El Palquillo

El hermano mayor que llegó de la montaña

  • El cántabro José Antonio Fernández Cabrero arribó a Sevilla hace casi 40 años, se enamoró de su mujer en Cantillana, y se hizo macareno

José Antonio Fernández Cabrero, ayer por la mañana, en la basílica de la Macarena.

José Antonio Fernández Cabrero, ayer por la mañana, en la basílica de la Macarena. / Antonio Pizarro

De San Felices de Buelna (Cantabria) a Sevilla, pasando por Cantillana. José Antonio Fernández Cabrero se ha convertido en el nuevo hermano mayor de la Macarena. Más de dos mil hermanos le dieron su respaldo en las elecciones celebradas el pasado domingo. De las previsiones que apuntaban a un resultado ajustado, se pasó a una más que holgada victoria de este macareno abanderado de la asistencia social que ha repetido durante su campaña como una letanía que quiere una hermandad fraterna, caritativa y social.

Cabrero, como es conocido en la hermandad, nació en el pequeño pueblo cántabro el 16 de diciembre de 1953, circunstancia que no ha sido impedimento para ser el portador durante los próximos años de la vara de las capillas y estar al frente de casi 15.000 macarenos. De ideas claras, verbo fluido, trato afable y cercano y gran poder de convicción, ha sabido ganarse al hermano de a pie. "Yo estoy aquí todos los días", asegura en el atrio el día después de las elecciones más multitudinarias de la Macarena, mientras no paran de acercarse a él para abrazarlo y darle la enhorabuena. "Que la Virgen te ayude, que falta te va a hacer", le espeta una señora mientras le hacen las fotos para ilustrar el encuentro.

El nuevo hermano mayor de la corporación con más hermanos de la ciudad, la que goza de más proyección internacional, no es un macareno al uso. Llegó de la montañosa Cantabria natal para hacerse un hueco en una cofradía en la que no es fácil tocar la plata. No tiene ascendencia ni pedigrí macarenos, pero es macareno por convicción, y es profundamente devoto de la Virgen de la Esperanza, lo que le llevó a hacerse hermano hace 33 años. En su discurso deja claro que le importa más la hermandad que la cofradía, y no es que esta última no le preocupe, puesto que en su programa lleva importantes medidas que buscan mejorar, sobre todo, la calidad de vida del sufrido nazareno. Le importan poco las sayas y los mantos. Lo suyo son las relaciones humanas, el trato cercano con el hermano, como ha hecho cuando se ha ocupado de la formación, de la juventud, de los mayores y ahora de la asistencia social. Su principal aval, más allá de propuestas, promesas y proyectos, ha sido él mismo. Su cercanía.

"Hay que pensar más en los nazarenos. La Virgen puede entrar a la una y andando fina y sobre los pies"

José Antonio Fernández Cabrero nunca habría imaginado que la visita que le hizo a un compañero de Brenes iba a ser tan determinante en su vida: "Trabajaba de topógrafo en Santander y estábamos haciendo los accesos a la Meseta. Tuvimos que parar por el mal tiempo y me bajé a verlo. Nos desplazamos a Cantillana y allí conocí a María. Fue un flechazo. Era el 30 de dicembre de 1977. Nos casamos a los tres años". María, de devoción pastoreña, fue quien le llevó a conocer a la Virgen de la Esperanza. Cabrero, por su afición al flamenco, "ya corría por mis venas en Cantabria", conocía la canción del emigrante en la que Juanito Valderrama cantaba a aquella que está en San Gil. "Yo decía, ¿quién es aquella? Fui hilando hasta que llegué a la Virgen".

En el año 78 tuvo que acudir a Huelva a hacer un estudio taquimétrico y un replanteo en el puerto. "María y yo ya éramos novios. Me recogió en el aeropuerto y le pedí que me llevara a ver a la Virgen de la Macarena". Aquel Jueves Santo de 1978 siempre estará marcado a fuego en la vida del hoy hermano mayor electo de la Virgen de la Esperanza. Ese día, comenzó su historia en la Macarena. En 1983 empezó a salir de costalero. En 1989 entró en la junta de José Luis de Pablo Romero como fiscal; durante los dos mandatos de su gran amigo Joaquín Sainz de la Maza, fue fiscal y consiliario de formación y juventud. Más recientemente, con Manolo García, ha sido el responsable de la asistencia social, a la que ha dado un enorme impulso en una época de gran necesidad. Durante todos los años de servicio en la hermandad ha creado el cuerpo de acólitos hermanos, fundó la coral polifónica, junto a María Isabel Gil Delgado, y la banda juvenil de la Centuria, y llevó durante muchos años el boletín, junto a Juan José Morillas, entre otras acciones.

Como buen cántabro, le tiran el ciclismo, que sigue practicando cada verano en su tierra natal, y la montaña. En la Macarena fundó una escuela de montañeros con la que coronó el Mulhacén. "Hacíamos acampada libre y subíamos varios tres mil en Sierra Nevada". También practica el golf, la natación y era aficionado al pádel hasta que una rodilla le frenó. Pero su gran pasión, convertida en "adicción", es el flamenco. Ha sido presidente de la asociación provincial de entidades flamencas y asesor de la Bienal. Además de entendido, también hace sus pinitos: "El palo que más me gusta cantar es la soleá. Me encuentro más a gusto. También con las alegrías y los tientos. Me gusta cantar por Huelva cuando la cosa se relaja".

"Me preocupa que haya una buena relación entre los hermanos. Quien diga que no es un problema es un hipócrita"

El día después de ganar las elecciones ya estaba en la basílica a las 09:30. "Hoy sigo siendo consiliario encargado de la asistencia social y tengo tarea por delante". A las 10:30 debía recibir a un grupo de Villanueva del Ariscal, con su alcalde a la cabeza, que iba a hacer una visita. La celebración de la victoria fue normal. "Nos tomamos dos o tres cervezas en el bar Soto con mi equipo y los amigos que nos brindaron su voto". Como profesional de los seguros, ha sido alto directivo de Mapfre hasta su prejubilación hace poco, había analizado el riesgo de presentarse a hermano mayor y lo tenía más o menos claro: "Era posible que perdiéramos, pero las probabilidades de que fuera así eran bajas". Son muchos los que se han implicado con él en la candidatura pero, por su trabajo, cita a dos: Alejandro López y Antonio María Fernández Palacios: "Han sido dos locomotoras del proyecto".

Su principal reto cuando tome posesión será intentar conciliar los distintos sentires y modos de pensar que hay en la hermandad para buscar la unidad: "La singularidad de cada uno cabe en la pluralidad. Lo que más me preocupa es que haya una buena relación entre los hermanos. Quien diga que no es un problema es un hipócrita". Para ello, tiene claro que llamará a los anteriores hermanos mayores: Manolo García, Juan Ruiz y Joaquín Sainz de la Maza; y a los tenientes: Álvaro García Carranza y Santiago Álvarez. "No puedo llevar a buen término mi idea de hermandad fraterna, caritativa y social si no me ayudan. Los hermanos tienen que verlos sentados en el mismo banco".

Su programa es exigente y pedirá el máximo a su equipo. Se ha marcado 35 retos y tiene propuestas que le ilusionan. Cita algunas: crear una escolanía, una despensa macarena, que se pueda acceder al museo de manera virtual desde cualquier parte del mundo, una vigilia cada vez que se baje al Señor, o una residencia "para mis mayores". Su idea es hablar con el Arzobispado para poder rehabilitar parte de algún convento cercano. También quiere aumentar el número de oficiales en la junta, "quince son muy pocos para gobernar la Macarena". En cuanto a la Madrugada, ya se ha mostrado conciliador para hacer el primer gesto y tiene metido entre ceja y ceja que los nazarenos sufran menos: "Hay que pensar más en ellos. La Virgen puede entrar a la una, sin cambiar el recorrido, y andando fina, elegante y sobre los pies".

Así es el nuevo hermano mayor de la Macarena. Un cántabro con la Virgen de la Esperanza en el corazón.

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