Por Derecho

El legado de Alberto Ribelot

La pluma y la memoria de José León-Castro, profesor al que tanto debe mi formación como jurista, nos ha introducido durante varias semanas en una imprescindible galería del olvido a la que se han asomado diversos personajes sevillanos, todos dignos del recuerdo de quienes los conocieron y del conocimiento general. Su visita me ha evocado de modo vehemente la figura de Alberto Ribelot, de cuyo fallecimiento prematuro van a cumplirse diez años en unos meses. No es la primera vez que viene Alberto a esta columna y pido por ello la comprensión del lector. Creo que lo justifica con creces la necesaria reivindicación de su legado cuando no la segura conciencia de que en otra circunstancia se podría haber ocupado él de escribirla con mejor título y para deleite de todos.

Alberto, como León-Castro, como otros, otorgó carta de naturaleza y lustre académicos al estudio del Derecho de las Cofradías, dando ejemplo, desde la más exquisita eclesialidad, sin entrar en sus posiciones concretas sobre cada uno de los asuntos que trataba, de un rigor jurídico, una altura profesional y una independencia de criterio que dignificaban la materia objeto de sus estudios, dictámenes o consejos. Un conocimiento exhaustivo y profundo de las fuentes jurídicas y de la historia de la ciudad y el dominio de la ciencia del Derecho Canónico del que hacía gala lo convirtieron en referente singular para quienes consideramos que la regulación jurídica no es asunto menor en el ámbito de las hermandades y cofradías sevillanas, porque nos da la clave con la que poder entender la naturaleza de éstas, su esencia, y su razón de ser.

Como cada año, mañana viernes, un grupo de colegas, de amigos de Alberto, nos reuniremos en la Facultad de Derecho para honrar su memoria del modo en el que queremos pensar que más le gustaría: celebrando una jornada académica para abordar asuntos que habrían sido objeto de su interés científico. No es sino un modo humilde de evitar que caiga en el olvido, con la esperanza de mantener vivo su legado.

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