2-1)

  • El Betis logra una victoria importantísima para dar serenidad y crédito al proyecto de Setién, aún muy verde

  • Joaquín firma los dos goles, el decisivo al contragolpe en un partido roto

Joaquín celebra con Sergio León su segundo tanto.

Joaquín celebra con Sergio León su segundo tanto. / Juan Carlos Muñoz

No fue en una jugada culminada después de 17 toques, como en Villarreal. Fue en un ataque rapidísimo, directo. El segundo gol de Betis, decisivo esta vez para agarrar un triunfo de oro molido ante el Deportivo de Pepe Mel, llegó en un contragolpe cuando al partido le quedaba un cuarto de hora y ya era un correcalles sin dueño. Guardado aceptó la dádiva de Valverde en la zona ancha, avanzó con su conducción preñada de clase y con el tiralíneas de su zurda trazó un pase perfecto, con la dirección y fuerza idóneas para que Juanfran no pudiera meter la punta de la bota y Joaquín, en cambio, engatillara a la red de Pantalimon. Gol triunfal.

El ídolo portuense, que ya había adelantado a los suyos, volvió a exhibir su proverbial llegada para sacar a su Betis del apuro y elevarlo hasta la zona templada de la clasificación, con dos victorias y dos derrotas, antes de visitar el Bernabéu el miércoles. Lo hará con los ánimos templados y más crédito en la valija de Quique Setién. Los proyectos no se fraguan sin puntos, es imposible, y los tres que se llevó el Betis al zurrón van a dar un mayor margen para que el grupo vaya ajustando e interpretando lo que el entrenador pretende.

Por lo pronto, ese pretendido fútbol de toque y combinación aparece sólo en contados chispazos. Dar continuidad a ese plan en la hierba requiere su tiempo. Y Setién, con la victoria ante el obtuso equipo que ayer dirigió Mel, va a disfrutar de un margen mayor para trabajar con denuedo en pos de ese Betis alegre y colorista.

A diferencia de la noche ante el Celta, fueron los verdiblancos quienes dieron primero. Al filo del cuarto de hora, quedó al descubierto ese Deportivo menor, minúsculo por momentos a pesar de los 2,03 metros de altura que mide su portero, Pantilimon. El rumano, en su primera intervención, dejó muy corto un despeje tras un blando cabezazo picado de Sergio León y Joaquín, que acudió a la zona caliente con su habitual instinto rematador, sólo tuvo que poner la frente para enviar la pelota a la jaula.

En esos primeros 14 minutos de juego, hasta el 1-0, el Betis había encauzado el juego por donde pretendía. Defensa adelantada, laterales largos, Javi García incrustado entre los centrales para sacarla jugada y haciendo la raya cuando el Deportivo asomaba la cabeza. Guardado y Narváez tratando de colarse por los pasillos interiores. Y Joaquín y Tello partiendo de la cal para dibujar diagonales. La puesta en escena prometía.

No obstante, al Betis no le sentó nada bien su gol de ventaja. En el obligado paso adelante del Deportivo, el equipo bético quedó demasiado largo sobre la hierba. Y la piedra angular del sistema de Setién, Andrés Guardado, se centró más en seguir sorprendiendo arriba que en acercarse a Javi García en situaciones de repliegue para ayudar en la resta y escalonar mejor los ataques, como tan bien interpretó ante el Celta.

El Deportivo, casi sin quererlo, y a pesar de los continuos errores de Guilherme y Bakkali en la medular, empezó a aparecer en la zona de tres cuartos. Así se gestó el empate. Celso Borges soltó un violento zapatazo que estrelló la pelota en el larguero de Adán y en la continuación de la jugada, Fede Cartabia se perfiló para chutar con su zurda y conectó un tiro cruzado cuyo bote complicó la respuesta del portero bético.

La inconstancia es uno de los defectos manifiestos del Betis que gesta Setién. Combina a ráfagas. Funciona a ráfagas. Y cuando no lo hace, abre puertas al enemigo para que se cuele.

El 1-1 llegó en el minuto 23 y cuatro después Andone serpenteó hasta la media luna con demasiada facilidad. El rumano demoró su remate y Barragán cortó.

De ahí al descanso lo más noticioso en el Betis fue que Tello, como también hicieron Joaquín y de nuevo Guardado –el menudo jugador mexicano dio otro buen cabezazo en el minuto 45–, puede apoyar a Sergio León en las tareas rematadoras. Al extremo catalán, en cambio, aún le falta chispa para afilar sus acometidas hasta el área desde el flanco izquierdo. Tuvo dos ocasiones. En una remató muy flojo y en la siguiente, alto.

Tras el intermedio, Guardado ajustó su posición, se dejó ver en posiciones más retrasadas y mejoró la trabazón del juego heliopolitano. De forma gradual, el Betis fue acosando más y más al Deportivo. Hubo más insistencia, más método, que peligro.

Además en esos progresivos pasos adelante, ya con Camarasa en lugar de Narváez, los béticos no anduvieron duchos en la vital labor de cercenar los contragolpes deportivistas. También ahí quedó patente que a Setién le queda trabajo táctico. Hasta tres claras contras disfrutaron los de azul en la evidencia de que el Betis, en la asunción de riesgos, se desnudó atrás. En la primera, Fede Cartabia chutó flojo y centrado con todo a favor (64’), en la segunda Bakkali no vio al compañero que entraba solo por la derecha y Feddal se le cruzó de forma providencial (66’) y en la tercera, Luisinho malogró un ataque de cinco contra tres (71’) tras un córner a favor de los béticos.

El partido no tenía gobernante, el balón viajaba de un área a otra bajo un recital de imprecisiones... y en espera de que cuaje la calidad colectiva, la calidad individual de Guardado y Joaquín sacó del lío al Betis. El plan de Setién aún está verde, pero hoy convence más que ayer. Los puntos son razones.

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