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Una procesión con aires de romería

  • La Esperanza recorrió las calles de su barrio, que la recibió con aplausos y ventanas y balcones engalanados.

Insólito. Como si de una segunda Madrugada se tratara con una excepción, un único paso en la calle. Impresionante sin palio, y extraña al no escucharse el sonido de sus varales y bambalinas, que muchos echaron de menos. La Virgen iba con su manto de la coronación, la saya conocida como la de volantes, y llevaba rosas blancas, nardos y violetas en la peana, como símbolo de la humildad. Realizó un recorrido inédito e histórico. Lugares en los que la Virgen llevó la esperanza que su propio nombre lleva.

A las nueve de la noche del viernes ya había devotos esperando en la puerta de la basílica para ver a la Virgen. Y a las tres de la madrugada no se cabía en los alrededores del Arco de la Macarena, y mucho menos cuando a las 03:38 comenzaron a sonar los aplausos que avisaban de que la Virgen estaba en el atrio. Le costó salir y avanzar por la calle Don Fadrique debido a la gran cantidad de personas que se congregó delante del paso para apreciar la bella estampa. No sólo las bullas dificultaban el paso de la Virgen y del cortejo sino también los coches aparcados en doble fila, que no habían sido retirados previamente. No había ni una sola valla, como denunciaron algunas de las personas que aguardaban para ver a la Macarena y que se agobiaron al ver que el cortejo casi no podía pasar por Don Fadrique, donde al final de la calle un taxi pasaba por medio de la comitiva porque el tráfico aún no había sido cortado en uno de los sentidos de la avenida.

Una marea de gente durante todo su camino. La organización cifró el número de asistentes en 60.000. Fue una noche hermosa donde los vecinos de las calles del barrio que nunca visita se volcaron con la Esperanza, y engalanaron las ventanas con colgaduras, en las que se leía: La Macarena es Esperanza. Incluso, en la Avenida Sánchez Pizjuán hubo vecinos que convirtieron los balcones en pequeños altares y oratorios con cuadros de la Virgen y velas encendidas. Muchos ancianos aguardaban en sus balcones, algunos con pijama, para recibir a su Virgen con aplausos y, por supuesto, emocionarse al ver a la Dolorosa pasar por la puerta de su casa, algo que no se sabe cuando volverá a ocurrir.

Un recorrido atípico que ha dejado estampas para la historia. Como ocurrió minutos antes de las seis de la mañana cuando la Virgen comenzó a cruzar el Puente del Alamillo, lleno de personas que deseaban fotografiar el paisaje. Una de las imágenes más infrecuentes. "Esto es glorioso". "Anda que iba a ir Ella sola", decían algunos de los jóvenes que iban delante del paso.

Ni un cirio encendido en el cortejo. Los miembros de la comitiva hablaban unos con otros, comentaban la jornada con amigos, familiares o devotos produciéndose los típicos cortes entre tramos, que suelen ocurrir en Semana Santa y cómo no, la bulla delante del paso. Todos juntos, no se distinguía quien formaba parte de la procesión y quien no. En el Parque del Alamillo, donde la Virgen llegó pasadas las 06:30, parecía una auténtica romería. Hubo hermanos que se salieron con sus cirios a tomar un café o una copita de anís en los puestos habilitados para el momento. Ante la ausencia de servicios muchos tuvieron que hacer sus necesidades entre los árboles y matorrales del parque. Menos mal que aún no había amanecido. El trayecto en el parque se le hizo muy largo al personal. "Pero dónde está el estadio que ni se ve", se preguntaban algunos de los asistentes. Una ofrenda floral a la Virgen por parte de los trabajadores del parque. El silencio reinaba a las siete de la mañana cuando la banda tocaba la salve macarena y los devotos cantaban. "El parque ha quedado ya bendecido", decían algunos.

A las 08:59 la Dolorosa hacia su entrada en el estadio bajo los sones de Pasa la Macarena. Emoción y lágrimas entre los allí congregados. Una multitud se agolpaba delante del paso que no la dejaba avanzar por el pasillo, donde las monjitas de la Cruz le cantaron. Pasadas las 09:30 quedó colocada en el Altar.

Por la tarde, salió del estadio con más de media hora de retraso, ya que el autobús que tenía que recoger a los costaleros en la basílica no llegó a su hora. A las 21:30 aún estaba en el Alamillo. El Ayuntamiento calificó de "imposible" calcular el número de personas que asistieron al traslado de regreso. El Puente del Alamillo aparecía técnicamente macizo, sin huecos libres.

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