El Rastro de la Fama · Ana Torres García

"Arabia Saudí ha fomentado el discurso rigorista del Islam y EEUU es su aliado"

  • Experta en el mundo árabe contemporáneo y en las relaciones exteriores de Marruecos, esta arabista y profesora de la Hispalense se ha formado en centros de prestigio como las universidades de Michigan y Georgetown.

Enseñar en tiempos convulsos. La cita es a las puertas del Hotel Alfonso XIII. "Apenas mido un metro y medio", se describe por teléfono la entrevistada para que el plumilla pueda reconocerla. Ana Torres es, efectivamente, menuda como una vietnamita, pero, al igual que éstas, desprende una energía que no se sabe muy bien de dónde sale. Formada en universidades de prestigio internacional como Georgetown o Michigan, esta experta en las relaciones internacionales de Marruecos, intenta hacer comprender que el Islam es un mundo muy amplio en el que los fanáticos, pese al mucho ruido que hacen sus atentados-espectáculo, son una minoría. "Una profesora norteamericana me explicó que, en EEUU, después del 11-S, fue muy duro dar clases sobre el mundo árabe. En España todavía no ha pasado, pero...".

-Es inevitable entrevistar a una especialista en mundo árabe contemporáneo y no preguntarle por el atentado contra la revista Charlie Hebdo. ¿El Islam lleva la violencia en sus genes?

-No lo creo. La historia de la humanidad está llena de ejemplos, también en Occidente, de criminales que usan las religiones o las ideologías de forma fanática. No creo que la inmensa mayoría de los musulmanes del mundo esté en absoluto de acuerdo con lo que ha pasado en París. De hecho ha habido condenas muy claras, como la del imán de la Mezquita de París, la de la Mezquita de al-Azhar de El Cairo -una institución de referencia en la ortodoxia musulmana-, la de la Liga Árabe...

-Sin embargo, está el concepto de yihad, con la que se está justificando la guerra santa contra Occidente.

-Yihad, en árabe, significa "esfuerzo", el esfuerzo que tienen que hacer los creyentes por ser buenos musulmanes. Ahora bien, también es cierto que el concepto yihad ha tenido y sigue teniendo una interpretación rigorista y manipulada por parte de algunos movimientos fundamentalistas, considerando el yihad (en árabe es masculino) como una lucha contra el infiel.

-¿Estamos ante una nueva escalada del terrorismo islámico en Europa?

-Estas amenazas ya nos afectan a todos en todas partes. Hoy he comentado con mis alumnos que el atentado de Charlie Hebdo no será el último que suframos. Ayer [la entrevista se realizó el jueves] tuve la misma sensación que el 11 de septiembre de 2001, los atentados de Casa Blanca de 2003 o el 11 de marzo de 2004... Todos podemos ser víctimas.

-¿Cuáles son las causas profundas del terrorismo islámico? Hay analistas que hacen hincapié en los problemas de miseria de las poblaciones musulmanas, otros en cuestiones culturales y religiosas, otros en factores históricos como la guerra fría y el apoyo inicial de Occidente a estos movimientos para combatir al comunismo...

-Antes que nada quiero dejar claro que lo de París fue un acto criminal que debe ser juzgado y punto. El terrorismo islámico es un fenómeno muy complejo y no creo que la cuestión económica sea la de más peso. Son muy importantes las cuestiones geopolíticas, el sentimiento de injusticia que padece la población arabomusulmana por esa sensación de haber sido colonizada por Europa. Sin embargo, también es cierto que hay muchos musulmanes que comparten y defienden los valores democráticos. Es evidente que Occidente manipuló ciertos elementos: Israel fomentó a Hamás para debilitar a la OLP, los EEUU ayudaron a los muyahidines para combatir la invasión soviética de Afganistán... Son muchos los factores a tener en cuenta.

-¿Y tienen razón al sentir ese rencor por Occidente?

-Hay cuestiones muy importantes que siguen sin resolverse, como la cuestión palestina y el estatus de Jerusalén... Eso pesa mucho en la conciencia musulmana. Tienen un sentimiento de que se les aplica un doble rasero por parte de Occidente, de que cuando nos interesa somos democráticos y cuando no, miramos para otra parte. Digamos que es una relación de amor-odio, porque también valoran mucho nuestros avances en cuanto a libertades.

-Hay quienes dicen que Palestina es el gran problema que envenena las relaciones Occidente-Islam.

-Palestina es una espina clavada en el corazón del mundo árabe. Ahora que hemos celebrado el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial convendría recordar que es en este conflicto donde se sitúa el origen del problema, cuando desapareció el Imperio Otomano y Francia e Inglaterra se repartieron la zona. Después vendría la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto y el refuerzo de la idea de que allí había que establecer el hogar nacional judío... El palestino es un tema que uno cree que no puede ir a peor, pero siempre va a peor. La situación humanitaria de la población de Gaza es tremenda.

-El atentado ha sido en Francia, un país con una población de unos cinco millones de musulmanes, muchos de ellos de segunda y tercera generación. ¿Ha fracasado la Republique al intentar integrar los restos de su naufragio imperial?

-Hay que tener en cuenta que los radicales en Francia son una auténtica minoría, un puñado. Estuve este verano en Nantes y me llamó la atención lo avanzada que está la integración. Uno se encuentra población de origen magrebí en todas partes, también en cargos de responsabilidad y electos. Evidentemente hay problemas, pero no es algo generalizado.

-Más de una vez han salido publicadas en medios internacionales de gran solvencia noticias sobre la financiación que recibe el terrorismo yihadista por parte de algunas esferas de poder de los países petroleros del Golfo Pérsico, algunos de los cuales guardan muy buenas relaciones diplomáticas con Occidente. ¿Un ejemplo más de la hipocresía que a veces reina en las relaciones internacionales?

-Sí, la hipocresía y el doble rasero es evidente. Arabia Saudí ha fomentado el discurso rigorista del Islam desde hace mucho tiempo, incluso en países como Marruecos, que es nuestro vecino. Sin embargo, por razones geopolíticas, EEUU sigue siendo un claro aliado de este país. Recuerde también el caso de Gadafi, que antes de la Primavera Árabe estaba siendo rehabilitado por los líderes occidentales pese a ser un criminal muy cruel. Esto, evidentemente, no pasa desapercibido para muchos musulmanes.

-Su visita a Sevilla fue un auténtico bochorno.

-Fue una vergüenza... Que nuestros representantes políticos diesen semejante recibimiento a ese individuo...

-En Occidente tendemos a ver el mundo musulmán como algo unitario, cuando es una realidad muy diversa. Es como si comparásemos a un cristiano armenio con un wasp de Boston...

-Exacto. Estamos hablando de una población de unos 1.400 millones de personas en todo el mundo... Es imposible que una tribu beréber del Atlas viva su espiritualidad igual que una familia de Indonesia. La diversidad cultural es evidente, pero además hay diferentes corrientes espirituales desde el siglo VII. Fue morir el profeta Mahoma y producirse la primera fractura interna entre suníes y chiíes, tendencias que, a su vez, se dividen en distintas sectas y facciones... Eso sin salir de la Edad Media.

-Uno de los principales puntos de fricción entre la mentalidad musulmana y la occidental es el papel de la mujer. En esa cuestión, los islámicos parece que están a años luz.

-Hay que tener en cuenta que el Corán trajo ciertas mejoras en la condición de la mujer que hoy en día nos pueden parecer ridículas, pero que en aquel momento fueron importantes. La mujer no está al mismo nivel que el hombre, pero debe ser respetada. Tenga en cuenta que, antes del Profeta, se enterraban vivas a las niñas recién nacidas que no se consideraban útiles. Mahoma predicó contra esa costumbre. Está claro que no nos podemos quedar ahí y que la situación de la mujer en el mundo árabe debe mejorar sensiblemente, aunque tampoco conviene caer en las generalizaciones. Por ejemplo, en Marruecos, hay una gran diferencia entre las mujeres de ambientes acomodados y urbanos y las de entornos rurales y pobres.

-Hablemos de ese ciclo de revoluciones en el Mediterráneo que se bautizó con el poético nombre de la Primavera Árabe. En su momento levantó muchas esperanzas, pero con el tiempo parece que el optimismo se ha enfriado.

-Depende... Creo que, ahora mismo, el optimismo se puede focalizar en Túnez, un país pequeño de unos diez millones de personas y donde, precisamente, comenzó todo. Túnez ha conseguido sacudirse de encima a un dictador y a una cleptocracia pese a la amenaza yihadista. El miedo no ha parado el proceso constituyente y hay unas elecciones limpias y transparentes. La Primavera Árabe fue un punto de inflexión porque supuso la pérdida del miedo por parte de las poblaciones árabes, las cuales han tenido tradicionalmente mucho tremor a alzar la voz. El problema es que el proceso ha generado también una serie de inestabilidades y desequilibrios que han desembocado en guerras civiles como las de Siria o en situaciones caóticas como la de Libia.

-¿Y Egipto?

-Egipto ha dado un paso atrás después de un primer avance. Es el peso pesado del mundo árabe, con una situación geoestratégica fundamental en los equilibrios de Oriente Medio, lo que lo convierte en un país con una política muy compleja.

-Su especialidad son las relaciones exteriores del reino de Marruecos. En concreto hizo su tesis doctoral sobre la llamada Guerra de las Arenas. ¿En qué consistió este conflicto?

-Fue un conflicto fronterizo entre Marruecos y Argelia que se desarrolló en el otoño de 1963, justo cuando tanto Hassán II como el régimen del FLN no estaban aún consolidados en el poder. En el origen del enfrentamiento hay que tener en cuenta el contexto de la Guerra Fría: Marruecos era una monarquía conservadora y Argelia una república socialista. También que, durante la época colonial, Francia había transferido territorio marroquí en favor de Argelia.

-¿Quién ganó?

-Tras un mes de conflicto en diferentes puntos de la frontera, Francia y EEUU presionaron para conseguir un alto el fuego y una negociación. Se paró el conflicto y cada país vendió a la opinión pública que lo había hecho bien, pero lo cierto es que el tema de la frontera quedó sin resolver. De hecho, si usted mira un mapa de la Guía Michelín verá que hay una zona de la frontera que consta como "no definitiva". El problema ha quedado latente y puede volver a ser utilizado cuando a alguno de los dos países le interese.

-¿Cuántas bajas?

-No hay cifras oficiales, pero calculo que unos cien muertos.

-Es decir, que fue de baja intensidad.

-De baja intensidad pero con la capacidad de complicar mucho la situación en la zona. Fue por eso por lo que EEUU intervino. Sólo un año antes había sido la crisis de los misiles de Cuba.

-¿Qué le parece el Mohamed VI de Marruecos, está cumpliendo con sus compromisos de democratización? Hay expertos que dicen que no.

-Eso depende de si queremos ver el vaso lleno o medio vacío. Es verdad que ha habido una evolución y cambios perceptibles. Ha sido muy importante la reforma de la Mudawana, el código de familia marroquí, con una mejora de la situación de la mujer que puede parecer insuficiente para nuestra mentalidad, pero hay que tener en cuenta que la marroquí, independientemente de sus políticos, es una sociedad muy conservadora, con un 48% de población rural. Hay una gran fractura entre el campo y el entorno urbano. También es verdad que, debido a la lucha contra el yihadismo, hay organizaciones que denuncian pasos atrás en materia de derechos humanos.

-Esa quizás es una de las paradojas actuales del mundo árabe: todos los avances en libertades son aprovechados por los islamistas para afianzar sus posiciones.

-Sí, pero el tema de la seguridad se usa muchas veces como excusa para coartar libertades.

-Las relaciones entre España y Marruecos suelen ser de amor y odio, con momentos de entendimiento y con crisis muy profundas. ¿Cómo son en la actualidad?

-Ahora mismo vivimos uno de los mejores momentos en las relaciones hispano-marroquíes y llevamos bastante tiempo sin un episodio estilo Peregil. Esto creo que se debe a dos factores: la cooperación bilateral en materia de seguridad e inmigración, que ha mejorado mucho, lo que ha creado un clima de confianza; y que temas espinosos como la pesca o el tomate se han elevado a instancias europeas, lo que amortigua mucho las peleas. También ayudan factores como la inversión empresarial española en Marruecos y la colaboración entre ONG de ambos lados del Estrecho, hay mucha gente que se mueve y hace cosas juntas. Es algo que va a más.

-¿El Sahara sigue siendo un escollo en nuestras relaciones?

-El del Sahara es un tema complicado, pero ambos estados han conseguido últimamente mantenerlo apartado de las conversaciones.

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