los días imáginados

Medio siglo de carey y plata

  • En 1968 Jesús de las Penas estrenó la cruz de estilo colonial que adquirieron a la Hermandad del Nazareno de Écija

  • En una década prodigiosa completaron el espléndido paso del Señor

El Señor de las Penas saliendo de la parroquia de San Vicente el pasado Lunes Santo.

El Señor de las Penas saliendo de la parroquia de San Vicente el pasado Lunes Santo. / D. S.

La cruz de carey y plata que porta Jesús de las Penas es uno de los grandes tesoros artísticos de la Semana Santa de Sevilla. Este Lunes Santo se cumplen 50 años desde que fue estrenada. En la mañana del 8 de abril de 1968 don José Sebastián y Bandarán bendijo la cruz que la Hermandad de las Penas había adquirido en mayo de 1967 a la Hermandad del Nazareno de Écija. Era una gran joya, realizada en carey con incrustaciones de plata, que había llegado desde América en los tiempos coloniales.

La cruz había sido sometida a un proceso de restauración y enriquecimiento, bajo la dirección de Juan Carrero Rodríguez, que fue el alma mater de una aportación inconmensurable para la Semana Santa: el extraordinario paso de Jesús de las Penas. La cruz era el colofón. Carrero había conocido la posibilidad de adquirirla en Écija porque se lo contó otro gran cofrade: Ricardo Comas Fagundo. Se empezó a hablar en 1965, pero no la consiguieron hasta dos años después.

¿Puede doler la cruz cuando detrás queda tanto amor? Aquella historia sigue viva

El ensamblaje de las piezas de carey fue realizado por José Lunar Martínez, mientras que la plata deteriorada se reprodujo en los talleres de Roncero en Córdoba y las planchas fueron ajustadas por el tallista Antonio Vega. La antigua cruz colonial fue enriquecida con los casquetes de plata de ley que labró el orfebre Jesús Domínguez Vázquez.

El 8 de abril de 1968 era Lunes Santo, el día del estreno de la cruz de carey y plata que ponía colofón a ese paso. Fue una década prodigiosa, que había comenzado en 1959. Aquel año, cuando Jesús de las Penas salió de San Vicente, sonó en su honor la marcha que le dedicó Antonio Pantión. Era la primera vez que el paso de Cristo salía a la calle con una marcha procesional.

Aquel año 1959 empezaba una tarea titánica. Estrenaba el Señor el paso tallado por Antonio Vega con ebanistería de Carlos Alba, según un proyecto del imaginero Antonio Castillo Lastrucci, y con dorado de Luis Sánchez. Llamaron la atención los cuatro faroles de plata diseñados por Cayetano González y ejecutados en el taller de Villarreal, y los cuatro evangelistas y los ángeles que talló Rafael Barbero, un granadino que fue el gran imaginero miniaturista de la Semana Santa sevillana.

Tres años después, en 1962, el paso se completaba con los extraordinarios faldones que fueron diseñados por Cayetano González y ejecutados en el taller de Esperanza Elena Caro. Unos faldones bordados en oro y seda que se enriquecían con los marfiles de Rafael Barbero y los atributos en plata de Jesús Domínguez. Este orfebre realizó las potencias en oro de ley que también estrenó el Señor en aquella salida.

El paso, ya completo, era el sueño cumplido de unos cofrades encabezados por Juan Carrero Rodríguez, que convirtieron una hermandad de patrimonio modesto en un ejemplo del barroco de Sevilla, a la altura de las artes del Siglo de Oro. Pero faltaba el colofón: la cruz de carey y plata, que engrandecía en 1968 ese altar itinerante suntuoso en el que aparece Jesús de las Penas.

"Me cabe la satisfacción de que la cofradía por la que trabajo tenga gracias a mi constancia durante dos años, ya que la ofrecieron en 1965, poseer la más rica y bella cruz que existe, sin lugar a dudas, en nuestra ciudad". Así de claro lo escribió Juan Carrero en los Anales, para que quedara constancia de la realidad.

Ha pasado medio siglo desde aquel Lunes Santo de 1968. Hoy volverán a abrirse las puertas de San Vicente. En la calle Cardenal Cisneros el incienso subirá al cielo de Sevilla y mezclará su perfume con el azahar de los naranjos florecientes. Sonará la marcha de Antonio Pantión, interpretada por la banda de música de Tejera. Aparecerá ese paso dorado, tan barroco, donde hasta el menor detalle está cuidado. Y nos encontraremos de pronto con la mirada dolorida de Jesús de las Penas, agobiado, caído en tierra, bajo el peso contradictorio de su cruz de carey plata.

¿Puede doler la cruz cuando detrás queda tanto amor? Medio siglo desde el estreno de esa cruz nos recuerda que aquella historia sigue viva, que su Amor sólo con amor se paga, que toda la belleza del mundo parece poca para mitigar las penas del Jesús que ha caído en San Vicente.

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