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50 aniversario de la coronación de la Esperanza Macarena

José Garduño: Las manos que dan vida a la Macarena

  • El vestidor de la Macarena es la persona que más tiempo lleva junto a la Esperanza. Después de 57 años dejará de vestirla

Vistió a la Macarena para su coronación canónica, para la imposición de la Medalla de Oro de la ciudad, para el 25 aniversario de la coronación, para la salida del cuarto centenario fundacional, para la beatificación de Madre María de la Purísima, y ahora lo volverá a hacer por la bodas de oro de la coronación canónica. Sus manos dan vida a la Esperanza Macarena desde hace casi 57 años. Pepe Garduño es la única que persona que se mantiene en su cargo desde el glorioso 1964. A sus 82 años, ha estado presente en todos los acontecimientos importantes de la Macarena y ahora, más de media vida después, se retira pese a que nadie quiere que se marche: “Prefiero irme ahora en plenas facultades. Por la puerta grande. No quiero hacer el ridículo”.

Recibe a este periódico en la intimidad de su domicilio, rodeado de recuerdos y reconocimientos de tantas y tantas hermandades. Los enseña con orgullo. “Ya no sé dónde ponerlos”. La charla es pausada. Garduño explica con su voz, mientras dibuja con sus manos, cómo es el rostrillo que le ha confeccionado a la Macarena para la procesión de ida hacia la Catedral. “Como más me gusta es como está ahora. Con el manto de tisú. El verde manzana como yo lo llamo”. Todavía le quedan varios ratos a solas con la Virgen antes de cortarse la coleta. Habla de sus inicios: “Mi hermano Antonio era el vestidor de la Macarena. Me llevó a mí para vestir a la Virgen del Rosario y le hice un tocado muy bonito, con el pelo descubierto, que gustó mucho.  Un día, como también era capiller del Gran Poder, se tuvo que quedar hasta la madrugada vistiendo a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso y en la Macarena se quedaron esperándolo. Nos reunieron a los dos y nos dijeron que la Macarena no podía estar supeditada a aquello y me propusieron que siguiera yo. Así lo hice antes de que buscaran a otra persona”. 

Lo vivido en la coronación le ha dejado una huella imborrable. Recuerda cómo tras la imposición del cardenal la corona quedó torcida: “Me dijeron que subiera a ponérsela bien. Me temblaba todo. Se la tuve que quitar y ponérsela de nuevo. Pepe Mena me decía que Bueno Monreal había coronado a la Macarena y que yo la había recoronado”. Para aquella ceremonia se vistió a la Virgen con un tocado que regaló doña Pilar de Banús, gran devota de la Macarena y benefactora: “Cuando la vestimos en la Catedral ella y Juanita Reina estaban conmigo. Llevaba unos clips muy bonitos de brillantes. ‘Me gustaría que los llevara la Virgen’, me dijo. Yo le expliqué que la hermandad no quería que llevara nada prestado. Y se los regaló”.

Son más de diez veces las que cambia a la Virgen a lo largo del año. Las más importantes, las citas para el besamanos y para la subida al paso.  “Es cuando más se esmera uno”. En una de las restauraciones de la Dolorosa, había mucho temor en la hermandad por lo que pudieran decir los devotos y los fieles sobre el resultado. “Les convencí para descubrirle mucho la cara para que todos vieran que había quedado perfectamente. Se le veían dos dedos de pelo” . Pese a llevar tanto tiempo a su lado, no acaba de acostumbrarse. Le siguen temblando las piernas. Cuando la tiene delante no le reza, le habla: “Le pido por mis hijos, por mi mujer, por la salud. Me impresiona tanto como el primer día. Esa mirada que se te clava... Le tengo muchísima devoción”.

Uno de los momentos más impresiones que ha vivido fue el traslado de la Virgen en las Misiones de 1965. La llevaron en una furgoneta hasta el Polígono de San Pablo. “Iba sobre un colchón y nosotros abrazos a ella”. Ahora que está tan próxima la retirada no oculta quién es la persona que le gustaría que tomara el relevo: “José Manuel Lozano. Él lleva muchos años conmigo ayudándome. Me gustaría que fuera él, pero es la junta de gobierno la que decide”. Y una cosa tiene muy clara. Volver al estilo antiguo para vestir a la Macarena sería un error: “Yo le he creado un sello propio. Ahora no puedes volver a las tablitas o al tocado suelto porque perdería su estilo. La Virgen tiene hoy una fuerza que antes no tenía. Eso se lo he dado yo”.

Es Pepe Garduño, el hombre que le da la vida a la Virgen de la Esperanza. 

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