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Martes Santo

Resignación

  • Tercer Martes Santo consecutivo sin cofradías en la calle, situación que los sevillanos asimilaron desde días antes. Los bares sufren la penitencia por no rentabilizar la fiesta.

Once letras se ajustan al estado de un día. Resignación es la palabra para definir otro Martes Santo que pasa en blanco. Caras de aceptación ante la sentencia dictada desde hace tiempo por el nuevo tribunal de las isobaras y los frentes nubosos. La afición meteorológica de los sevillanos desde que la cuaresma despunta -avivada por programas cofradieros en los que la precaria actualidad invita a rellenar minutos con los nuevos druidas del tiempo- les hace tomar el cáliz de los vaticinios con bastante antelación, de forma que cuando llega el calvario de una jornada sin pasos en la calle la cruz, aunque pesa igual, se sufre menos o de otra manera. 

Tres Martes Santos de bares que hacen cuentas con el temor de no rentabilizar lo invertido en estos días. La penitencia no sólo se queda en las cofradías. Muchos negocios tienen la esperanza puesta en esta celebración para resarcirse de un año menoscabado económicamente por la crisis. En días en los que se prevé que no salgan cortejos, es mucha menos gente la que acude al centro y, por tanto, la que necesita alegrar el estómago y el gaznate. 

Si hay algo que agradecer al furor meteorológico semanasantero es la rapidez con la que las juntas de gobierno deciden suspender la estación de penitencia. Este martes ninguna de las nueve cofradías pidio prórroga para una segunda reunión, conocedoras de que los partes no atisbaban la menor expectativa a lo largo de la jornada. Muy al contrario, conforme avanzaban las horas el riesgo de chubascos se incrementaba, sobre todo entre las ocho de la tarde y las dos de la madrugada. Un pronóstico que se cumplió. Antes de que dieran las nueve empezó a llover de forma abundante en la ciudad. Era la noticia que justificaba la decisión de todas las hermandades y disipaba cualquier duda sobre si se habían tomado decisiones precipitadas. De haber salido alguna cofradía, no se hubiera librado del agua, ya que a esa hora están todas en la calle. 

El Cerro

La resignación se consumó la misma noche del Lunes Santo. La ciudad era consciente de que este martes albergaba pocas probabilidades de ver cofradías, por lo que decidió entonces echarse a la calle aunque la destemplanza del tiempo invitaba poco a ello. Un augurio que llenó ciertos enclaves que suelen estar despoblados a altas horas de la segunda jornada de la Semana Santa. Bastante gente en el recorrido de vuelta de las Penas -con un cambio de itinerario poco acertado- y en Alfonso XII con el Museo, en el que la entrada del Crucificado casi se solapó con la de la Virgen de los Dolores en la cercana iglesia de San Vicente. 

Público, por otra parte, que no era el más apropiado para presenciar instantes impregnados de un clasicismo alejado de las marchas machaconas y los alardes costaleriles a los que está acostumbrada cierta multitud ávida de grabar en el móvil cualquier arranque coreográfico de un paso de misterio. 

La lluvia frustra las salidas procesionales

El mal presagio de lo que ocurrió este martes también tuvo su reflejo en la visita matinal a los templos. Pocas veces se había visto una mañana de Martes Santo con tanta gente en capillas e iglesias. Colas que recordaban las de un Jueves Santo, como la que se produjo en el Rectorado o en la parroquia de Santa Cruz. Mujeres que no daban abasto para colocar pegatinas y lazos -con lo que gusta en esta ciudad lucir una moña en estos días- ante tanto visitante. 

Este martes constató un fenómeno que está cambiando la comunicación en Semana Santa. Hubo al menos cuatro cofradías en las que se supo a través de Twitter y Whatsapp que no se realizaría la estación de penitencia antes que por la comunicación oficial del hermano mayor. Nuevos métodos para una situación que ya es toda una tradición: la lluvia. Menos mal que, a falta de pasos, ganó España. Las penas, con fútbol, son menos penas.

La Candelaria y Santa Cruz

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