El Palquillo

El testimonio vivo del romanticismo

  • Montserrat y La Carretería mantienen huellas de la Semana Santa romántica en la tarde del Viernes Santo

  • Las alegorías tenían carácter formativo para explicar detalles religiosos al pueblo

Algunos preguntarán: ¿pero queda algo romántico en la Semana Santa de Sevilla? Pues sí. Aunque a veces se confunde y se mezcla lo romántico con lo barroco, y a la inversa. Por razones complejas de resumir, caló una nostalgia canónica, una tendencia a evocar una Semana Santa antigua y en teoría ideal, que se ubicaría en el siglo XIX. Así se añoran los bordados de entonces, los pasos de entonces, y todo lo de entonces que en gran parte se perdió después, con las nuevas modas del siglo XX.

A partir de 1850, aproximadamente, se consolida esa Semana Santa romántica, tradicionalmente vinculada a los auspicios de los duques de Montpensier, por su mecenazgo. Un ejemplo claro es el de la Hermandad de Montserrat, en la que los duques contribuyeron para que la reina Isabel II se inscribiera como hermana, abriendo una colaboración con la Casa Real española que se prolongó en el tiempo. Ahí se cimentó ese estilo señorial, pintado por Manuel Cabral Bejarano en su famoso cuadro de la cofradía de Montserrat por la calle Génova.

Entre las alegorías que han sobrevivido están los pasos de la Canina y el Sagrado Decreto

En el Viernes Santo actual todavía perdura ese rescoldo de la Semana Santa romántica, que parece revivir con dos cofradías: Montserrat, pero también la Carretería. En ellas, algunos detalles de ese pasado se mantienen, no sin dificultades.

La Carretería parece trasladarnos en el túnel del tiempo cuando vemos sus túnicas de terciopelo azul en su barrio, donde una calle evoca el antiguo gremio de los toneleros, tan vinculado a la cofradía. Esas túnicas fueron estrenadas en 1886, cuando también salieron los magníficos bordados de las hermanas Antúnez, con el excepcional manto que se perdió en un incendio fortuito, ocurrido en 1955. Sin embargo, algunas cosas han cambiado. Ya no salen los disciplinantes que se daban "zurriagazos" en el siglo XVII. Ni el paso del Sepulcro que tuvieron entonces.

Posteriormente, ya en el añorado siglo XIX, estrenaron en 1862 otro paso que representaba el Triunfo del Espíritu sobre la materia. Según escribió José Bermejo, estaba formado por "dos ángeles, el uno elevando una cruz, hollando los instrumentos de la soberbia, y el otro con una palma y el tarjetón con una inscripción". Años después, este paso alegórico fue modificado, para formar el del Triunfo de la Santa Cruz, con un ángel y la Muerte, en una disposición semejante al de la Canina.

A pesar de que todo eso ya no existe, siempre nos quedarán las túnicas de la Carretería para evocar la Semana Santa romántica, que está presente también en los dos pasos de la cofradía, en los que el espíritu de otros tiempos, permanece y se actualiza.

No menos presente está en Montserrat. Por ejemplo, en sus alegorías de la Verónica y la Fe, que empezaron a salir en los años de oro del romanticismo. La Verónica debutó en 1859 y la Fe, en 1865. Ese año también estrenaron el magnífico manto que Patrocinio López bordó para la Virgen de Montserrat. Entonces también salía el paso alegórico del profeta Isaías, estrenado en 1862. Representaba a este profeta escribiendo las profecías del Nacimiento, Pasión y Muerte de Cristo. El autor era Vicente Hernández Couquet, precisamente el mismo del alegórico de la Carretería.

La Semana Santa romántica era rica en alegorías, que también alcanzaron una representación importante en el cortejo del Santo Entierro. Por desgracia, con el paso de los años, se extendió la creencia de que esos pasos y personajes distraían al pueblo y distorsionaban el mensaje cristiano de las procesiones de Semana Santa. Nada más lejos de la realidad, pues se habían creado para dar una formación más amplia.

A pesar de las alegorías que se perdieron, algunas han resistido el tiempo, no sin dificultades. Entre los pasos, que antaño abundaban, sólo han sobrevivido el de la Canina del Santo Entierro (un clásico) y el del Sagrado Decreto de la Trinidad. que fue recuperado. Ambos salen el Sábado Santo.

También han sobrevivido la Verónica y la Fe, que desde aquellos años de mediados del siglo XIX empezaron a recorrer las calles sevillanas. Y, aunque no siempre lo hicieron, la cofradía de Montserrat, con buen criterio, sigue la costumbre. Como se han mantenido las túnicas de terciopelo azul de la Carretería, otra herencia decimonónica.

Así, en las jornadas del Viernes Santo y el Sábado Santo se diría que el tiempo es más respetuoso con el pasado. Aún nos queda un recuerdo de la Semana Santa romántica. Es un legado que invita a la nostalgia, en estos tiempos de masificación y novelería, cuando tanto romanticismo se ha perdido en la Semana Santa.

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