El Palquillo

Premio a la valentía del pregonero

  • El llamamiento de la Madrugada, lo más comentado de la jornada

Opiniones sobre el pregón.

La Sevilla cofradiera se puso de acuerdo para agradecer a José Ignacio del Rey su defensa de la Madrugada. "Para ganar esta batalla hay que echarse a la calle", comentó Rafael Pérez, director del Cecop, antes de sentarse a la mesa en el almuerzo homenaje celebrado en el salón gótico del Alcázar. "Hoy has gobernado desde el Maestranza", señaló Juan Espadas, alcalde de la ciudad, en su discurso tras los postres. Espadas agradeció el llamamiento para que los sevillanos salgan a las calles y "no tengan miedo". Alberto Máximo Pérez Calero, presidente del Ateneo, fue conciso y contundente: "Ha sido un pregón valiente".

El único comentario en tono humorístico lo puso monseñor Asenjo. "Esta noche cuando me despida del Señor le pediré que te absuelva de los cuarenta años de purgatorio que te corresponden". El arzobispo se refirió a los minutos que Del Rey se pasó de la hora de duración, la medida conveniente según el prelado. Tras sus palabras, que desataron las risas del público, Asenjo agradeció la mención a los seminaristas y a Miguel de Mañara, al que reivindicó y puso al nivel de Santa Ángela de la Cruz.

El sello universitario fue otro de los comentarios en los corrillos durante el aperitivo. "Ha unido cultura y fe", afirmaba PepilloGutiérrez, cartelista de esta Semana Santa. Jesús Resa, hermano mayor de la cofradía de los Estudiantes, reconoció verse reflejado cuando describió su visión de la corporación del Martes Santo: "Somos de la misma quinta y hemos vivido muchas cosas juntos". El pregonero de 2015, Lutgardo García, destacó el lado estudiantil, alabando la originalidad del final, donde "nos pone bajo el Cristo de la Buena Muerte para verle los ojos".

Su hermano Eduardo, protagonista colateral del día por su condición de familiar y ex pregonero, dejó a un lado el texto y las hermandades para arrancar su discurso ejerciendo de hermano mayor y recordando a sus padres. Ellos exigían resultados académicos ofreciendo un hogar del que salían cada día "limpios, vestidos, peinados y comidos". La conexión que existe entre ambos se hizo patente en un largo y emotivo abrazo en los camerinos del Maestranza. Cerca de ese abrazo también estaba Antonia, la sonriente y atenta esposa de José Ignacio. "Al principio estaba un poco nervioso", afirmó la madre de Esperanza Macarena, Antonio José y María de la Concepción. Los hijos del pregonero fueron parcos en palabras, pero sus caras reflejaban la felicidad que contagiaba su padre, quien dijo sentirse "feliz y contento" cuando atendió a la prensa tras una agradecida ducha en las entrañas del teatro del Paseo de Colón.

Los elogios fueron pasando de boca en boca en las horas posteriores. "Me ha encantado, pero sé que no soy objetivo", explicaba un sincero amigo de la familia Del Rey Tirado. "Lo que sí te puedo decir es que ha sido muy él", interrumpía otro conocido aludiendo a que el pregonero se ha mostrado en el escenario tal y como es. "El pregón tenía que tener algo de guasa porque si no, no es de él", sentenciaban.

La entrega del pergamino al pregonero, que incluía al Cristo de la Buena Muerte y a un nazareno del Silencio, fue el broche a un día en el que José Ignacio del Rey Tirado fue, como apuntó Espadas, "el sevillano más feliz de la ciudad".

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