Pepe Hidalgo | Tambor de la Centuria Macarena

No vale ser coronel antes que soldado

José Hidalgo López, junto al bar La Centuria de la Encarnación, hermosa redundancia de los armaos de la Macarena.

José Hidalgo López, junto al bar La Centuria de la Encarnación, hermosa redundancia de los armaos de la Macarena. / víctor rodríguez

Tras el fallecimiento de Pepe Hidalgo DIARIO DE SEVILLA recupera la última semblanza publicada del querido tambor de la Centuria Macarena.

Su padre era carpintero y su hijo se llama José, su hija Macarena y uno de sus tres nietos Jesús de la Sentencia. Éstas son las credenciales familiares de José Hidalgo López, Pepe Hidalgo para los muchos que lo han conocido en la centuria de la Macarena, donde ingresó en 1968.

Está en sus bodas de oro, un oro por el que se le cae la lágrima de la muerte hace ocho meses de Carmen, su media naranja. La convivencia perfecta. Pepe, macareno, nacido en calle Relator, bautizado en San Gil. Carmen, trianera, de la calle Voluntad, bautizada en la pila de los Gitanos.

El partido del amor se disputó en el terreno de la mujer. "Nos casamos en los Salesianos de Triana". La cita con Pepe Hidalgo tiene lugar en el bar La Centuria, en la plaza de la Encarnación, donde Regina pasa de calle a plaza, de arroyo a estuario.

Hermosa redundancia en un bar con fotos de los armaos donde siempre citaba a sus amigos -y a los periodistas que quedábamos para entrevistarlo- el bueno de Paco Gandía, sevillano de la calle Viriato. Todo queda en casa, el domus romano.

A las siete y media ensaya con la banda chica; a las nueve y media con la grande

Ser armao de la Macarena es para Pepe Hidalgo "lo más bonito y también lo más sacrificado. Eso sí que es hacer penitencia". Un matiz importante el del sacrificio para evitar lecturas banales o simplificaciones injustas. "Ni Roma ni nada, como la Macarena no hay nada".

Medio siglo acompañando al Cristo de la Sentencia para quien admite que es "más de la Virgen". Siendo un chaval, vio a la madre del barrio, la reina de sus murallas, camino de la Catedral y la Plaza de España en la coronación de 1964.

El abuelo de Jesús de la Sentencia -que también lo es de Daniel y de Irene María- abrió este periódico el 15 de septiembre del año pasado. Un joven que estaba en vísperas de su compromiso matrimonial en la Macarena confesaba al periodista que su sueño era "ser armao de la Macarena". Andrés Manzanaro se casaba un día después, novio sevillista con novia bética, en la Basílica de la Macarena.

El regalo se lo hizo Pepe Hidalgo el mismo día de la boda. La madre del novio se estaba peinando y se volvió medio loca con la llamada del cabo tambor. Las listas de bodas están ajustadas a un sota, caballo y rey, pero pocos novios reciben un regalo al mismo tiempo tan intangible pero tan lleno de contenido. El cabo tambor le invitaba a que iniciara el largo camino para entrar en la centuria.

"En la centuria hay que entrar cuando se tiene que entrar. No se puede ser coronel antes que soldado", dice Pepe Hidalgo. "Muchos padres y madres, sobre todo las madres, son culpables de inculcarles a los niños esa prisa, como si la centuria fuera ir a Eurodisney, y luego los chiquillos se llevan ese trago tan amargo. Cuando el niño no sale, hay que sacrificar a Hidalgo, el malo siempre soy yo".

Es algo parecido a lo que ocurre con los progenitores en el mundo del fútbol. Un territorio que conoce bien Hidalgo. Muy joven, probó fortuna en el fútbol catalán, primero en el Reus y después en el San Andrés, equipo de un barrio de Barcelona que entonces era un gallito de Segunda.

Estuvo a punto de fichar por el Español, "pero me volví a Sevilla porque para entrenar es como si aquí viviera en la Macarena y tuviera que ir hasta Villarrasa". El cabo tambor fue entrenador durante ocho años del equipo de la Oliva. "A mí me quitó del fútbol la banda chica".

Hace doblete. Todos los días dirige a partir de las siete y media el ensayo de la banda juvenil en la explanada del Parlamento y a partir de las nueve y cuarto con la banda grande, Roma peregrina, en Pino Montano, en el terreno que se habilitó para Arte Sacro.

El fútbol y la centuria han sido ocupaciones paralelas a su vida laboral. Con 14 años empezó a trabajar de pinche en una obra. Con 17 entró en Bodegas Peinado, primero en la calle Velázquez, después en la Resolana. En total, 32 años de relación profesional con esta firma bodeguera.

Su primera experiencia musical fue en la banda La Giralda, "un vivero para la Centuria". El primer paso al que acompañó con la música fue la Hiniesta, patrona del Ayuntamiento. Se salvó de la mili por huérfano de padre, aunque ha pertenecido durante medio siglo a las legiones romanas de la Esperanza Macarena.

Por razones de consorte, siempre le tuvo respeto y devoción a la Esperanza de Triana "pero la Macarena es la Macarena". "Nunca he dejado de acompañar a mi Cristo de la Sentencia, pero tampoco falto a la Carmen de San Gil o a la Virgen del Rosario". No conoce un reinado tan superlativo. "Cuando ya están los primeros nazarenos en la Campana, todavía está saliendo la Virgen por el Arco". El arco del poema de Cernuda, la curva legendaria junto al busto de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, dueño del canon.

En el fútbol lo reconvirtieron de delantero centro a central. De la vanguardia a la retaguardia. Hidalgo, ingenioso como el caballero manchego, conquista la ciudad por Feria y reconquista el barrio por Parras. Así durante cincuenta Madrugadas, diez quinquenios de devoción y disciplina. "Los niños que quieren ser armaos tienen que venir con sentido de la obligación y la formalidad". La Roma macarena tampoco paga traidores ni melindres. Es cosa seria.

El regalo de boda sigue siendo intangible, pero el novio sevillista que se casó con la novia bética, Reyes Romero, espera que algún día se haga realidad. Lo disfrutarán sus padres: Mercedes, que no se despeina, y Tomás, que acaba de llegar a Sevilla en un descanso de sus ocupaciones profesionales en una plataforma marítima en aguas de Angola.

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