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Son y están

"Captemos en Sevilla a los frikis para convertirlos en empresarios"

  • Pionero como incubador de empresas de base tecnológica, en su paso por la Junta ha puesto en órbita las becas Talentia y ahora quiere aunar a las fundaciones andaluzas para identificar y catapultar a los jóvenes que asuman el liderazgo como locomotoras de la nueva sociedad

LE resulta fácil ser persuasivo sobre lo trascendental que es la educación de excelencia, porque él es fruto de ese criterio. Sevillano de Nervión, de 44 años, hijo de un almeriense pulido por el estilo de vida emprendedor en la comarca almeriense de Macael, Juan Martínez Barea fue alumno del Colegio Portaceli, de la Escuela de Ingenieros Industriales, y dio un salto enorme al hacer un máster en Economía en la Escuela Central de París, considerada la mejor universidad francesa. Tras trabajar en Abengoa y en el Instituto Andaluz de Tecnología, dio otro gran salto en Estados Unidos al hacer el máster en dirección de empresas en el célebre Massachusetts Institute of Technology (MIT) y ser contratado por la consultora McKinsey para trabajar en Lisboa y en Madrid. Su vocación de contribuir al desarrollo de Andalucía le motivó propugnar en Sevilla la necesidad de implantar el modelo de creación de empresas tecnológicas al estilo del MIT, y su plan halló cobijo en 1998 en la Fundación San San Telmo. Dado su éxito, fue imitado por España. Siendo un referente de los nuevos modos de la cultura empresarial, aceptó en 2009 incorporarse a la gestión pública como secretario general de Innovación dentro del Gobierno andaluz. Puso la condición de estar solamente dos años, y la ha cumplido, dejando el cargo recientemente. Casado y esperando su tercer hijo, se acaba de mudar al barrio de El Porvenir.

-¿La nueva generación de empresarios sevillanos llegará lejos?

-Muchos diamantes de la innovación empresarial han pasado por la incubadora Creara y fueron pulidos desde el certamen 50K: Greenpower, Anafocus, Neocodex, etc. Proyectos de investigación de profesores de universidad fueron convertidos en empresas, y algunas facturan 20 millones de euros. 50K ha servido para favorecer que las personas con grandes ideas no desistan de ser empresarios porque lo consideren una heroicidad imposible. Que no se sientan solos y formen una estimulante red con otros emprendedores tan locos como ellos. Que confíen en sus posibilidades si su primera empresa fracasa, porque la de éxito puede ser la segunda o la tercera. El fracaso es el puente hacia el triunfo porque enseña a hacer bien las cosas.

-¿Un ejemplo de esos pupilos que aprenden del fracaso?

-Jesús Cuervas, ganó el premio de 50K con Interóleo, un proyecto para el sector aceitero, tan bueno y avanzado que consiguió rápidamente inversores. Pero el sector no estaba preparado para una iniciativa tan revolucionaria, y no salió bien porque estaba adelantado a su tiempo. A partir de ese fracaso, creó otra empresa en el mismo sector, más apegada a las demandas reales, y ha tenido éxito. "Me has convertido en empresario, ya no puedo trabajar a las órdenes de otros", me confiesa.

-¿Qué ha aprendido de su paso por la Junta de Andalucía?

-Es muy bueno que los profesionales de la privada aporten su visión, su estrategia, y también que valoren la dificultad de la gestión pública. Nos falta ese salto de la privada a la pública, es una carencia para el sistema. En la Junta hay gente muy buena y trabajadora. He visto a altos cargos atareados hasta las once de la noche todos los días, dando la cara ante la falta de recursos por la crisis. Pero también te hace ver lo que es mejorable para adecuar los gastos a los ingresos.

-¿Cuál ha sido su aportación?

-Decidí centrarme en cuatro o cinco iniciativas de gran impacto para el futuro. Ayudar a lanzar los fondos reembolsables; la aplicación de los Fondos Jeremie de la Unión Europea; un convenio con la NASA para enviar a estudiantes e investigadores a mejorar su formación a cambio de que vuelvan a Andalucía, y las becas Talentia, que diseñé a partir del modelo de becas Rhodes, de Oxford. Talentia es uno de los programas que más frutos puede dar. 40 millones de euros para enviar a mil jóvenes brillantes a las mejores universidades del mundo e impulsar su especialización de primer nivel, con una media de 40.000 euros por becario.

-¿Será suficiente para frenar el éxodo de los mejores jóvenes por falta de oportunidades?

-Talentia se diseñó para evitar esa descapitalización. Los jóvenes tienen que salir y vivir el brutal proceso de cambio en la globalización. Por eso hablamos previamente con las grandes empresas andaluzas, y les preguntamos qué perfiles profesionales necesitan. Y lo tenemos en cuenta para orientar el itinerario de los universitarios becados. Ahora estamos bajo una crisis tremenda y hay poco trabajo. Es preferible que ese joven esté cinco años trabajando fuera y cogiendo experiencia, a cambio de adquirir el compromiso de volver. En Andalucía hay gente muy buena. Pero son la punta de la pirámide, y los grandes cambios sólo se logran cuando ese nivel de más formación y ambición se extiende en la mitad de la pirámide. Mi mensaje es claro: la crisis no nos puede cegar, detrás viene un cambio enorme con la biotecnología, la nanotecnología, la robótica, la inteligencia artificial y la conectividad total. El mundo se va a romper en dos: los preparados y los no preparados. Hay más oportunidades que nunca, pero sólo si está muy preparado. Un joven que nazca en Utrera ya no se verá lastrado por las históricas barreras de aislamiento geográfico y socioeconómico, siempre que domine el inglés y las tecnologías.

-¿Cómo pasar del dicho al hecho?

-Necesitamos más frikis tecnológicos, crear una nueva generación de emprendedores que sean ambiciosos, con visión global,...Eso es lo que puede cambiar la imagen de Andalucía. Encontrar a los frikis en las facultades de ingeniería, de informática, y darles el empujón para convertirlos en empresarios. Tenemos muchos vagones, nos faltan locomotoras, jóvenes que digan: "Yo voy a tirar del carro y ser uno de los protagonistas de nuestro futuro". Tirar del carro significa montar empresas, organizaciones sin ánimo de lucro, fundaciones, ser voluntario, proyectar tu trabajo hacia lo público.Es mi vocación, y voy a identificar gente joven de valía e intentar transformarla en locomotoras, porque los necesitamos. Es lo que hacemos desde la Fundación Eduarda Justo, creada por Cosentino. Primero apoyó solamente a jóvenes almerienses, y ahora capta talentos andaluces, españoles y extranjeros. Tenemos becados haciendo másters en Harvard, Stanford y Columbia. Y también estoy en conversaciones con otras fundaciones en Andalucía para ir en esa línea. Y además voy a desarrollar mi propia vertiente como empresario. Estoy explorando oportunidades de negocio en genética.

-¿Qué opina de la Sevilla actual?

-Es mi ciudad y he decidido tener mi vida aquí a largo plazo. Nuestro gran reto es que sea un lugar de grandes oportunidades profesionales. Conozco mucha gente muy preparada que se tiene que ir fuera. Tenemos que crear una nueva generación de jóvenes que completen su formación en el extranjero y retornen para montar muchas empresas. La Administración tiene que crear un caldo de cultivo propicio: educación, educación, educación. Por otro lado, como ciudadano, echo en falta que Sevilla no sea más cosmopolita. Para ello, es necesario que sus élites lo sean.

-La cultura de la subvención ha dejado poca semilla.

-Eso se ha acabado. El modelo es ahora la exigencia de devolver el dinero, y eso obliga al que lo recibe y al que lo concede. Es una pena que no se diera antes este paso para apostar por el capital riesgo.

-¿Si más fondos para emprender, por qué no hay más dinamismo?

-Necesitamos que esa nueva generación de emprendedores nazca con las ideas claras. Que el mercado es el mundo, que no es sólo Andalucía, ni sólo España. Y nuestros emprendedores han estado muy limitados a mercados locales y regionales. El reto es enorme y para todo tipo de empresas, comerciantes incluidos: o innovan o morirán. La crisis está contribuyendo a algo muy positivo: al hundirse el mercado nacional, que era el destino cómodo, las empresas han reaccionado para vender fuera.

-La nueva generación de empresarios aún no está asumiendo su papel de liderazgo social más allá de su actividad empresarial.

-Igual que hay prejuicios de mucha gente hacia la clase empresarial, también hay prejuicios por parte del empresario que cree que su labor se debe circunscribir a la empresa, y no mezclarse en otras cosas. Tengo la suerte de colaborar con el Grupo Cosentino y son personas absolutamente volcadas con su comarca. Me gustaría ver a más empresarios en Sevilla asumiendo ese papel de liderazgo social y cultural. La Sevilla tradicional es tan fuerte, que esa otra Sevilla emergente, innovadora, está como tímida y es hora de que dé un paso adelante y tire del carro.

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