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Sin posesión queda rendirse

  • El Betis de Setién ha tardado poco en convertir la fiesta en rutina bajo su vistoso estilo, al que hace aún más letal la energía que mana desde la grada

Todo olía a nuevo en el Betis que arrancó la temporada. Lorenzo Serra volvió con sus aires marciales, decidido a hacer una limpia en la tropa y entregar plenos poderes a otro recién llegado, Quique Setién, quien a su vez traía bajo el brazo un manual que desprendía el inigualable perfume de los libros recién impresos. Un libro de estilo en el que un mandamiento impera sobre todo lo demás: defenderás la posesión del balón sobre todas las cosas. El entrenador del Betis, que tiene pinta de general de la legión romana, ha cincelado en las paredes del vestuario local del Benito Villamarín su particular SPQR: "Sin posesión queda rendirse".

Es el mantra en verde y blanco. El balón es nuestro. Y a la batalla. Los centuriones béticos enarbolaron ese estandarte en el Santiago Bernabéu como lo enarbolan las cofradías cada año por las calles de Sevilla. Levantaron el senatus con el SPQR en las mismas barbas de Sergio Ramos, que tiene ahora pinta de vándalo germánico con sus tatuajes, su corte de pelo y sus músculos. Y abandonaron el prado de Chamartín con una victoria gloriosa, para los anales.

Con ese triunfo, enardecidos, volvían a su tierra y a la lucha, anoche, con otro que aspira a ser la revelación de la Liga, el Levante. La tropa de Muñiz defiende otra fe. Para el esforzado y loable equipo granota, la posesión del balón no es un credo innegociable. Lo dejaron clarísimo cuando el partido empezó y Morales soltó un par de contragolpes por la derecha, en los que afloraron las limitaciones técnicas de la infantería valenciana.

Pero el Betis desprende un caudal de energía irrefrenable, que fluye por dos caminos: desde la grada, que ha convertido la fiesta en rutina, y desde la palabra de Setién, que está convirtiendo el estilo en una preciosa forma de ganar. Y ganar. Roma debía tener bien alimentado a su ejército y los béticos se alimentan de triunfos.

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El equipo estimula a la grada y la grada dispara a sus héroes hasta la portería contraria. Esa retroalimentación desmonta al enemigo más temprano que tarde. Ayer, los jugadores del Levante se ilusionaron con salir por su pie de Heliópolis cuando tomaban un refrigerio en el intermedio. Mientras, en el vestuario contiguo, los centuriones de Setién volvían a leer la frase cincelada en las paredes: Sin posesión queda rendirse, sin posesión queda rendirse, SPQR...

Fue volver a rodar el balón y los béticos allá que fueron con más fervor si cabe a por el cuero. Hasta que volvió a surgir la maravilla. Mandi a Barragán, éste a Fabián -colosal el chaval-, Sergio León que sirve un plátano golosísimo a Sanabria. Golazo. Sublimación del toque. De la posesión. Como en el gol de Sergio León en Villarreal. Como en el gol de Sanabria en el Santiago Bernabéu. A raíz de ese estallido, de ese chispazo genial, el Benito Villamarín se volvió a convertir en una fiesta pagana, una dionisíaca noche en la que el beticismo disfrutó como hacía años que no hacía. El Levante acabó como un exvoto sacrificado a los dioses. El general Setién promete más desfiles solemnes y afinados, como los armaos por Feria. Y como ellos, promete convertir la fiesta en rutina. Sin posesión queda rendirse. SPQR.

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