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Metrópolis. Cerro del Águila

Bodas de diamante y calle a Diamantino

  • Expansión. Aníbal González y Juan Talavera tienen calle en un barrio singular que nació en plural, las Águilas. Convirtió el patrimonio material de Hytasa en reclamo inmaterial y fue germen del teatro de Távora y de los 'goyas' de Benito Zambrano.

Luis Montoto Martínez vive en la misma casa del Cerro del Águila donde nació el 20 de octubre de 1929, la misma casa donde murieron sus padres y donde nacieron sus cuatro hijos. Veinte días antes del nacimiento de tan ilustre vecino moría su abuelo, Luis Montoto y Rautenstrauch, poeta, periodista, secretario del arzobispado, titular de la calle que el vulgo conoce también como calle Oriente. Luis Montoto Martínez recibe la visita de Luis Montoto Fontanilla, su nieto, monitor de pádel. La estela de un nombre y un apellido.

En 1929 murió Aníbal González, que tiene calle en el Cerro del Águila igual que Juan Talavera, el arquitecto que la diseñó siguiendo la voluntad de Pablo Armero, marqués de Nervión. Tan ilustres arquitectos dieron sus nombres a dos de las calles que unen las dos arterias principales: Afán de Ribera luce cada Martes Santo en la salida de la hermandad camino de la Campana y la Catedral, y cuando lo hace la hermandad del Rocío para celebrar en la aldea almonteña el Domingo de Pentecostés. La otra línea es la avenida Hytasa, que antes de llamó Héroes de Toledo y hasta el 36 Avenida Catorce de Abril.

La Federación Andaluza de Fútbol pasó su sede de la calle O'Donnell al CerroEntre los primeros pobladores, personas vinculadas con el teatro y el periodismo

Este barrio ha sabido sublimar e interiorizar en su heráldica popular dos palabras fundamentales, Tamarguillo e Hytasa. La primera, nombre del arroyo que se desbocó en las postrimerías de 1961, da nombre a un bar de tapas; la segunda, a casi todo: a la citada avenida, al polígono cultural donde tienen naves La Cuadra de Salvador Távora o Los Ulen y donde tuvo su oficina Maestranza Films, el sueño cinematográfico de Antonio Pérez donde se cocieron los goyas de Solas o el sueño caribeño de Habana Blues. También se llama Hytasa el complejo deportivo en el que se encuentra el campo de césped artificial. Un compromiso electoral de Alfredo Sánchez Monteseirín que el entonces alcalde consideró incluso de más relevancia que la final de la Copa Davis en la que Rafa Nadal presentó sus credenciales contra el equipo de Estados Unidos que capitaneaba el hermano de John McEnroe.

Al Cerro del Águila se llega perfectamente en el 26, línea de Tussam que parte de Prado de San Sebastián. Tiene dos paradas en la calle Canal, que es un Recoletos proletario. En una de ellas, esquina de Canal con la calle Piscina, hay una concurrida frutería.

La Federación Andaluza de Fútbol trasladó sus dependencias desde la céntrica calle O'Donnell al Cerro del Águila. Unas vistosas cristaleras anuncian el centro de formación del que saldrán los futuros entrenadores andaluces. A su presidente, Eduardo Herrera, lo representa Pedro Borrás, vecino del barrio, "nací en la calle Aníbal González", profesional de la decoración que participó en la fundación del Clud Deportivo Híspalis en 1973, del que ha sido jugador, entrenador y presidente. Un club que cuenta con cinco equipos de fútbol femenino. De la cantera masculina han salido valores como Alberto Moreno, que del Sevilla dio el salto al Liverpool.

Un barrio es un mundo y hay muchas maneras de descubrirlo. Una es la cuna, caso de Salvador Távora, que trabajó en Hytasa, fue torero hasta que se cortó la coleta cuando un toro acabó con la vida de su amigo y tocayo el rejoneador Salvador Guardiola el 21 de agosto de 1960 en la plaza de toros de Palma de Mallorca. En finta lorquiana, el torero se hizo dramaturgo y hace poco ha repuestoQuejío en homenaje a Paco Lira y José Monleón. Fue cónsul del Cerro en el Nueva York sacudido por el 11-S. Hay cerreños consortes, como Juan Manuel Flores, delegado del distrito, que se crió en Amate y se casó con una chica del Cerro, sobrina de Diego Díaz, muchos años ajustador matricero de Hispano-Aviación, hombre del 28 que va camino de los noventa años sumando kilómetros cada día.

También es cerreño consorte Paco Herrera. "Me casé con una niña del Cerro. Compré la casa donde nació mi mujer. Soy un niño de Ciudad Jardín que se enamoró de una niña del Cerro, una cosa muy típica por aquí". Herrera forma parte de la comisión organizadora de la Velá, que cumplió sus bodas de diamante, y de la Cabalgata de Reyes Magos. Es un artista singular, que se descubrió como tal en la peña Los Múos en 1967. Nueve discos en su haber, seis comedias musicales, la primera ópera rock, Como caballo de Troya, una marcha procesional, Santísimo Cristo del Desamparo y del Abandono, titular del Cerro, "que tiene el nombre del hijo y se le toca a su madre", y el primer rap que se interpretó en España, Típicos Tópicos, que escuchó el mismísimo Camilo José Cela cuando el escritor gallego pronunció en septiembre de 1982 el pregón del Verdeo de Arahal. "Me llamó y me dijo: Melenas, ¿qué pasa aquí? Don Camilo, que esto va a de aceitunas y usted sólo ha hablado de vinos".

El 1 de julio de 1999 salió el primer ejemplar del periódico A vista de Águila, que ya va por los 189 números, todos encuadernados por Luis Montoto, igual que las obras que escribió su padre, que tocaba géneros como los entremeses, los juguetes cómicos, los sainetes líricos e incluso una fantasía en un acto dividido en seis cuadros titulada Sevilla 1914. "Los primeros pobladores del Cerro del Águila, inicialmente llamado de las Águilas", dice este cronista oficial, historiador oficioso, "fueron gente del periodismo y del teatro y mi padre se dedicaba a las dos cosas. Las casas las iban numerando y vendiendo, la nuestra era la 50 y se la dieron a mi padre en 1924".

Hytasa era la primera hilatura de España, una producción estratosférica con acarreo de trenes hasta las entrañas de la fábrica. Sobre sus antiguos terrenos se pusieron los cimientos de la barriada moderna, divididos en una zona lúdica, zona deportiva, zona comercial -centro comercial Alcampo- y zona residencial, los bloques de más altura, que forman la barriada Híspalis.

En su época de líder vecinal, el nieto de Luis Montoto peleó tres años para que el Ayuntamiento le pusiera a una calle el nombre de Salvador Távora. "La delegada de Economía y Turismo me dijo en una carta que sólo se daban post mortem". Salvó ese escollo y tienen calle post vitem el dramaturgo y el diseñador Francisco Carrera Paquili. Una placa recuerda en la calle Diamantino García que en el número 52 de la misma vivió este santo de los jornaleros, icono musical de las canciones de Carlos Cano. Su entierro en la parroquia de los Dolores fue multitudinario. El Cerro es un barrio joven, moderno, laborioso, que honra a los mejores arquitectos de la ciudad y a quienes tanto hicieron por el despertar de un pueblo que algunos programas de televisión convierten en populacho. El barrio de Salvador Távora, de Diamantino García y de Pepe Suero, recordado por la Peña Cultural Flamenca La Debla. Nada humano le es ajeno al barrio, junto a la placa con el nombre del cura Diamantino, el bar La Oficina recuerda con letras escritas con tiza que empieza la temporada de caracoles.

Paco Herrera, Luis Montoto, Pedro Borrás y Rafael Prieto van situando los escenarios del barrio. "En esa esquina estaba Auxilio Social en la guerra", apunta Luis Montoto, que señala la zapatería donde antiguamente estaba el colegio de doña Juliana Gómez en el que conoció a su mujer, con la que lleva casado 62 años. "Para mi gusto, aquí están los mejores chicharrones de Sevilla". Es la opinión de Juan Manuel Flores, el delegado, para orgullo del nieto de José Cabo, el fundador.

Un bar se llama Las Hilanderas, otro La Walkiria. Santiago Montoto, el de las Pajaritas de la Punta del Diamante, escribió un libro titulado Las calles de Sevilla, y su sobrino Luis lo emuló con El Cerro calle a calle. Este testigo excepcional vive en la calle Virgilio Mattoni, pero todavía se conserva el nombre antiguo, con cerámica trianera, de la calle José Luis Montoto, su progenitor, que convive en la memoria del paseante con el nombre de José Luis Montoto Cortés y su placa profesional: psicólogo colegiado. Uno de sus cuatro hijos que despacha en una casa espaciosa, sevillana, con tesoros de bibliófilo y autógrafos de los Álvarez Quintero, José María Pemán o la densa estirpe del propietario.

La iglesia tiene dos párrocos y el barrio dos hermandades, una de urbe, otra de aldea. En el último número de A vista de Águila se celebran las bodas de oro del taller mecánico Cabezuelo, que nació como negocio de lavado de vehículos en 1967, la década que Távora rompió en dramaturgo.

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