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Cervantes gana el 'Pepe Carvalho'

  • Evocación. Teresa Lafita lleva hasta el Ateneo la recreación de una veintena de escritores, historia viva del siglo XX, en un compendio de collages, fotografías y guiños personales

CREYENDO haber descubierto el Mediterráneo, Claudio Magris se encontró con Kim Novak. La rubia explosiva que dejó sin respiración a Alfred Hitchcock es la coartada perfecta para el siguiente proyecto de Teresa Lafita (Sevilla, 1957). "La próxima exposición será de escritoras", dijo ayer en la presentación de su compendio de collages con una veintena de autores en el Ateneo de Sevilla, una actividad paralela a la Feria del Libro.

La selección no es nada localista ni complaciente con las modas y exigencias del momento. Hay autores que han ganado el Nobel de Literatura (Vargas Llosa, Orhan Pamuk, Octavio Paz), el Cervantes (Borges, Caballero Bonald, Juan Carlos Onetti, Cabrera Infante, el flamante Fernando del Paso), que han ganado el premio Francisco Rico (Miguel de Cervantes), el Príncipe de Asturias (Amin Maaluf) o incluso el Pepe Carvalho (Andrea Camilleri, Petros Márkaris, cuyos comisarios Savio Montalbano y Kostas Jaritos estarían encantados de verse enredados en una historia de espías con Kim Novak).

Teresa Lafita es una investigadora tenaz capaz de convertir tres conferencias que le encargó Juan Ortiz Villalba, encargado de glosar sus méritos, en otros tantos libros. Una mujer de amplios horizontes y mirada cosmopolita -esta muestra invita a leer a Gide, a Kafka, a Jünger, a Ramón Gómez de la Serna-, que eligió a tres artistas de su familia para su tesis doctoral: su bisabuelo, José Lafita Blanco, pintor de la escuela paisajista de Alcalá de Guadaíra, y sus hijos José y Juan, tíos-abuelo de Teresa.

Hombres tan inquietos como su bisnieta y sobrina-nieta. José Lafita Blanco participó en la fundación del Ateneo de Sevilla, como recordó el presidente de la entidad, Alberto Máximo Pérez Calero. Su hijo José fue escultor y uno de los fundadores del Sevilla Fútbol Club; su hijo Juan, pintor, periodista y director del Museo Arqueológico.

La literatura española está representada en este juego de fotografías y fetiches por nombres con un punto de transgresión y cierto malditismo: Pere Gimferrer, Francisco Rico -personaje de las novelas de Javier Marías-, Luis Alberto de Cuenca, rescatado en una fotografía de su nombramiento como director de la Biblioteca Nacional, Juan Luis Panero con esa mirada de Peter Lorre, el primogénito de la saga de intérpretes de los sucesivos Desencantos de Jaime Chávarri y Ricardo Franco, y Juan José Armas Marcelo, amigo y biógrafo de Vargas Llosa.

El ¡Ay! de la foto que acompaña a Eduardo Galeano parece salir de una de las páginas de su libro Las venas abiertas de América Latina. Con diferencia, el más futbolero de toda la pandilla, aunque Petros Márkaris incorporaba el gol de Iniesta de la final de Sudáfrica en su novela Con el agua al cuello. Dice Lafita que detrás de esta selección hay admiración por una obra. "No soy coleccionista de gente, no soy mitómana de nada".

Sí hay historias bonitas. "A Julio Cortázar lo conocí en persona. Lo vi por la calle en Madrid en 1981, tuve la osadía de pedirle la dirección, el mandé unos textos juveniles muy cúrsiles, y me respondió desde París, me sugería más coordinación en los tiempos verbales". Al mexicano Sergio Pitol lo conoció en México D.F cuando fue con Juan López, su compañero sentimental, en un viaje inolvidable con sus hijas Claudia y Guadalupe. "Nos quedamos en casa de la familia de Hermenegildo Casas, el último presidente de la Diputación Provincial de la República".

No hay escritoras en la exposición, pero la muestra tuvo un indudable aroma femenino. Ni una ni dos ni tres. Cuatro tías de Teresa Lafita no se quisieron perder el acontecimiento de su sobrina. Allí estaban sus tías Isabel, Salud y Concha, las hijas de José Lafita, el escultor. Después llegó Reyes Lafita, la hija de Juan, el pintor que dirigió el Arqueológico.

Cabrera Infante está rodeado de máquinas de escribir, Kafka se asoma al Ciudadano Kane de Orson Welles y André Gide, que noveló los sótanos del Vaticano, evoca con su presencia una visita a la Semana Santa de Sevilla en esta serie del boom y el zoom.

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