Los oficios de la Semana Santa

A solas con la Virgen del Mayor Dolor

  • Los priostes y el vestidor de la Hermandad de las Aguas explican, paso a paso, el arte de vestir a la Virgen.

La noche de Mayor Dolor

Es de noche. En la calle Dos de Mayo hay grupos de personas que entran y salen de los gastrobares de moda que están en la zona. Una luz que sale de la Capilla de Nuestra Señora del Rosario nos indica que algo está sucediendo en su interior.

Quedan horas para que se abran las puertas y que la ciudad pueda besar la mano de la Virgen del Mayor Dolor, de la Hermandad de las Aguas, para ello, durante toda la noche, el equipo de priostía, el vestidor de la virgen y las camareras trabajarán codo con codo para que todo sea perfecto.

Luis Chaves y Javier Chamorro, priostes de la Hermandad, abren las puertas de la capilla de par en par. Ellos son los encargados, junto al vestidor Antonio Bejarano, de elegir qué llevará la Virgen para cada culto. "Tenemos una máxima y es no repetir" asegura Chaves en el interior de la habitación donde se encuentra el ajuar de la Virgen.

Un armario lleno de sayas, mantos y varios cajones repletos de pañuelos y telas para acicalar a la imagen componen los enseres que dispone la hermandad.

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Mayor Dolor / Juanmi Vega

La saya escogida para el besamanos, que se celebró el fin de semana del 18 y 19 de marzo, fue la de la fuente, llamada así porque tiene una especie de fuente de la que emana las puntadas y que es la que suele llevar en la salida procesional del Lunes Santo. Dicha saya, cuentan los priostes, se sacó de una túnica de cola de una Magdalena.En el armario también se pueden observar diversas sayas sacadas de los trajes de luces de toreros como Diego Puerta o Rafael Torres.

Las camareras de la Virgen, hasta siete en total, sacan la plancha para alisar un poco la saya. Lo máximo que pueden hacer es darle un toque de vapor por la parte interior, ya que al ser terciopelo no puede plancharse directamente. En el interior de la iglesia y sobre siete bancos está desplegado el manto.

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Mayor Dolor / Juanmi Vega

La Virgen del Mayor Dolor está a las plantas del Cristo y espera que los priostes la trasladen a una zona apartada para que allí, las camareras y Bejarano puedan cambiarla con total tranquilidad y disfrutar de tenerla tan cerca.

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Mayor Dolor / Juanmi Vega

Los priostes son los encargados de llevar a la Virgen. Ellos dos son los encargados de cogerla en pulso y llevarla a las dependencias donde esperan las camareras. Pero antes, tienen que quitarle el rosario, la corona de espinas y la diadema. En el momento que los priostes le quitan la diadema, la imagen se transforma. Es otra. Una vez trasladada la imagen por Luis y Javier lo primero que se hace es rezarle y darle las gracias. Justo al acabar, las seis manos privilegiadas empiezan a sacar alfileres con sumo cuidado para quitarle la ropa que lleva actualmente.Pepi es camarera de la Virgen y para ella tenerla tan cerca es toda una emoción. Se encargan de ponerla guapa pero también aprovechan para darle las gracias, rezarle o pedirle que eche una manita. Son las privilegiadas.

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Mayor Dolor / Juanmi Vega

Durante el transcurso de esta primera fase, todas las camareras van rotando y le quitan los alfileres. Se quitan los anillos y las pulseras para arañar a la imagen. "Ponte tú un ratito" se dicen entre ellas para que todas puedan disfrutar de la cercanía de su virgen.Hay varias cajas llenas de alfileres. Algunas de esas cajas llegan a pesar medio kilo.

La Virgen está desvestida. Bejarano está en el interior a solas con las camareras colocándole el tocado. El resto espera. Una larga espera igual que cuando se está esperando a que salga el médico con la noticia de que el nacimiento ha sido todo un éxito. Aquí esperan a que Bejarano salga y diga "ya está vestida".

Justo en el momento en el que salen de su boca esas palabras, todos aprovechan para verla. La Virgen sobrecoge. No tiene joyas, ni corona, ni manto. Es el dolor en su máxima expresión. No necesita nada. 

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Mayor Dolor / Juanmi Vega

Antes de trasladarla de nuevo al altar, en una mesa dentro de la iglesia, Bejarano prepara las joyas que le colocará. Quiere recuperar una imagen de hace años que consiste en enjoyar a la Virgen, para ello, se le pone todo lo que tenga. Y allí está él, con un alambrito colocándole un broche a la corona, o un collar de perlas a modo de remate. Todo un arte.

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Mayor Dolor / Juanmi Vega

Una vez que están todas las joyas preparadas y elegido el patrón que se seguirá, la Virgen vuelve a reunirse con nosotros.

Es el momento de colocarle el pollero para que el manto quede perfecto. En la parte superior del pollero, Bejarano le pone una mantita reliada para realzar el volumen. Pequeños trucos de una persona que lleva mucho en este oficio.

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Mayor Dolor / Juanmi Vega

Es el momento de ponerle los broches y  el puñal. Todo se hace con una precisión quirúrgica. Las camareras sostienen los alfileres y le van dando el tipo de alfiler que pide Bejarano. Igual que el cirujano pide las herramientas. Igual que a la hora de desvestir, las camareras también van rotando pero esta vez se dicen "¿quieres?" alargando con su mano la cajita, cada vez más vacía, de alfileres. 

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Mayor Dolor / Juanmi Vega

Toca coronar a la Virgen. Ello se hace con sumo cuidado ya que la corona está completamente enjoyada. Un pequeño problema con la palometa que se enrosca con el perno para que la corona quede fija hace que se retrase un poco más todo. Pero no importa. La hora dejó hace mucho tiempo de ser un problema. Son más de las dos de la mañana y las caras de sueño son evidentes pero también de ilusión y emoción. Ese problema significar estar un ratito más con la Virgen.

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Mayor Dolor / Juanmi Vega

Pasadas las tres y media de la mañana toca uno de los momentos mágicos de la noche. Los priostes apagan las luces y la Virgen aparece iluminada por un foco. Ese foco sirve para ver las pequeñas imperfecciones que puedan aparecer. No apareció ninguna.La iluminación es un factor muy importante "puede realzar la imagen o cargártela" comenta Bejarano.

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Mayor Dolor / Juanmi Vega

Una vez hechas todas las pruebas y comprobado que todo está a la perfección, miramos el reloj por última vez mientras todos se despiden en la puerta de la capilla. Son cerca de las cinco de la mañana. Todos están cansados pero satisfechos por el trabajo realizado.

Agradecimientos a la Hermandad de las Aguas, a sus priostes Javier Chamorro y Luis Chaves y a Antonio Bejarano por hacer posible este reportaje.

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