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El Cerro

Día festivo en el calendario del Cerro

  • Los comercios del barrio cierran y la gente se viste de domingo para recibir a su cofradía tras la lluvia del año pasado

Para llegar a la puerta de la parroquia de los Dolores se tardan 20 minutos desde la avenida de Hytasa. Ahí es donde el autobús ha dejado a los músicos de la banda de las Nieves de Olivares, a los que les cuesta trabajo pasar a través de la muchedumbre. Llegan justo cuando el Cristo del Desamparo y Abandono se pierde por la calle Afán de Ribera buscando ya la ronda del Tamarguillo. "No hemos podido ni tomar café", dice el director, sudoroso, jadeante y casi sin resuello después de pedir paso cientos de veces para llegar hasta el atrio de la iglesia.

De que hay músicos que no han desayunado da fe un miembro de la banda que se termina una palmera de chocolate en tiempo récord, el que transcurre entre la salida del primer y el tercer tramo de Virgen. Otro reparte una estampa con las caras de las dolorosas tras la que tocan en Sevilla. Torreblanca, San Roque, el Rocío, el Cerro, el Buen Fin, los Negritos y los Gitanos.

Dicen que no es el Cerro una cofradía difícil pese a las 14 horas que se pega el palio en la calle. "Yo la prefiero a otras del centro porque se anda y lo que más cansa son los parones", dice un músico. "Además, tenemos a unas cuantas vecinas del barrio que todos los años vienen a ofrecernos agua, bocadillos, tabaco... Y eso se agradece mucho", apunta otro.

El Martes Santo es festivo en el Cerro. Si existiera algún calendario oficial del barrio este día figuraría en rojo. La gente viene endomingada, las mujeres han pasado por la peluquería y los hombres lucen sus mejores trajes. Los comercios no abren. Frente a la iglesia están cerradas la administración de lotería, la peluquería, la zapatería Merca, la heladería Los Valencianos y la inmobiliaria Capitolca. Sólo abren los bares. La cervecería El Rocío y la cafetería Los Balcones II, en cuyas ventanas hay gente agolpada. Quien quiera café con leche y tostada que espere media hora porque en el bar hay una bulla casi tan grande como en la puerta de la parroquia.

Allí hay gente desde las ocho de la mañana. Se exhibe un muestrario de sillas. Las hay desde las plegables modelo bastón hasta el taburete del cuarto de baño pasando por la silla clásica de playa con rayas azules, blancas y amarillas.

Los damascos cuelgan de los balcones y hay gente en todas partes. En las azoteas, terrazas y ventanas. El único balcón del barrio que está vacío es uno del que cuelga una casi descolorida bandera del Centenario del Betis. Y, por supuesto, hay gente en la calle.

Y así va pasando la mañana hasta que se oye un martillo dentro de la iglesia. El capataz, Paco Reguera, llama y dedica una levantá a la hermandad del Cachorro porque ésta donó la pila bautismal a la parroquia del Cerro. "Siempre que un niño se bautiza en el Cerro, ese corazón tiene una parte de Triana", dice.

El paso se levanta y sale con el himno de Andalucía. Y en el Cerro hay quien llora, quien se acuerda de la mojá del año pasado que sorprendió a la cofradía a la altura del Matadero, quien trae a la mente el año que salió del Porvenir y la primera vez que llegó al centro. Y alguien suelta 20 palomas, una por cada estación de penitencia, en la esquina de la iglesia con Afán de Ribera.

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