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Sanidad

El malestar en la Sanidad Pública

Manuel Concha Ruíz

Catedrático de Cirugía Cardiovascular

El año 2012 quedará marcado en el recuerdo por la especial conflictividad en el campo de la sanidad pública; dichos conflictos han tenido especial incidencia en Andalucia y otras Comunidades como Madrid, Cataluña y Asturias entre otras.

 

La oleada de protestas, huelgas y problemas desencadenados no parece llegar a la calma sin dejar por el camino muchas heridas difíciles de cicatrizar.

Ciertamente los recortes económicos, que ya se iniciaron en el año 2010 y han continuado in crescendo con nuevas medidas, han afectado seriamente al sector sanitario. Si bien ello ha sido motivado fundamentalmente por la crisis económica que padece el país, no podemos echar en el olvido el concurso de otros determinantes que han tenido así mismo una especial incidencia. 

Ya con anterioridad en estas mismas páginas, los pasados años, comentábamos la especial encrucijada en la que se encontraba la Sanidad Pública y muy especialmente en Andalucía. Hablábamos, a la vista de la situación, de la absoluta necesidad de equilibrar y controlar el gasto público en sanidad, tratando entre otros aspectos de optimizar los recursos disponibles, lo que suponía mejorar la gestión y promover la eficiencia del sistema, y con ello hacer posible el mantenimiento de una medicina para todos, homologada y de calidad.

En las motivaciones del conflicto sanitario han prevalecido fundamentalmente dos aspectos importantes: a) Recortes presupuestarios con las consiguientes repercusiones en política de personal y salario de los profesionales; b) Conflicto por la posible "privatización" de la sanidad en la Comunidad de Madrid,  fundamentalmente.

 

En Andalucía ha tenido también una especial incidencia el conflicto sanitario con Médicos Especialistas Internos y Residentes, en los que las medidas adoptadas para este sector han supuesto reducciones significativas en sus salarios, y que con la sobrecarga "asistencial" están viendo comprometida su formación. Ha existido una falta total de diálogo, por parte de la Administración, lo que ha conducido a enrarecer la situación y prolongar el problema sin un claro horizonte.

 

En la Comunidad de Madrid a la motivación de los conflictos de larga duración se ha añadido, como decíamos,  el hecho de cambiar a gestión privada un número no significativo de centros de salud y de seis hospitales comarcales de reciente creación. Ello se ha querido ver como una privatización de la Sanidad Pública en su conjunto, más que la búsqueda de posibles fórmulas complementarias que ayuden al sistema sanitario.

 

Ciertamente en los tiempos que corren es necesario asumir, más que nunca, el debate riguroso sobre el presente y el futuro de la sanidad pública y ese debate obliga a partidos políticos, Administración, personal sanitario, etc., a no provocar enfrentamientos estériles y a veces partidistas que poco solucionan y que agravan aún más la situación. Es urgente abordar por todos las reformas necesarias para lograr sostener el futuro de la sanidad pública.

 

Desde hace años se viene hablando de la necesidad de reformas estructurales y de gestión en la sanidad pública. Hay que ser conscientes que hay aspectos como es el caso de la política de personal en que ha avanzado muy poco. Existe una ausencia de verdadera carrera profesional. En la política de incentivos la falta de criterio y parcialidad han inducido más al malestar que al estímulo. El acceso a puestos de responsabilidad de los sanitarios es ajeno, en muchos casos, a su valía y experiencia clínica y/o científica. La racionalización del gasto y utilización adecuada de los recursos disponibles se hace urgente y necesaria. Existe sin duda una excesiva burocratización, una acumulación de cargos intermedios que más que agilizar o flexibilizar el sistema lo entorpecen. El futuro laboral de los Especialistas Residentes que terminan tras 4-5 años de formación, es muy precario, etc.

 

Todo ello ha contribuido a crear desde hace años un clima de crispación, de malestar, de hastío en muchos profesionales de la Sanidad, que en muchos casos acentúan la situación irrespirable en que nos encontramos frecuentemente.

Tenemos que velar por la salud del sistema sanitario y para ello, aparte de las justas y necesarias reivindicaciones económicas, hay que hacer frente de una vez por todas a las necesarias reformas estructurales, a la gestión adecuada de los recursos, a la eficiencia y la competitividad, a una política clara y definida de personal sanitario, etc., y todo ello antes de que esas heridas abiertas y difíciles de cicatrizar se cronifiquen y con ello pongamos en riesgo ese mantenimiento de una medicina para todos, homologada y de calidad que tantos años y esfuerzos nos costó conseguir. 

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