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Pregón de Semana Santa 2008

Burgos en estado puro

  • El escritor hace vibrar al público en muchos pasajes en los que empleó su inconfundible estilo · Incluyó varios fragmentos de sus artículos cofradieros más célebres

Vibrar, llorar y hasta reír. Las tres claves de un buen Pregón, las señas de identidad del oído ayer en el Teatro de la Maestranza, que en muchos momentos provocó los olés de un público que interrumpió al orador en varias ocasiones. Un Pregón que incluyó alguna de las piezas más célebres del repertorio cofradiero del escritor, como fueron los celebérrimos pasajes dedicados a las manos del Gran Poder, a los armaos de la Macarena y al farol de cruz de guía, escrito a la memoria de su padre. Un Pregón bien leído, respetando siempre la misma velocidad de dicción, jugando con los tonos y que, todo sea dicho, pudo resultar algo largo en su final. Quienes siguen al articulista desde hace años saben que el de ayer fue un Burgos en estado puro. Con gracia innegable, con aguijón, demostrando que conoce la materia como nadie, exhibiendo que domina las claves y metiéndose en los charcos de algunos temas de actualidad para bordear los límites y generar el debate. Objetivo cumplido. El polémico tema del fajín de la Macarena, el aborto, la eutanasia, el matrimonio civil entre homosexuales y la defensa de la familia fueron apareciendo entre pasajes de indudable belleza sobre la Semana Santa.

Burgos se desmarcó también de sus predecesores en el atril por otros motivos menores. Por ejemplo, apareció en el escenario sin las pastas del Pregón. No fue a recogerlas en su día y, por lo tanto, no disponía de ellas. Le valió con una simple encuadernación encargada por él mismo. Y concertó con un ordenanza del Ayuntamiento que se las entregara y se las recogiera al término de la disertación.

El Pregón estuvo dedicado a los escritores que nunca lo dieron, de algunos de los cuales citó pasajes concretos. En la memoria estuvieron Rafael Laffón, Rafael de León, Juan Sierra, Florencio Quintero y Rafael Montesinos. En ellos basó el eje de la primera parte del Pregón: "Llego en nombre de los poetas enamorados de Sevilla que escribieron sus sentimientos en ruán de tinta sobre merino de papel, pero que nunca pudieron pelar la pava con su ciudad querida en esta reja solemne de la mañana vesperal del gozo".

El autor demostró en el arranque su capacidad de observación de la Semana Santa en la calle, la de ayer y la de hoy, la del tópico y la que responde a una visión original. Usó reiteradamente la llamada del capataz a sus costaleros ("¿Estáis puestos?") para ir llamando a cada uno de los integrantes de la Semana Santa. En este pasaje fue donde aparecieron desde los capirotes de Alcaicería hasta los canis con los trajes blancos, provocando la risa espontánea del público; desde los tintineos del paso de palio hasta los muros de cal de de los conventos, y desde los lagrimeos de la cera en las tandas de la candelería hasta los jarrillos de lata, pasando por algunos clásicos que llevan el sello de Burgos: el muñidor de la Mortaja, el tío de la escalera o el andén del Ayuntamiento. En la letanía de los Estáis puestos de Burgos está todo un compendio de su particular modo de entender la Semana Santa. Tras cantarle a la Macarena con éxito de ovación, Burgos desarrolló la versión sevillana del anuncio de nuevo Pontífice en el balcón principal de la romana Plaza de San Pedro: "En la Roma sevillana, Magnum Gaudium Nuntio Vobis: ¡La primera en la Campana!"

La primera gran anécdota que hizo reír se produjo cuando el autor contó lo que le oyó decir a "un grifota en el Pumarejo" mientras veían el paso de la Hiniesta: "Y hecho el silencio, entre el incienso que trasmina el aire y vence el horror de la dentellada social de la droga, el grifota desdentado le rezará a su manera a la Virgen de la Hiniesta. Le dirá al otro colega, que yo lo oí allí, en la esquina de la calle San Luis: Tronco, esto tiene vibrasiones..."

Varios días concretos de la Semana Santa merecieron poemas. El dedicado al Domingo de Ramos fue interrumpido en dos ocasiones por los aplausos del público. La primera ocasión, al rematar los versos a la Cena: "Si sevillana será que por pan lleva la Cena dos teleras de Alcalá. Si Judas se ha alevantao, es que va a comprar el hombre los rábanos y el pescao". La segunda ocasión fue con los de homenaje a la Estrella: "Sentaíto el Cristo, penando sus Penas, costero a costero, el izquierdo alante, cómo trianea. ¿Que qué es trianear? Pues que un Cristo hasta sentao ande sobrao de compás".

Burgos incluyó algunas aseveraciones que no están incluidas en la obra impresa. Por ejemplo, al referirse a la gloria del palio de los Dolores del Cerro, incluyó seguidamente una aclaración con doble significado: "Del Cerro he dicho". Respondió así, probablemente, a la polémica creada por el hermano mayor de esta cofradía al anunciar en el boletín de la hermandad que no acudiría al acto por estar en desacuerdo con un artículo del autor del año 1989.

Uno de los momentos más vibrantes se produjo con el relato sobre el DNI del Gran Poder. Y llegó el mensaje social del Pregón, consistente en un alegato contra contra el aborto y la eutanasia. Este último, de gran contundencia, mereció un aplauso de considerable duración. Con otra larga ovación fue premiada la anécdota del extranjero que interroga al sevillano sobre el excesivo sentido festivo de la Semana Santa. No tanto por el contenido de una anécdota muy conocida, sino por la originalísima forma de desarrollar el relato. Su inconfundible estilo se percibió al exaltar el bacalao tras abordar el sentido de la Semana Santa: "Pero no se trata sólo de un tesoro cultural, un patrimonio artístico, una reliquia etnográfica. Aun siendo todo eso, y más, no se entiende si no lleva el pellizco a lo divino de la fe, como las espinacas de vigilia no se entienden si no llevan sus garbanzos o las tortillitas sin bacalao, el pez cofradiero por excelencia, al que Sevilla le dedicó hasta una calle: la Cuesta del Bacalao... Bacalao que da nombre hasta al estandarte de las hermandades".

Tuvo Burgos palabras de homenaje al soldado fallecido en Afganistán que era de Santa Cruz. Recordó su etapa en Suiza una Semana Santa: "Esas iglesias tan frías y tan peladas de altares, y esas torres tan tristes, que yo las he oído en Zúrich, y te preguntas: 'Si hoy, que es Domingo de Ramos en Sevilla, las campanas tocan aquí así, ¿qué dejarán estos gachós para el Día de los Difuntos?".

Un amplio pasaje del Pregón se centró en la Semana Santa de los hospitales y en el capítulo denominado Los balcones del cielo, donde el orador homenajeó a los más célebres saeteros. Y hasta cantó como un campanillero el primer verso del siguiente poema: "En el cielo se alquilan balcones para un casamiento que se va a hacer, que se casan por la primavera, con incienso y cera, Sevilla y su fe..." Además de los saeteros, fueron homenajeados los capataces en el cielo con un poema largamente premiado con aplausos: "¿De quién esa cuadrilla que trae a la Macarena? Pues ni lo sé ni me importa, llevando arriba a Quien lleva... ¿Qué me importa a mí el dragón, ni quién toca el llamador si suena el golpe y camina por las calles de Sevilla la que es la Madre de Dios?"

El Miércoles Santo al completo fue compendiado en un poema lleno de gracia, interrumpido cuando Burgos sacó a otro de sus personajes cofradieros favoritos: "En la Ciudad de la Gracia siempre El Mudo de Santa Ana va con Las Siete Palabras. Esto es Sevilla: ¡qué discursos da El Mudo con la manguilla!"

Rememoró a Rocío Jurado al referise a la Virgen de Regla, como hizo con los costaleros difuntos o con los recordados Juan Castro, Luis Rodríguez-Caso y Juan Moya al narrar la salida de la Carretería.

El poema de los óles de la Madrugada fue por dos veces premiado por el público. Así como fue ovacionado otro dedicado a la Macarena, basado en la reiteración de la misma expresión ("Te iba a decir, azucena, iba a decirte espadaña...") y rematado al más puro estilo del autor: "Como todo te lo han dicho, mi silencio es el que habla, pues verás, Niña del Arco, que hay un nudo en mi garganta. Y sólo digo tu nombre, ése que todo lo alcanza, como te nombra Sevilla, como tu barrio te llama, como un viejo macareno: ¡mi Virgen de la Esperanza!"

Y el Giraldillo apareció, cómo no, en el final: "La Torre dice: 'Miradme... Si me veis como un portento en este azul de la tarde, es que proclamo a los vientos la verdad de que El Más Fuerte es El que está en San Lorenzo, Aquel que venció a la Muerte'. Y les juro que pá mí, con tu palma en el cuadril, eres tú, Giralda bella, Pura y Limpia, eres aquella... ¡Aquella que Está en San Gil! Y el gozo que me enajena: ay, si el cielo de Sevilla tuviera en la Giraldilla, en vez de la Vieja Dama, tu carita macarena del Viernes por la mañana..."

Texto íntegro del pregón.

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