Real Betis

La tamborrada da paso al andantino

  • El Betis no necesitó imprimir el máximo ritmo para vencer a un cerrado Alavés

  • Los hinchas esperaban un jolgorio que no fue

La tamborrada da paso al andantino

La tamborrada da paso al andantino

Había quienes esperaban, después de anotar 11 goles en las tres jornadas precedentes, que el partido ante al Alavés sería poco menos que una tamborrada de fiesta y jolgorio. Los más optimistas, los que exudan entusiasmo por los cuatro costados, creyeron que el Alavés, entrenado por un Gianni de Biasi recién llegado a España de jugarse los boniatos en Albania, vendría sencillamente a abrirse en canal a la espera del matarife. Y no fue nada de eso.

Del porompompón de la semana pasada no hubo casi rastro en el Benito Villamarín. Quizá fuera el calor, quizá fuera la bronca posterior al 3-6 contra el Valencia, quizá intuyeran los verdiblancos que la infantería alavesa llegaría a Sevilla con la prioridad de no conceder espacios, fuera lo que fuera, lo cierto es que el juego del Betis tuvo ayer más de andante que de frenético, más de lentitud que de viveza, más de perseverancia que de verticalidad, por mucho que alguno de los 50.000 espectadores necesitara el socorro de un bostezo para elevar el riego sanguíneo a la zona ocular desde el estómago, donde la digestión lo acaparaba todo.

A falta de sangre en el campo, cada uno buscaba en el estadio la actividad como podía. Unos se secaban los lacrimales por el homenaje al gran Alberto Tenorio -querido por todos-, otros ondeaban incesantemente las banderas verdiblancas, como si fueran replicantes de un futuro distópico, otros rastreaban en el teléfono móvil las consecuencias del artículo 155, mientras estaban también quienes intentaban resolver si se va a acabar de una vez por todas este pertinaz verano.

A todo eso estaba haciéndose el nervio en el campo, la luz. Fue el 1-0. La jugada tuvo en su origen un decisivo saque de Adán con la mano. La pelota aterrizó mansa a Joaquín. El portuense miró hacia los lados y observó los espacios y las superioridades y dispuso un cambio de banda esencial a los territorios de Camarasa, Campbell y Barragán, quienes aprovecharon el hueco producido por esa ráfaga sobrevenida de velocidad para centrar a placer al centro del área. Sanabria, mediante un giro de cuello propio de la niña de El exorcista, cabeceó para poner el 1-0.

Era sólo el minuto 11 y los hinchas esperaban que, con 79 por delante, el Betis se lanzara a por la goleada. Pero no siempre puede haber jolgorio y tamborrada. En casa del tamborilero -véase Setién y su plan de toque tras toque tras toque-, los hijos son bailadores, pero los tamboriles fueron sustituidos ayer por las flautas dulces. Sesteo a sesteo, el Alavés dio aun miedo. El Betis jugaba a la ruleta rusa. Y al flautín con silenciador. El 2-0 de Alexis en propia meta, ya en el 75, hizo respirar. Al Betis le bastó pensar en andantino y jugar en andante.

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