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Sevilla

"La Comisión de Patrimonio es inútil y perjudicial, ve por los ojos del poder"

  • Este sevillano de 1951 le ha cogido afición a arrearle a las autoridades patrimoniales por la vía de las togas · Preside la Asociación en Defensa del Patrimonio, cuyo discurso dista mucho de ser amable

-¿Tan desalentadora es la coyuntura actual en materia de conservación del patrimonio?

-La mentalidad del Ayuntamiento, del Colegio de Arquitectos y de la Delegación Provincial de Cultura es la de considerar el patrimonio como un valor actualizable. Y conservar y actualizar no riman bien. Y no porque lo digamos nosotros, sino porque se incumplen absolutamente las leyes que desarrollan Sevilla como conjunto histórico. Los redactores de esas leyes dejaron claro que la Sevilla histórica debía ser conservada modernizándose. Y dejaron la otra Sevilla para que fuera renovada y para que en ella se hiciera la denominada nueva arquitectura. Paradójicamente, se amplió el conjunto histórico, pero cada vez se conserva menos, lo cual es muy grave.

-Hace casi diez años resurgió con fuerza el movimiento asociativo en defensa del patrimonio. ¿Qué balance hace ahora?

-A usted, precisamente, le hemos comentado en más de una ocasión lo difícil que es para una asociación luchar contra la maquinaria del Estado y de los intereses de los constructores. Intentarlo no parecía tener mucho sentido. Hasta que vimos la vía judicial, porque el patrimonio no es cuestión de gusto, sino de legalidad. Recuerdo que logramos que una juez visitara la obra del mal llamado Palacio de los Duques del Infantado, en la calle Santa Ana. Al llegar nos preguntó cómo nos estábamos metiendo con una rehabilitación tan bonita. ¿Y usted habla de gustos en vez de hacerlo de cumplimiento de la legalidad? Sin embargo, en los últimos años, gracias a nuestra persistencia y a los medios de comunicación, hemos conseguido sentencias interesantes, como la del TSJA de 2003 que prohíbe el cambio de alineaciones, ratificada por el TS. Y otra, considerada de las sentencias más avanzadas, que suspende hasta 15 artículos del PGOU. El Ayuntamiento y la Delegación de Cultura, el poder al fin y al cabo, no están acostumbrados a que la Justicia les enmiende la plana. Por eso no responden a los requerimientos que la Justicia les hace en asuntos como la Encarnación. Pero deben saber algunas personas del Ayuntamiento que la desobediencia judicial se paga cara. Estamos esperanzados. La Justicia en Sevilla, sobre todo gracias a la Fiscalía, está muy preocupada por el patrimonio.

-¿Qué queda del caserío de la ciudad del XVII y del XVIII?

-Muy poco. Del XVII prácticamente nada. Quedaba la casa de Vermondo Resta, la del antiguo bodegón Torre del Oro de la calle Santander, y la vaciaron. ¡Y era de Vermondo Resta! Ah, y hay una casa en la calle Dos de Mayo que un afamado arquitecto la está dejando que no la conocerá ni la madre que la parió. La Comisión de Patrimonio es inútil y perjudicial, ve por los ojos del poder a la hora de interpretar la ley. No existe contrapoder en este organismo. Y el negocio inmobiliario se ha cebado con el caserío del XVIII, al que se le han metido remontes, se han cargado los patios y se han modificado las escaleras para ganar y ganar metros en muchos casos. De una casa del XVIII de la calle Céspedes llegaron a sacar diez apartamentos. Contra eso es difícil luchar. Haría falta hoy un Mateos Gago que se negara al derribo de la parroquia de San Miguel, como en 1869. Y al final, por cierto, la derribaron.

-Hay quienes les tienen a ustedes por talibanes. Dicen que critican unas reformas que los ciudadanos después valoran bien y hacen suyas, como el tranvía o las plazas de nuevo diseño.

-¿Nos desanima ver las plazas llenas de público? En absoluto. Me importa tres pepinos que me llamen talibán. Estamos acostumbrados. La peatonalización era fundamental, la planteamos antes que nadie en su momento ante la Unesco. Pero al mismo tiempo que se peatonalizan calles se están despeatonalizando otras. Y eso da risa. Está ocurriendo con San Eloy, Fernán Caballero, la plaza de San Andrés o Francos. Respecto al diseño de las plazas, no vamos a llevarlo ante la Justicia. Es cuestión de gusto. Y ya vendrá un gobierno que lo arregle. Son medidas reversibles. Es verdad que existe una obligación de conservar el paisaje urbano, pero nos preocupan las medidas que son irreversibles: las setas de la Encarnación, la biblioteca del Prado o el derribo de una casa del XVIII. Yo me alegro de que a la gente le guste pasear, dale espacio al sevillano para pasear que paseará siempre, pero debe saberse que la gente es crítica. A nadie le he oído elogiar las catenarias, ni la nueva Alfalfa. Cuanto más se pasea, más se defiende la ciudad. Es verdad que la Sevilla de los barrios le estaba ganando al centro en cuanto a espacios habitables, y la peatonalización parcial del centro ha cambiado esta tendencia. La peatonalización debe ir acompañada por aparcamientos periféricos y de un diseño acorde con la ciudad.

-A modo de parte de guerra, podría decirse: El fachadismo ha tomado sus últimas posiciones.

-El fachadismo ha triunfado absolutamente. La moda de conservación de la primera crujía es el Non plus ultra. ¿Para qué sirve? Menudo Plan General nos dejó el magnífico Fustegueras...

-¿Que le inspiran las siguientes dos palabras? Torre Pelli.

-Me inspiran la arquitectura de hitos, muy de moda en Londres, donde puedes pasear alrededor del Parlamento a las diez de la noche, suicidarte y no se entera nadie. No hay nadie. Pero eso sí, te mueres rodeado de arquitectura moderna. ¡Sevilla no ha sufrido ningún bombardeo que justifique que se reinvente la ciudad!

-¿Cuál es el edificio más amenazado actualmente?

-El Palacio de San Telmo. Se ha vaciado por dentro. No se hace una rehabilitación, sino una renovación que nada tiene que ver con el diseño original, como es típico en la Junta y en el arquitecto elegido. Y lo peor es que se hace con la anuencia de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Me preocupan también ciertos espacios, como la Encarnación. Un solar vacío es una expectativa de una construcción que pueda merecer la pena, pero las setas...

-Pues ustedes convocaron una manifestación contra el proyecto de la Plaza de la Encarnación que no tuvo mucho éxito.

-Uno de los cuatro gatos que asistió era yo. Y lo hice acompañado, además, por algún miembro de mi familia. En la Encarnación confluyeron en su día grandes intereses políticos. De ser un problema político entre el PSOE y el PA se pasó a la arquitectura de los hitos. Y el PP nunca ha tenido una política clara. Que estuviéramos allí veinte personas me enorgullece. Que seamos sólo un uno por ciento no nos quita razón.

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