El Palquillo

Abrigo, bufanda y azahar

  • El cuarto viernes de cuaresma trajo estampas como las colas del besapié del Cautivo, los vía crucis en San Gonzalo y en el Patio de los Naranjos o el soberbio besamano del Valle

La cuaresma ha doblado la página del tiempo. Le quedan 15 días y dos viernes. El de ayer fue frío. De bufanda y abrigo. El único atisbo de la primavera lo aporta la flor del naranjo y la luz de la tarde. Aquélla por la que, según Joaquín Romero Murube, venía Jesús Nazareno.

Hay una cuaresma de capillitas, de ojeadores de todo tipo de altares. Existe otra, ajena a cuitas cofradieras. Es la de las devotas del Cautivo y del Gran Poder. Las de las colas en San Ildefonso y en el camarín del Señor. Y después, hay una tercera y minoritaria espera, que se deleita en los rincones menos conocidos. La de los paladares selectos. El viernes de ayer tuvo para todos los gustos.

Vía crucis en San Gonzalo. El Señor del Soberano Poder preside el acto. En una época en la que tanto se critica la proliferación de cultos externos cofradieros, es conveniente darse una vuelta por el barrio Léon para constatar que dicha máxima no se puede aplicar en todas las hermandades. En San Gonzalo lo saben bien. Cada vez que su Titular sale a la calle se vuelcan los hermanos y devotos. Nada tiene que ver esta estampa con la de algunos vía crucis y rosarios de la aurora -que se multiplican como el milagro de los panes y los peces- en los que la afluencia de personas no supera los dos dígitos.

Los especialistas en arte efímero tienen desde ayer jubileo pleno en la Anunciación. La Virgen del Valle está de besamano. La elegancia del rosa. Cuando esta Dolorosa pisa el suelo la cuaresma entra en agonía. La última quincena. Para los curiosos de los detalles, no se pierdan el original exorno floral que con tan buen gusto ha preparado la priostía de la corporación: claveles chinos.

Decíamos que había una cuaresma que se vive en paralelo a las cofradías. La de las devotas que acuden cada viernes a venerar al Gran Poder y al Cautivo, que estuvo ayer en besapié. Colas que serpentean San Ildefonso. Minutos de espera para cientos de mujeres -esas madres de marzo- que no tienen más prisa que la de cumplir con la tradición. El próximo viernes esta devota imagen saldrá en procesión. A las seis y media de la tarde.

Queda, por último, esa tercera cuaresma. La más íntima. La más singular. La de los vía crucis de cada viernes en un convento distinto, iniciativa en la que tanto empeño ha puesto el historiador y escritor Álvaro Pastor. Ayer tocó el convento de San Leandro, el de las famosas yemas.

En cuestión de paladares, nada más agradable al gusto que el vía crucis de la Sacramental del Sagrario en el Patio de los Naranjos de la Catedral. Presidido por el Cristo del Perdón,que se venera en la puerta del mismo nombre. Liturgia de niños carráncanos. Solemnidad en la noche gélida de marzo. Cuarto viernes de cuaresma. Frío y azahar.

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