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Centro de Escucha en Cruz Roja

  • Asistencia. La orden de los Camilos mantiene los ideales de su fundador italiano hace cinco siglos y medio y atiende las nuevas patologías que están detrás del duelo y el estrés

El padre camilo Jesús Zurbano, junto a un cuadro alusivo a la tarea asistencias de su congregación.

El padre camilo Jesús Zurbano, junto a un cuadro alusivo a la tarea asistencias de su congregación. / fotos: juan carlos vázquez

Cuando desde la Asociación Centro de Escucha San Camilo el sacerdote Jesús Zurbano (Logroño, 11 de diciembre de 1938) organizó las Jornadas sobre Humanizar el Mundo de los Mayores, no pensaba en sí mismo, que en unos meses cumplirá ochenta años. "Se habla mucho de la esperanza de vida, pero lo importante es una vida de esperanza, y ahí vemos carencias".

En agosto de 2010, un mes después de que España sacara pecho por haber ganado el Mundial de Fútbol, tuvieron que cerrar la residencia de Ancianos que los Camilos tenían en la Avenida de la Cruz Roja. Marisa Banda Moreno, que fue su directora, es Coordinadora del Servicio de Asistencia a Domicilio y pieza clave del Centro de Escucha. La sede de los Camilos en Sevilla está en la vorágine de las obras para adaptarla a ese nuevo servicio con criterios de misericordia pero también de profesionalidad. Han tenido que realizar másteres de Duelo y de Escucha para interpretar los testimonios que reciben y vehicular su respuesta. El estrés aparece como una de las patologías no confesas. "Vienen con un tema de duelo y con cuatro escondidos", dice Zurbano.

La vida de esperanza no ha crecido en la misma dimensión que la esperanza de vida

En el centro residen ocho camilos pertenecientes a una orden fundada en 1550 por un italiano de Bucchianicco cuando Nápoles pertenecía a la Corona de los Austrias. "El carisma de los camilos es la misericordia, la asistencia a los enfermos, el buen samaritano", dice Zurbano. "La orden nace con un cuarto voto, poner a riesgo la vida de uno por los demás. En tiempos de San Camilo murieron trescientos frailes en la epidemia de Roma".

Cuando estudiaba en el Seminario de Vic, jugaron un partido de fútbol contra el Espanyol y los periquitos quisieron ficharlo. No son ajenos a los días venideros. Ovidio García, otro de los integrantes de la orden, burgalés de Cayuela, es asistente espiritual de la hermandad de la Cena. Pero las asistencias de esta comunidad son muy materiales.

Marisa Banda parecía predestinada. Acaba de terminar una tarea de escucha en una de las salas habilitadas para garantizar la confidencialidad. Nació en 1963, 25 de mayo, "el mismo día del nacimiento de San Camilo. Estoy bautizada en San Gonzalo, junto a Nuestra Señora de la Salud, patrona de los camilos".

En una de las estancias se lee Tempus Fugit, bonum maneat. El tiempo pasa, el bien permanece. No un bien bienintencionado y sin sustancia. "Las personas mayores salieron a la calle cuando eran jóvenes y ahora han tenido que volver a salir", denuncia Marisa. "En vez de buscar recursos para ellos, se han convertido a veces en el único recurso de sus familias". Una contrarrevuelta generacional.

En el Centro cuentan con diez voluntarios pertenecientes a los oficios más diversos. La Ley de Dependencia es uno de sus ejes fundamentales. "Muchas veces esas personas están cuidadas por familiares, cuidadores que no son profesionales, no saben, no entienden, no tienen recursos". Son una comunidad de fe, pero no prestan servicio religioso. "Somos un servicio de iglesia", dice el camilo riojano, "pero esto no va de religión, a la gente no se le pregunta en qué cree, sino qué le pasa, qué le hace falta".

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