FERIA Toros en Sevilla en directo | Cayetano, Emilio de Justo y Ginés Marín en la Maestranza

Cofradias

Buscando la sombra

  • ¿Pregón, meditación o sermón? Ésta era la pregunta que los cofrades se hacían tras acabar la intervención de Berjano, que no dejó indiferente a ningún asistente.

¿Ha sido un Pregón? ¿Un sermón? ¿O un discurso neocatecumenal? La pregunta se repetía en los corrillos que surgen por doquier en cuanto los pocos afortunados de asistir al Pregón salen del Maestranza (la mayoría, la única vez que pisan este teatro). La disertación de Francisco Berjano no había dejado indiferente a nadie. Ni a los acostumbrados a florituras pseudoliterarias ni a quienes buscaban esa autenticidad que este domingo encontraron en las palabras del magistrado. Empezaba el pospregón, ese contexto único e irrepetible en el que hay quienes se erigen en catedráticos de la oratoria, versados en literatura semanasantera y místicos del almíbar de estos días (y no precisamente el de las torrijas).

La mañana del Domingo de Pasión tiene su liturgia. Cofrades que visitan apresurados los besamanos que abren más temprano para llegar pronto al Maestranza. Trajes oscuros donde el tiempo parece haberse detenido. Aglomeraciones de gente que entorpecen la circulación del resto en saludos tan protocolarios como huecos. "Me alegro de verte", es la frase que se repite como estribillo de salmo. Y otros que aprovechan hasta el último minuto para disfrutar de sus segundos de gloria mientras bajan las escaleras del patio de butacas.

Empieza la ceremonia. Las luces se apagan. Salen las autoridades. El brillo de los zapatos no es ecuánime. La limpieza resplandece de manera especial en los del secretario del Consejo de Cofradías, Carlos López Bravo, que hace de la pulcritud de su calzado una auténtica virtud. No puede decirse lo mismo del cíngulo del arzobispo. Monseñor Asenjo lucía unas arrugas nada aconsejables para la ocasión. Eso sí, el disimulo del prelado a la hora de desenvolver un caramelo con el que calmar la garganta seca es digno de elogio. Pocos se percatan de ello.

En las butacas hay momentos para todo. De los estornudos repetitivos del principio a la emoción que Berjano logra transmitir al final de su locución. Consigue meterse a todos (o casi) en el bolsillo conforme va avanzando el Pregón. De menos (o casi nada) a más, mucho más.

A los rostros más que conocidos que se dan cita en este día hay que añadir el del nuevo presidente de los populares andaluces, Juan Manuel Moreno Bonilla, que llegó acompañado de su homólogo en Sevilla, Juan Bueno. La estética de Moreno Bonilla casa tan a la perfección con la del capillita al uso que puede decirse que lleva toda la vida viniendo este domingo al Maestranza.

Termina el Pregón y llega el momento del almuerzo de homenaje. Cambio de catering para este año. Y también cambio climático. Se fueron las nubes y el sol llega a molestar. Todos buscan la sombra: el alcalde, el concejal Landa y hasta el arzobispo y obispo auxiliar. El astro rey resulta molesto y hay que refrescar intensamente el gaznate. Las viandas van llegando en esas bandejas de pizarra que se multiplican en la hostelería hispalense como el milagro del pan y los peces. En la cuestión del condumio todo se ha fundido a negro en esta ciudad. Recipientes y mandiles en tono ruán.

Comienza el almuerzo con una ensalada, continúa con una carrillada y se remata con la típica tarta de tres chocolates. Antes de que aparezcan los primeros bostezos propios del proceso digestivo se monta el atril y comienzan los discursos. El arzobispo rompe el orden protocolario e interviene antes por premura. Tiene compromisos evangélicos que cumplir. Asegura no importarle contribuir en la distribución "popular" del texto del Pregón en las parroquias. Califica la intervención de Berjano como la de "un cristiano comprometido". "Este Pregón marca un antes y un después", afirma el prelado, que en todo su discurso utiliza el pronombre posesivo "vuestro" para referirse a la Semana Santa sevillana. Los elogios se suceden por parte de todos los intervenientes. Algunos más naturales y otros más forzados. Si hay un estribillo que se repite en estas horas donde la modorra presentaba sus credenciales es el de "éste es el Pregón que necesitaba Sevilla".

El momento que despierta a los presentes de esta retahíla de halagos es, sin duda, las palabras de Zoido, que sirven de homenaje a Antonio Vázquez Capilla, que pone fin a más de 30 años ha atendido a los medios de comunicación en el Consejo.

Acaba el acto cuando el reloj da las seis. A esa hora el Pregón de Berjano es ya historia. Habrá gustado más o menos, pero este magistrado ha contado su verdad siendo él, sin tapujos ni artificios. La verdad de una fiesta cuyo estreno, dentro de una semana, será recuerdo. Ojalá que entonces también haya que buscar la sombra.

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