El Palquillo

Un Vía Crucis en tres tiempos

  • El Señor de la Oración en el Huerto de la Hermandad de Montesión protagoniza un bello Vía Crucis Penitencial en la primaveral tarde.

Un Vía Crucis en una jornada primaveral. El Señor de la Oración en el Huerto, de la Hermandad de Montesión, presidió en la tarde de ayer el Vía Crucis Penitencial de las Hermandades en la Catedral. Los traslados de la portentosa imagen de la hermandad del Jueves depararon bellas imágenes en unos recorridos en los que no se produjeron grandes apreturas, salvo en puntos muy concretos, como la calle Santa Ángela de la Cruz. El Vía Crucis de cada primer lunes de cuaresma, como quedó patente ayer, tiene tres partes bien diferenciadas. Tres tiempos. El traslado de ida hasta la Catedral, con una mayor afluencia de fieles y devotos. El rezo en la Catedral, en el que se echa en falta más acompañamiento. Y el regreso al templo ya bien entrada la noche, mucho más íntimo, pero con grandes estampas y momentos que quedarán grabados en la historia de la hermandad.

 

Al contrario de lo ocurrido el año pasado, el Vía Crucis se celebró en una tarde auténticamente primaveral. Aunque el sol estaba tamizado por las nubes, el calor fue intenso durante la tarde. El Señor de la Oración en el Huerto realizó prácticamente todo el recorrido de ida a la Catedral iluminado por la luz del día. Se hizo de noche cuando el Señor alcanzó la calle Hernando Colón, muy cerca ya de la Catedral. La salida del cortejo desde la Capilla del Rosario se produjo unos minutos antes del horario fijado: las 17:15. Una de las novedades del Vía Crucis de este año era que el rezo de las catorce estaciones en la Catedral se había adelantado media hora. El objetivo era propiciar una mayor participación de fieles en un día laborable.

Quizás este adelanto horario también provocó que fueran menos las personas que arroparon al Señor en sus traslados. Es algo difícil de cuantificar y, sobre todo, de comparar con otros años por las características propias de cada hermandad o por los recorridos elegidos. La impresión generalizada ayer era que la cantidad de público era similar a la del año pasado. Conforme el Señor llegaba a la Catedral sí fue acompañado por más cantidad de fieles y devotos, aunque era fácil atravesar el cortejo y desplazarse de un lugar a otro.

El Consejo de Cofradías convocó en noviembre un pleno de hermanos mayores para debatir si era conveniente trasladar el Vía Crucis al fin de semana para facilitar así la afluencia de público. Es evidente que el Vía Crucis ha perdido protagonismo con el paso de los años. Antes, era el acto con el que se iniciaba la cuaresma. Tampoco había entonces la gran proliferación de vía crucis que hay hoy. Muchas hermandades celebran el suyo, por lo que el que debe reunir a todas ellas ha perdido gran parte de su sentido. También hay una sensación de hartazgo generalizada por todos los actos de culto externo (ordinarios y extraordinarios) que se suceden a los largo del año. Todo esto influye negativamente en el Vía Crucis Penitencial por mucho que la hermandad que lo presida lo prepare con mimo y todo detalle, como fue el caso. Estas consideraciones sobre el Vía Crucis podrían escribirse prácticamente cada cuaresma, salvo que la imagen elegida fuera una de las cuatro o cinco capaces de congregar a multitudes.

Como sucedió hace dos años con el Señor de la Humildad y Paciencia de la Cena, el Vía Crucis de ayer fue especial para disfrutar y descubrir una imagen de una belleza y categoría artística excepcional. El Señor lució sobremanera en unas andas primorosamente adornadas y con la preciosa túnica bordada en los años 40 por Victoria Caro y recuperada y enriquecida para la ocasión por José Ramón Paleteiro. Es difícil de entender que con túnicas de esta categoría las imágenes se vistan con prendas lisas en Semana Santa. El Vía Crucis evidenció también el celo existente en todo lo relativo a la seguridad. Varias parejas de la Policía Nacional iban escoltando las andas y, en la Catedral, algunas personas se quejaron de que en ciertos momentos no se permitió la entrada.

Uno de los momentos más destacados del traslado de ida se vivió a las puertas del convento de las Hermanas de la Cruz con el canto de las religiosas. El que no perdió detalle fue Doménico Strazzera, de la Hermandad de los Navegantes de Trápani que con un cirio representaba a la Unión de Hermandades de esta ciudad siciliana. En la presidencia también disfrutaron de lo lindo el secretario del Consejo, Carlos López Bravo; y el tesorero y hermano de Montesión, Paco Vélez. Estos dos miembros de la junta superior destacaban la fuerza del Señor desprovisto de todos los aditamentos del Jueves Santo. También fue digno de destacar el amplio cortejo que acompañó al Señor: unos 500 hermanos con cirio.

El recorrido de ida se realizó a gran velocidad, el Señor pasó rápido por zonas como la Plaza del Cristo de Burgos y la Alfalfa, tanto fue así que a las siete de la tarde ya estaba la cruz prácticamente llegando a la Puerta de los Palos. La hermandad ralentizó en este punto su paso para alcanzar la Catedral a la hora fijada: las 19:45. El Señor de la Oración en el Huerto cruzó el cancel de la puerta cuando las campanas anunciaban las ocho de la tarde. El arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, tras rezarse las 14 estaciones, felicitó en su reflexión final a la hermandad y al Consejo por cómo había transcurrido el Vía Crucis, a pesar de ser lunes.

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